𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑰𝑰

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El sol iluminaba mi rostro, el viento me despeinaba, pero nada de eso me disgustaba.

Franco subió con un bolso, su termo, mate y yerba. Me cedió el asiento de la ventana, con lo que yo estaba contenta, ya que no me gustaba ir del lado de los pasillos.

Una vez acomodados en el avión, saqué mi celular de mi cartera y comencé a tomar fotos y grabar videos del paisaje, para enviárselo a mis amigas. De paso entre a mi Instagram y tenía una notificación nueva.

francolapinto ha comenzado a seguirte

Sin pensarlo le devolví el follow y volví a seguir hablando con mis amigas y ordenar un poco mis tableros de pinterest mientras comía una barrita de cereal.


Franco no me paraba de hablar, hablaba de sus viajes, de su vida, del mate, de Boca Juniors, y hasta de sus padres. Hasta que algo de lo que me hablaba me llamó la atención.

-Esperame que tengo que hablar con gente de Williams- murmuró en voz baja.

-¿Williams?- Me dije entre mi, me quedé totalmente confundida, sabía que mi papá trabaja allí. ¿Y si era Franco Colapinto? ¿El nuevo corredor de Fórmula 1?

-Si, ¿qué tiene?- Se río en voz baja. Al parecer, me había escuchado.

-¿Vos no sos Franco Colapinto? ¿El corredor de Fórmula 1?- Le pregunté señalando su celular, que tenía el grupo de WhatsApp abierto en el grupo de Williams.

-Si, soy yo ese- Asintió riéndose nuevamente.

Me quedé muda, estaba compartiendo asiento con un piloto de Fórmula 1, totalmente roja de la timidez miré hacia el lado d la ventana y coloqué mis auriculares con música al máximo.

Franco no paraba de hablarme, pero era divertido escuchar sus miles de anécdotas y todo lo que hacía en sus día a día. Me contaba que sus entrenamientos eran más duros de lo que pensé, me encantaba que Fran esté tan enamorado de su vida.

Después de unas horas, Franco se quedó dormido y yo me quedé leyendo mientras escuchaba Airbag. Faltaba poco para llegar a Miami, Estados Unidos, Teníamos que completar 12 horas de escala, con lo que tenía planeado visitar todos los free shops del aeropuerto (tal como lo hice en Ezeiza)

-Lo, ¿estás despierta?- Me pregunta con una voz suave y angelical, sus ojos verdes, que tanto lo caracterizaban, estaban clavados en los míos.

-Si, ¿por? Ya estamos apunto de bajar, tenemos que hacer 12 horas de escala, no se si te acordás.- murmuré riéndome de él

-Dale, no seas mala- me miró con cara triste.

Esperé a que primero salga Fran, así ya agarraba mi bolso y nos quedábamos en el aeropuerto. Pensaba pasar esas 12 horas con Fran, pero supongo que él iba a estar con su equipo.

Luego de bajar, caminamos ambos en silencio, no teníamos la confianza suficiente para entablar una charla, para él era fácil socializar, pero para mí no.

Franco fue a buscar sus valijas, yo de paso fui a más free shops (como siempre), pero ví algo que me llamó la atención; una pulsera color verde, cómo los llamativos y hermosos ojos de Fran. Creo que lo que más me llamaba la atención de él eran sus ojos y su voz, la pulsera sin dudas me la terminé llevando, no era de mi estilo, pero me hacía acordar a el.

(la pulsera)

Cuando Franco volvió con sus valijas, me dirigí hacía el, sabía que su intención era recorrer un poco de Miami, pero no sabía que quería recorrerlo conmigo

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Cuando Franco volvió con sus valijas, me dirigí hacía el, sabía que su intención era recorrer un poco de Miami, pero no sabía que quería recorrerlo conmigo.

-Mira, Lo. Acá hay un restaurante cerca, supongo que te gustará, ¿no querés venir? -me dijo al oído. Supongo que no era mala idea irme un rato y pasear por las calles de Miami, además, eran las 14 hs, y tenía un poco de hambre, así que no rechazé la oferta de salir con él.

Fuimos caminando hasta el restaurante, no era tan lejos, pero tampoco tan cerca. Era agradable pasar tiempo con él, siempre fue muy gracioso conmigo y me trataba como si fuera su única prioridad en el mundo, lo conocí hace poco, pero toda mi atención iba directo hacía él.

-¿Y? ¿Que te parece el lugar?- murmuró con una gran sonrisa en su rostro.

El restaurante era frente al mar, no había mucha gente ya que el horario de almuerzo estaba apunto de acabar, en el lugar la luz era sólo solar, el viento casi no se sentía, estaba cómoda, y más con Franco.

(Restaurante de Miami)

Nos sentamos en una mesa de dos personas, charlamos de todo un poco mientras llegaba la comida, yo me había pedido un sushi temaki, mientras que Fran pidió un plato de pasta

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Nos sentamos en una mesa de dos personas, charlamos de todo un poco mientras llegaba la comida, yo me había pedido un sushi temaki, mientras que Fran pidió un plato de pasta.

-Que linda tu pulsera verde, creo que se parecen al color de mis ojos, ¿no?- Dijo riéndose.

(Si tan solo supiera que me la compré porque me hacían acordar a él, pero todavía no se lo iba a decir, me daba un poco de vergüenza.)

-Si, puede ser, dentro de todo está muy linda.- le susurré.

Luego de esa pequeña charla que tuvimos, llegó la comida.

-Si necesitan algo, llámenme.- añadió la moza. Por ahora no necesitamos nada, gracias igualmente.

-¿A quien sacaste la cara, Lo?- me dijo mientras me clavaba sus hermosos ojos verdes en mis ojos cafés.

-No, ni idea, yo creo que a mí mamá, es muy parecida a mi. Algún día te la voy a presentar si seguimos hablándonos.- murmuré riéndome.

-Fua, entonces debe ser muy linda- aclaró riéndose.

¿Me acababa de decir linda? Si era así, juraba que me moría de un infarto. Pero decidí hacerme la difícil porque todavía no estaba en condiciones de enamorarme, y además lo había conocido hace horas.

-¿Y esos chamuyos a cuántas más se los dijiste?- le dije mientras dejaba mi temaki en el plato.

-Yo no soy chamuyero, yo sólo digo lo que siento.- me dijo mientras miraba mi pulsera, que según él, eran del color de sus ojos.

Intenté no ponerme roja cómo un tomate, pero los nervios me superaban cada vez más, por suerte Fran no notó mi timidez hacía el, pero si seguía así, juraba que me casaba con él.

Luego de almorzar, Fran quiso pagar todo (terminamos teniendo una mini discusión, pero bueno, detalles) y pasamos las horas que restaban por las calles de Miami, viendo vidrieras, entrando a locales, hasta que se hizo de noche y lo más seguro era que vayamos a alguna playa.

𝑶𝒋𝒊𝒕𝒐𝒔 𝒗𝒆𝒓𝒅𝒆𝒔 (𝑭𝒓𝒂𝒏𝒄𝒐 𝑪𝒐𝒍𝒂𝒑𝒊𝒏𝒕𝒐)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora