Guie a nuestro invitado al pequeño huerto que manteníamos en la parte trasera del edificio. El trayecto se hizo tan incómodo como silencioso, así que agradecí que Jenna rompiera el hielo con comentarios sobre el aspecto de las verduras y cristales que estaba cultivando. La joven era sorprendentemente ágil con la charla vacua, tanto que incluso su poco hablador interlocutor se animó a participar, si bien solo fuese por cumplir con su parte del protocolo.
En un rincón, una pequeña placa de un metro cuadrado cubierta con una lona transparente destacaba sobre lo demás. Se trataba, evidentemente, de una de las construcciones mecánicas de Mirei, con un montón de tuberías de vapor recorriendo su base y algún que otro engranaje traqueteando para mantener la producción de forma continua. Sobre ella, reposaban cuatro matorrales llenos de grandes bayas esféricas rodeando un brillante núcleo cristalino.
Con cuidado, extraje una y se la mostré a nuestro invitado, que zarandeaba el brazo por las inmediaciones del pequeño huerto como si le fuese la vida en ello.
―En caso de que no haya quedado claro... ―Le lancé una afilada mirada al caballero, con el brazo aún extendido―. Me gustaría que lo cogieras. Desconozco hasta qué punto estarás familiarizado con esta variedad, pero... su tamaño habitual es... Aproximadamente una cuarta parte.
―Su diámetro promedio es de poco más de dos centímetros, si no yerro. Soy buen conocedor, y si me permite la osadía, gran amante de las acirezas. ¿Me permitiríais probarla? ―Intentó disimular sus intenciones, pero era un libro abierto―. Con el objeto de cerciorarme de que mantiene sus propiedades a pesar de su inmoderado tamaño, por supuesto.
―Por favor.
No tardó más de una fracción de segundo en recomponerse, pero parecía que la seriedad de sus ojos azules se disipó para dejar ver el alma de un emocionado niño detrás. Incluso dejó entrever unos gestos de júbilo que me convencieron claramente de que había un corazón detrás de ese muro de recargada habla arcaica (que, a cada palabra, parecía más impostado). Cuando acabó con ella, se limpió la boca con un pañuelo exactamente como se esperaría de alguien de su cuna y agradeció reiteradamente la fruta.
―Deberías probar algún día los pasteles que hace con ellas ―terció Jenna, entre la chanza y la adulación―. Te vas a caer de espaldas, chavalín.
―Quizá debi... Quiero decir... ―Se llevó las manos a la boca y las deslizó siguiendo el recorrido de su barba, cual ilustre pensador―. Los resultados son más que notorios. Informaré muy favorablemente a mi señora. Mas, claro está, he de documentar la alquimia que hay tras tamaño logro.
―La propuesta de Amelia ―aunque el visitante parecía algo molesto por referirme a ella por su nombre de pila, no protestó― me dio una buena idea para arrancar. Si el primer hito del proyecto es disipar éter para nutrir los cuerpos que le rodean, ¿por qué no comenzar por una de las aplicaciones más sencillas?
Abrí el cajón bajo las placas para que el muchacho llegase a su propia conclusión al ver cómo uno de los acumuladores de Mirei dispersaba con cuidado partículas de éter en todas las direcciones.
―Irrigación. ―Asintió con la cabeza―. Las acirezas requieren de grandes cantidades de agua para crecer de forma adecuada. Máxime unas de tan magno tamaño, claro está. Mas la invención ha de ser más compleja para producir resultados como el que nos ocupa.
Dan volvió a mover los brazos con presteza en torno al acumulador, como si desplazase una lente invisible a nuestros ojos con la que capturar cada mínimo detalle de la instalación.
―Ahí es donde empiezan a trabajar mis fórmulas ―me jacté, pasándome el pulgar por el labio―. El procedimiento para infusionarlas en el cristal hídrico es aún bastante volátil, pero aislando los componentes adecuados parece funcionar de forma casi segura incluso con ingredientes adicionales.
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Alquimistas del Diluvio Estelar
Science FictionDicen que las estrellas fugaces traen la prosperidad. Y lo cierto es que desde que empezaron a surcar los cielos hace diez años, la tecnología ha avanzado a pasos agigantados, poniendo en duda el rol de los métodos más tradicionales de la alquimia. ...