4. P097

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Cuando Esra regresó al trabajo y revisó a Pedro por última vez antes del alta, él estaba particularmente nervioso. Parecía distraído ese día. Esra le entregó una pomada para que se aplicara sobre los rastros de heridas ya sanas y él la recibió con un movimiento de cabeza.

—¿No está feliz por irse a casa?

—No lo sé... ¿qué voy a hacer ahora? Mis amigos están muertos y no me asignarán otro escuadrón. No después de esto.

—¿No quiere regresar? ¿A la Tierra?

—No lo creo.

Esra sintió cierto alivio al escuchar eso, no quería que se fuera. Pero se preguntó qué pasaría después, cuando él volviera a sus labores, cuando él estuviera en el ala de equipamiento y no en la médica.

—¿Cree que vuelvan a enviarlo al exterior?

—No lo sé.

Esra se quedó callada unos segundos junto a la camilla. Por lo general, era de esas personas que no se atrevían a hablar, jamás le diría a Pedro algo de lo que sentía. Ni siquiera estaba segura de lo que era.

Kelly se reiría de ella si le dijera que se había encaprichado con un hombre como él, tras conocerlo moribundo, desangrándose sobre una camilla, temblando de dolor. Esra lo recordó así y sintió náuseas. No quería volver a verlo en ese estado nunca más.

—Me alegra que se haya recuperado. —le dijo sin hacer contacto visual. —Muchos pensaban que nunca despertaría.

—Gracias Esra. —Pedro le sonrió a medias y estiró su mano para tocar la de ella. Esra presionó con cariño sus dedos alrededor de él, sin pensarlo mucho, y se sintió extraño, había algo familiar bajo su tacto que le hizo suspirar desconcertado.

—Seguro que podrá volver a trabajar, tómeselo con calma. Todavía tiene que recuperar movilidad y hacer ejercicios.

Pedro asintió en silencio y le dedicó una última sonrisa antes de que se fuera. Creyó que volvería a verla al día siguiente, pero no fue así.

Esa noche, Esra lloró. No porque creyera que jamás volvería a verlo, probablemente lo haría, por ahí en los pasillos, y él la saludaría con un cortés movimiento de cabeza, como lo hacían la mayoría de sus anteriores pacientes. La recordaban por su amabilidad y dedicación.

En su habitación, iluminada por las tenues luces led que bajaban su intensidad después de las diez, Esra temió quedarse sola para siempre.

En la Tierra, había tenido un par de novios, pero sentía que no era comprendida del todo, el problema era suyo. Muy callada para el gusto de la mayoría, con gustos que ellos no compartían. A Esra le gustaba hablar, sí, le gustaba imaginar la vida más allá de la Tierra, cuando los complejos en la Luna estaban recién listos, se la pasaba hablando de ello con todo el mundo. Conocía todo el funcionamiento de las instalaciones mucho antes de llegar, aún cuando entonces pensaba que jamás podría estar allí. No era un lugar para todos.

Kelly era la única que le prestaba verdadera atención, y en el último de los casos, pensó, se quedarían juntas para siempre. Con ella, realmente no necesitaba nada más, pero Kelly se había ido poco a poco. Antes de encontrarla sin vida, ya no estaba allí.

Al día siguiente desayunó con Grace en el comedor.

—¿Estás triste porque P097 se irá?

Esra se encogió de hombros, pero no dijo nada. Ese día en estricto rigor no tenía que visitar a Pedro, el doctor le daría una última revisión antes de que se fuera y seguramente su hermano pasaría a recogerlo. Pensó en ir a despedirse, pero no pudo, no quiso hacerlo y procuró estar lo más lejos posible del área de recuperación del ala médica para no toparse con él.

L E J O S [Pedro Pascal]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora