No te merece.

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Jimin la miraba mientras las lágrimas de Evelyn comenzaban a secarse, como si al fin estuviera liberando una parte de la angustia que había acumulado durante días. En ese momento de vulnerabilidad, sintió una urgencia silenciosa de hacer algo por ella, algo más que solo palabras.

-¿Tienes hambre? -le preguntó en un tono más suave, casi como si estuviera hablando con una niña que había pasado por un mal día.

Evelyn sacudió la cabeza débilmente, evitando mirarlo directamente. Aún sentía el peso de todo lo que había dicho minutos antes, y la comida era lo último en lo que podía pensar.

-No tengo hambre -murmuró, apenas audible.

Jimin no se rindió. Se acercó a la heladera, abriéndola mientras revisaba el contenido con un leve gesto de concentración.

-¿Has comido algo además de helado? -insistió.

Ella volvió a negar con la cabeza, aún sentada en el suelo, la vista perdida.

-No -respondió otra vez, con una voz apenas más fuerte que antes-. No tengo hambre, Jimin, de verdad.

Pero Jimin no parecía dispuesto a aceptar esa respuesta. Sacó algunos ingredientes de la heladera y los colocó en la encimera, organizando todo con tranquilidad, mientras le preguntaba:

-Dulce o salado, ¿qué prefieres?

Evelyn lo observaba desde su posición en el suelo, algo desconcertada por su insistencia.

-No tengo hambre -repitió, su tono cansado.

Jimin se giró hacia ella con una leve sonrisa en los labios, como si no hubiera escuchado su respuesta. Sabía que a Evelyn le gustaba lo salado más que lo dulce, y estaba decidido a hacer que comiera algo, aunque fuera solo un pequeño bocado.

-Sé que te gusta lo salado -dijo, mientras sacaba huevos y queso-. ¿Qué te parece si te hago unos omelettes?

Evelyn levantó la cabeza, sorprendida por su conocimiento de ese detalle tan simple pero íntimo sobre ella.

-No... Jimin, no hace falta -dijo, más por costumbre que por convicción-. Con todo esto, no tengo apetito. Mi estómago está cerrado.

Pero Jimin no escuchó sus protestas. Encendió la estufa y comenzó a batir los huevos con una calma absoluta, como si la preparación de los omelettes fuera una tarea que le proporcionaba algún tipo de paz. Evelyn, al verlo tan centrado en la cocina, decidió no insistir. Se levantó lentamente y caminó hacia el sofá. Su mente volvía a divagar hacia Jungkook, hacia la tormenta de emociones que él había causado sin siquiera estar presente.

Se dejó caer en el sofá y tomó su celular, el cual aún sostenía con fuerza. Lo desbloqueó y revisó sus mensajes, su último mensaje a Jungkook aún aparecía en la pantalla: "¿Estás bien?". El mensaje había sido leído horas atrás, pero él no había respondido. Ese pequeño indicador, esa palabra fría -"leído"-, era como un puñal en su corazón. ¿Por qué no le respondía? ¿Acaso todo lo que estaban viviendo era más complicado de lo que ella imaginaba? Con un suspiro, abrió la conversación con Taehyung, buscando respuestas.

Evelyn: "¿Sabes si es cierto que Jungkook está en Corea para dar unos shows?"

El corazón le latía con fuerza mientras esperaba una respuesta. No pasaron muchos minutos antes de que el teléfono vibrara con la contestación de Taehyung.

Taehyung: "¿Qué shows? No sabía que estaba en Corea. ¿Qué está ocurriendo?"

Evelyn sintió como el aire se le escapaba de los pulmones. Si Taehyung, uno de sus mejores amigos, no sabía nada, entonces... ¿le había mentido? ¿Por qué? Su mente comenzó a llenarse de preguntas que no podía responder. Apagó el teléfono de golpe, frustrada y agotada, dejándolo caer sobre la mesa. Cerró los ojos y, sin quererlo, las lágrimas comenzaron a acumularse nuevamente en sus párpados, pero esta vez no las dejó salir.

" Entre Estrellas Y Realidades"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora