𝐓𝐒 | Teníamos que perdernos para amarnos...
↠ Historia Larga.
↠ Heterosexual.
↠ Contenido explicito, se recomienda discresión.
Historia escrita por Valgi☆
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UN AÑO DESPUÉS...
Es una noche despejada y fresca, típica de la ciudad de la eterna primavera. La casa de Mateo estaba llena de luces, risas y música. Valentina llegó puntualmente, con un vestido negro sencillo pero elegante, intentando ignorar los nervios que siempre la acompañaban en eventos sociales. Saludó a su primo con un abrazo apretado.
—¡Feliz cumpleaños, Teo! ¿Cómo te sientes ahora que entras oficialmente al club de los viejos de la familia?—Bromeó, riendo. Mateo apenas le llevaba cuatro años.
Mateo soltó una carcajada, revolviéndole el cabello como cuando eran niños. —Oigan a esta, vieja la cédula. Pase pues, que ya sabe donde están las cervezas. Siéntete como en casa.. porque lo es.
Valentina le sacó la lengua y se adentró en la sala. Reconoció a varios amigos de Mateo y rápidamente se integró en una conversación con dos chicas que habían sido sus compañeras de colegio. Mientras hablaban, Valentina se sentía cómoda, como si esa noche fuera solo una celebración más.
—Valen, yo me moría por preguntarle algo pero me daba pena hacerlo porque para ese tiempo no hablábamos—Laura confesó con nerviosismo.
La castaña frunció el ceño. —¿Qué querías preguntarme?
—Cuando estabas en Brasil, ¿salías con alguien?—Soltó, y Valentina sintió que su garganta se cerraba. —Es que a veces subías historias a tu close friends bastantes.. sospechosas. ¿Era un jugador brasileño?
—Si—Suspiro. —Salía con un jugador pero no era brasileño.
—¿No?
—También era colombiano, paisa para ser más exacta.
—Vaya.. me imagino que esos seis meses fueron mágicos, debiste pasarla increíble.
Valentina al escucharla, quiso reír, Laura no se imaginaba por todo lo que había pasado. —Normal.
La joven desvió su mirada, incapaz de sostenersela a sus amigas y se tomó el tiempo de observar el paisaje. El evento tiene lugar en una finca a las afueras, rodeada de montañas verdes y una atmósfera de tranquilidad que contrasta con la tormenta de emociones que estalla en el interior de Valentina cuando ve a Richard llegar.
Cuando lo ve entrar por la puerta principal su rostro cambia por completo. Él luce un poco más maduro, el cabello ligeramente más largo y una mirada diferente en sus ojos. Pero lo que más le impacta es esa expresión que él tiene cuando sus miradas se cruzan. Valentina siente un nudo en la garganta y, por un momento, el corazón se le detiene. Sin embargo, rápidamente desvía la vista y se esfuerza por mantener la compostura, intentando concentrarse en la conversación, aunque su mente ahora está atrapada en recuerdos que ha tratado de enterrar.
—Feliz cumpleaños, papi.
Ella conocía esa voz, su cuerpo reaccionó antes que su mente contrayéndose involuntariamente. Valentina sintió que le faltaba el aire.
