Compañia

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Habían pasado dos semanas desde que Perú (fem) y Argentina terminaron su relación.

Hablaron el tema varias veces, intentando aclarar sus emociones, pero ambos sabían que lo suyo había llegado a su fin.

Sin embargo, aunque la decisión fue tomada, el dolor permanecía y Perú no tenía idea de cómo seguir adelante, de cómo superar una ruptura tan dolorosa.

Las dos semanas que siguieron a la separación fueron una tormenta silenciosa para ella, ya no era la misma persona; había cambiado, y no para bien.

Su hermano, Perú (male), notó los cambios casi de inmediato.

La brillantez y alegría que solían caracterizarla se habían apagado por completo. En el trabajo, empezó a faltar a reuniones importantes, enviando suplentes a encargarse de lo que antes era su responsabilidad.

La energía que solía tener, esa que la llevaba a liderar con pasión y dedicación, parecía haberse esfumado y se sumergió en la tristeza, y ni siquiera la presencia de su hermano lograba sacarla de ese estado.

Perú (male) intentó de todo para animarla: preparar sus comidas favoritas, ofrecerle salidas al aire libre, incluso intentar distraerla con conversaciones alegres.

Pero nada funcionaba, Perú (fem) apenas hablaba y, cuando lo hacía, sus respuestas eran cortas y vacías. Empezó a aislarse más, cerrándose en su habitación por largos periodos de tiempo, casi siempre acostada en la cama, sin hacer nada.

No comía bien, y su salud comenzó a preocupar seriamente a su hermano, sobre todo porque estaba embarazada.

Esa preocupación lo llevó a considerar llamar a un psicólogo, sabía que el dolor emocional que estaba sufriendo su hermana era profundo, pero también era consciente de que necesitaba ayuda profesional antes de que su situación empeorara.

Sin embargo, algo dentro de él le decía que antes de tomar esa decisión, debía hablar con alguien más...alguien que podía comprender mejor la situación y quizá llegar a ella de una forma en la que él no podía.

Ese alguien era Chile.

Perú (male) sabía que Chile y Perú (fem) tenian una historia complicada, a pesar de que hacía tiempo que no estaban juntos, seguía existiendo una conexión entre ellos, una que, en su opinión, nunca se rompió del todo.

Por eso decidió llamarlo. Y después de explicarle la situación, Chile no dudó en ofrecer su ayuda.

Sabía que, si alguien podía hacer algo por Perú (fem), era él.

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Lima - Perú
9:00 p.m.

Tres días después, Chile llegó Lima, a pesar de tener un montón de trabajo pendiente, dejó todo a cargo de un suplente.

Su prioridad era ayudar a Perú (fem), y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para que ella saliera de ese oscuro abismo en el que estaba sumida.

Cuando llegó a la casa donde vivían los dos hermanos, tocó la puerta con cierta inquietud.

Al instante, Perú (male) abrió, y en su rostro se notaba un gran alivio.

—¡Al fin llegas! —exclamó, haciendo un gesto para que pasara rápidamente—. Necesito tu ayuda, de verdad. Estoy muy preocupado por ella.

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