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𝙁𝙤𝙧𝙗𝙞𝙙𝙙𝙚𝙣
𝑇ℎ𝑜𝑚𝑎𝑠 𝑏𝑟𝑜𝑑𝑖𝑒 𝑠𝑎𝑛𝑔𝑠𝑡𝑒𝑟
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Aria Beaumont:

Mis padres estaban en un viaje de negocios todos los días del año. Mi hermano y yo vivíamos prácticamente solos, y así ha sido desde hace tres años. Es por eso que mi hermano suele ser muy protector sobre mi.

Regresaba de una fiesta. Eran pasadas de las tres de la mañana y abrí la puerta lentamente tratando de no hacer ruido.
Al prender la luz di un brinco por el susto ya que mi hermano estaba parado frente a la puerta con los brazos cruzados.

Salió de la casa y le gritó a mi amiga que subía por mi ventana que se fuera a casa. Ella casi se cae por el susto pero salió corriendo y solo pude reír.

Mi hermano me abrió la puerta, entre y azotó la puerta detrás de nosotros. Mire el interior de la casa y Thomas estaba sentado leyendo un libro tan tranquilamente como si nada estuviera pasando.

—Stephen.

—¿Dónde estabas?

—Fui a un antro con Hayley y unos amigos. Tomamos. Y ya.

—¿vestida así?

—Hey, no tiene nada de malo.

—Thomas. Ven. —Le dijo a su amigo, solo lo escuchamos suspirar y caminar hacia nosotros. En el momento en que levantó la vista sus ojos se encontraron con los míos.

Su mirada era tan pesada.

—¿Te parece bien vestida? —Sabía que Stephen solo me quería humillar.

—A mi no me metan en sus estupideces.

—¡¿Te parece una estupidez que mi hermana llegue a las casi cuatro de la mañana?!

—Cálmate. —Thomas dijo con una voz suave y ronca.

—Sube a tu cuarto. Estás castigada.

Sin decir nada subí a mi habitación, me puse una sudadera y unos shorts, me recogí el cabello y me llego un mensaje de Stephen. Era una lista de todas las cosas que debía de hacer por la mañana en la casa.

Thomas prácticamente se quedaba a dormir la mayoría de las noches. No es como si le pudiera decir algo a mi hermano por ello.

No pude dormir, así que comencé a hacer algunas de las cosas que estaban en la lista, pero a las siete me bañe y cambie para la escuela.

Llegue con unas ojeras horribles, y como estaba con resaca lleve unos lentes de sol pues la luz me causaba dolor de cabeza.

Hayley y yo pasamos el día juntas, pero sin decir absolutamente nada pues ambas nos sentíamos mal. Al terminar la escuela Stephen se me acercó.

—Te iras a casa con Thomas. Tengo que quedarme a cocina. —Estaba estudiando gastronomía. El y Thomas iban dos años arriba de Hayley y de mi. Nosotras estábamos en tercer año de preparatoria.

—¿Thomas? ¿Es enserio? Hayley me puede llevar. —Él sabía que Thomas y yo no nos llevábamos bien.

Se quedó completamente serio mirándome, y entendí. Suspiré.

—Cómo sea.

Camine hacia la salida donde estaba Thomas, llevaba un pantalón de vestir color gris y una camisa formal color blanca, su cabello despeinado y sus lentes.

Me acerqué a el y sin decirme nada me paso un casco, parecía tan molesto por esto como yo.
Me agarre de su cintura todo el camino a propósito, sabía que le molestaba.
Al llegar a casa se bajó de su motocicleta y yo junto con él. Abrí la casa y el entró.

—¿Qué estás haciendo? ¿No ibas sólo a traerme? —Frunci el ceño mientras cerraba la puerta detrás de mi.

—Estas castigada. Stephen me pidió quedarme a vigilarte que no te escaparas.

—¿Es enserio? —Bufe.

—Bueno, tú te lo buscaste. Estas en tercer año de preparatoria, ¿no te da vergüenza ser tan infantil? —Apenas habíamos llegado a la casa y ya íbamos a discutir. Lo odiaba tanto.

—Perdoname por querer disfrutar mi último año antes de ir a la universidad.

—Porfavor, ni si quiera sabes que vas a estudiar.

—¿Eso que tiene que ver?

—Quizá ni si quiera puedas estudiar. Tus notas son muy malas.

—¡Cierra la boca!

—Sabes que estoy en lo cierto. —Se cruzó de brazos y se recargo en el marco de la puerta con una sonrisa.

—¿sabes que? Ni para que me molesto, piensa lo que quieras. —Iba a dirigirme a mi cuarto y se puso frente a mi.

—Come algo. No desayunaste.

—Dile a mi hermano que no tengo ganas. —Lo moví y el me agarro de la muñeca, suavemente.
Parece que pensó mucho algo, iba a decir algo y se detuvo, después dijo otra cosa.

—Sube. —Rodee los ojos.

Sin más subí a mi habitación, me puse cómoda y me quedé dormida. Hasta que me desperté y me encontré a Thomas sentado en mi cama, sosteniendo un plato con comida frente a mi.

—Antes de que digas algo. No me iré hasta que acabes.

—Te molesta tanto como a mi, así que soy capaz de no comer a propósito para hacerte sufrir.

—Por eso. —Se levantó y fue por un libro que dejó en mi mesa. —Sabía que te pondrías... Como tú. Así que vine preparado.

Se puso sus lentes y se quedo en una silla de mi cuarto sentado, leyendo. Sin prestarme absoluta atención.

—¿Me puedes pasar mi sostén qué está detrás de ti? —Dije a propósito para molestarlo.

No me miro, se ruborizo y se giro para tomar mi sostén.

—¿de verdad lo necesitas? Es algo pequeño. —Siempre sabía como manejar mis provocaciones. Solo rodee los ojos y extendí la mano para que me lo diera.

—Volteate. —Dije y el no se movió. Me metí bajo mis cobijas y ahí me cambie.

—¿a dónde fuiste de verdad ayer? —Mis mejillas se calentaron. Miré hacia otro lado. —No le diré a Stephen.

—¿Y para qué quieres saber?

—Dime.

—Eso está lejos de ser de tu incumbencia Thomas Sangster. Largate de mi cuarto. —Me levante y le abrí la puerta.

—No sé cómo es que puedes ser tan irritante Aria. Hazte un favor y cambia. —Me dijo antes de salir por mi puerta.

Lo odiaba con cada gota de mi alma, simplemente era un idiota.






































Lo odiaba con cada gota de mi alma, simplemente era un idiota

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Forbidden - Thomas brodie-Sangster Donde viven las historias. Descúbrelo ahora