Despedida 🦋

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El sol de la tarde se filtraba a través de las nubes grises, arrojando una luz tenue sobre el cementerio.

El aire estaba cargado de una tristeza palpable, y el silencio era roto solo por el susurro del viento y el ocasional llanto sofocado de los presentes.

La capilla del cementerio, antigua y majestuosa, se erguía como un guardián solemne del último adiós a Perú.

El féretro, de un color caoba oscuro y pulido, estaba adornado con una corona de flores blancas y lilas, simbolizando la pureza y amor eterno.

A lado, un gran marco con una fotografía de Perú enmarcada en plata mostraba su radiante sonrisa, recordando a todos la gran persona y líder que había sido para su población y como para sus amigos.

Chile estaba de pie junto al féretro, sosteniendo en sus brazos a su pequeña hija, envuelta en una manta blanca.

Su mirada estaba perdida, fija en el rostro de Perú en la fotografía, sus ojos apagados por la tristeza.

Llevaba un traje negro impecable, pero su postura encorvada y sus hombros caídos reflejaban el peso del dolor que llevaba consigo.

Los bancos de la capilla estaban llenos de familiares y amigos, todos vestidos de negro, compartiendo el dolor de la pérdida.

Las caras estaban marcadas por el llanto y la pena.

Perú (male), con los ojos rojos e hinchados, se aferraba al brazo de su esposa, buscando consuelo en medio de la desolación.

Amigos como Colombia, México, Argentina, Ecuador, Bolivia, Panamá, ect. trataban de ser fuertes pero lloraban también en silencio.

Había mucha gente afuera, quienes también recordaban a su gran líder y la gran gobernante de su territorio, lamentando su pérdida y mostrando respeto.

Vaticano fue el encargado de la misa, vestido con una túnica blanca y una estola morada, se colocó al frente y comenzó la ceremonia con una voz suave pero firme.

Queridos paises, personas, familiares, amigos presentes —Dijo el country con una voz suave, pero firme— Estamos aquí hoy para despedir a Perú, una compañera, madre, hija y amiga amada. Su vida fue una bendición para todos los que la conocieron, y su memoria vivirá en nuestros corazones para siempre.

A medida que las palabras del sacerdote llenaban la capilla, Chile se sintió abrumado por una ola de recuerdos: las risas compartidas, los planes para el futuro, y los momentos de amor y complicidad.

Cada palabra resonaba con un dolor punzante, recordándole todo lo que había perdido.

Las notas de una suave melodía comenzaron a llenar el aire, mientras un violinista interpretaba una pieza melancólica que parecía capturar el dolor y la belleza de la despedida.

Las lágrimas caían en silencio por las mejillas de los presentes, mientras la música tocaba sus corazones.

Después de la ceremonia en la capilla, los asistentes se dirigieron lentamente hacia el lugar de descanso final de Perú.

El camino estaba bordeado de árboles altos y antiguos, cuyos follajes susurraban con el viento, como si también lloraran la pérdida.

El sepulcro, rodeado de flores frescas y coronas, estaba abierto y listo para recibir el féretro.

Chile se mantuvo cerca, con su hija aún en brazos, sintiendo cada paso como un esfuerzo monumental, se arrodilló brevemente junto a la tumba, susurrando una despedida privada a su amada.

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