Segundo año: Cornelius Fudge

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Aurora, Harry, Ron y Hermione siempre habían sabido que Hagrid sentía una desgraciada adición por las criaturas grandes y monstruosas

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Aurora, Harry, Ron y Hermione siempre habían sabido que Hagrid sentía una desgraciada adición por las criaturas grandes y monstruosas. Durante el curso anterior en Hogwarts había intentado criar un dragón en su pequeña cabaña de madera, y pasaría mucho tiempo antes de que pudieran olvidar al perro gigante de tres cabezas al que había puesto por nombre Fluffly. Harry y Aurora estaban seguros de que si, de niño, Hagrid se enteró de que había un monstruo oculto en algún lugar del castillo, hizo lo imposible por echarle un vistazo. Seguro que le parecía inhumano haber tenido encerrado al monstruo tanto tiempo y debía pensar que el pobre tenía derecho a estirar un poco las piernas. Podían imaginarse perfectamente a Hagrid, con trece años, intentando ponerle un collar y una correa. Pero también estaban seguros de que él nunca había tenido intención de matar a nadie.

Aurora y Harry casi habrían preferido no haber averiguado el funcionamiento del diario de Ryddle. Ron y Hermione les pedían constantemente que les contasen una y otra vez todo lo que habían visto, hasta que se cansaban de tanto hablar y de las largas conversaciones que seguían a su relato y que no conducían a ninguna parte.

- A lo mejor Ryddle se equivocó de culpable – decía Hermione –. A lo mejor el que atacaba a la gente era otro monstruo...

- ¿Cuántos monstruos crees que puede albergar este castillo? – le preguntó Ron, aburrido.

- Hagrid no fue el responsable – dijo Aurora totalmente decidida –. Lo sé. Algo dentro de mí me dice que fue otra persona, no él.

- Ya sabíamos que a Hagrid lo habían expulsado – dijo Harry, apenado –. Y supongo que entonces los ataques cesaron. Si no hubiera sido así, a Ryddle no le habrían dado ningún premio.

Ron intentó verlo de otro modo.

- Ryddle me recuerda a Percy. Pero ¿por qué tuvo que delatar a Hagrid?

- El monstruo había matado a una persona, Ron – contestó Hermione.

- Y Ryddle habría tenido que volver al orfanato muggle si hubieran cerrado Hogwarts – dijo Harry –. No lo culpo por querer quedarse aquí.

Ron se mordió un labio y luego vaciló al decir:

- Vosotros os encontrasteis a Hagrid en el callejón Knockturn, ¿verdad, chicos?

- Dijo que había ido a comprar un repelente contra las babosas carnívoras – dijo Harry enseguida.

- No te atrevas a decir algo así, Ron. Te lo aviso – defendió Aurora –. Una palabra más sobre Hagrid y me voy.

Se quedaron en silencio. Tras una pausa prolongada, Hermione formuló la pregunta más espinosa con voz titubeante:

- ¿Por qué no vamos y le preguntamos a Hagrid?

- Sería una visita muy cortés – dijo Ron –. Hola, Hagrid, dinos, ¿has estado últimamente dejando en libertad por el castillo a una cosa furiosa y peluda?

FEELINGS | Pansy ParkinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora