𝟎𝟎𝟑 | QUEBRANTADO.

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En el transcurso de un mes, las chicas se habían adaptado rápidamente a sus nuevas vidas en São Paulo; sus desempeños en el área de trabajo era de reconocimiento constantemente, las directivas estaban contentas con el intercambio laboral. Ellas estaban agradecidas con todo lo bueno que había llegado. Al mismo tiempo, la relación entre Gigi y Richard se había fortalecido de manera evidente. Compartían momentos que solo reafirmaban lo bien que se complementaban: noches de películas, mañanas perezosas en las que él le preparaba el desayuno, y tardes en las que ella lo sorprendía en su apartamento, al terminar los entrenamientos con la complicidad de Juan. Había risas y cariño en cada gesto, en cada abrazo, y en cada mirada que se cruzaban. Ambos sentían que habían encontrado en el otro a alguien con quien construir algo real.

Por su lado, Valentina y Juan habían comenzado a conocerse de manera pausada y sin presiones. Juan era paciente y atento, lo cual permitía a Valentina sentirse cómoda y genuina en su compañía. Disfrutaban de pequeñas citas y largas conversaciones donde se compartían historias y aspiraciones. Aunque ninguno había querido precipitar las cosas, la química era palpable, y ambos parecían estar dispuestos a explorar lo que sentían a su propio ritmo.

Sin embargo, entre Richard y Valentina, las cosas no habían sido tan simples. Había momentos de tensión, silencios incómodos y miradas prolongadas que dejaban a ambos desconcertados. La conexión entre ellos era difícil de ignorar, y aunque ninguno de los dos estaba dispuesto a aceptarlo, había algo en el aire que los mantenía en un tira y afloja emocional que los confundía y descolocaba.


Flashback

Gigi estacionó su camioneta en el parqueadero del estadio, justo en la zona exclusiva para los jugadores o sus familias, esperando a Richard después de su partido. Ambas habían estado viendo el juego desde el celular mientras trabajaban en la oficina. Gigi era la fan número uno de su novio, y aunque todavía no había tenido la oportunidad de asistir a un partido por culpa de sus horarios de trabajo, ella lo apoyaba incondicionalmente. Y esta vez, había arrastrado a Valentina consigo.

Ellas esperaron frente a las grandes puertas, no quisieron entrar porque no veían la necesidad si Richard en cualquier momento iba a aparecer. Pasaron los minutos, y Gigi empezó a sentir frío, por lo que decidió volver a su camioneta en busca de su abrigo. En ese instante, Richard abrió la puerta, apareciendo frente a Valentina; aún con el uniforme y su mochila al hombro. Estaba sudado y con la respiración agitada, los rizos desordenados pegados a la frente por el sudor. Ambos se miraron sin decir nada, sintiendo esa tensión que se estaba convirtiendo familiar para los dos.

—Hiciste un buen trabajo en la cancha—Comentó ella, tratando de romper el silencio incómodo que se había instalado.

—Gracias—Respondió Richard, secándose el sudor con una toalla mientras se acercaba. —Aunque estoy tratando de mejorar algunos detalles.

Valentina asintió y observó el parqueadero por un momento, sintiendo una ligera incomodidad por la cercanía. Podía escuchar la respiración de Richard aún agitada por el esfuerzo. Sin saber por qué, él decidió preguntarle:

—¿Alguna vez has jugado fútbol?

La castaña rió. —Digamos que no es mi fuerte—Dijo Valentina, con una sonrisa. —Mi hermano nunca tuvo paciencia para enseñarme.

—Bueno, si quieres, puedo enseñarte alguna vez—Sugirió él, sonriendo de manera genuina.

—Tal vez... aunque te advierto que no soy la mejor—Respondió ella, y ambos se rieron suavemente.

Fue en ese instante que Richard se dio cuenta de lo cerca que estaban. Podía ver las pequeñas pecas en la nariz de Valentina y el brillo en sus ojos bajo la luz del atardecer. Ella sintió su mirada y levantó los ojos, encontrándose con los suyos. Fue un cruce de miradas de apenas unos segundos, pero parecía que el tiempo se había detenido.

Lose You To Love Me  ━━ Richard RiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora