" Entre Estrellas Y Realidades"

La sustancia.

En la tranquilidad de su apartamento en Roma, Evelyn contemplaba su reflejo en el espejo mientras se preparaba para la fiesta más esperada de la temporada. Era viernes por la noche y el lanzamiento de la colección de Versace, organizada por Donatella, estaba a tan solo unas horas. Había sido invitada junto a su equipo y jefe, y a otros ídolos del mundo del K-pop, como los miembros de BTS, Stray Kids, ASTRO, y muchos más. Sabía que esa noche sería inolvidable.

Evelyn respiró profundamente mientras deslizaba el último anillo en su dedo. Su look estaba inspirado en los modelos más icónicos de Versace, un vestido largo negro ajustado con un diseño asimétrico, revelando un hombro desnudo, con detalles dorados que acentuaban su cintura. La tela suave abrazaba su figura con elegancia, dejando una abertura pronunciada en la pierna que añadía un toque de sensualidad. Llevaba tacones negros de aguja, y en su cuello reposaba una fina cadena dorada que hacía juego con los accesorios. El maquillaje que había elegido era audaz pero sofisticado: ojos ahumados que resaltaban su mirada, labios rojos intensos y un peinado de ondas sueltas que caían en cascada por su espalda.

Evelyn sonrió, complacida con el resultado. Sabía que se vería hermosa, pero también había un toque de nerviosismo latente. Estaba emocionada de ver a los chicos de BTS nuevamente; los había echado de menos, especialmente a Tae. Jungkook iba a pasar a buscarla en unos minutos y esta noche sería su primer evento público juntos, después de lo ocurrido.Pero más allá de la emoción por ver a los chicos, una parte de ella no podía ignorar el nudo que sentía al pensar en Jimin. Después de todo lo que había pasado entre ellos, no lo había visto en semanas. Las palabras que él le había dicho, insinuando que si hubiera estado con él en lugar de Jungkook, las cosas habrían sido diferentes, aún resonaban en su mente. Sabía que verlo esa noche reavivaría emociones que había intentado dejar atrás.

Mientras terminaba de ajustarse los pendientes, su celular vibró en la mesa. Era un mensaje de Jungkook. "Estoy abajo. Te espero."

Evelyn respiró hondo y tomó su bolso dorado antes de salir por la puerta. Bajó en el ascensor, su corazón latiendo con anticipación. Cuando las puertas se abrieron, lo vio. Jungkook estaba apoyado en su auto, con un elegante traje negro que contrastaba perfectamente con su camiseta blanca y una cadena que brillaba bajo las luces de la calle. Su mirada la recorrió de arriba abajo, y sonrió de manera cómplice cuando sus ojos se encontraron.

-Wow -dijo Jungkook, acercándose a ella mientras la envolvía en un suave abrazo-. Estás... impresionante.

Evelyn sonrió, tratando de ocultar el leve rubor que sentía en sus mejillas. -Tú no te quedas atrás -respondió mientras se apartaba para verlo mejor. Él lucía relajado pero con ese toque rebelde que siempre lo caracterizaba.

Subieron al auto y comenzaron el trayecto hacia la fiesta. Mientras el coche avanzaba por las calles iluminadas de Roma, una parte de ella no podía dejar de sentir el peso de lo que se avecinaba. Jungkook, como siempre, parecía ajeno a sus pensamientos más oscuros, manteniendo una conversación ligera sobre la música y lo hermosa que estaba.

-Extrañaba verte -dijo él de repente, interrumpiendo sus pensamientos. Su tono era casual, pero sus ojos revelaban más. Había una sinceridad en su voz que la desarmaba. Evelyn sonrió, y sintió cómo su corazón se aceleraba ligeramente.

-Yo también te extrañé, Kook -respondió ella, usando el apodo que solo le decía en los momentos más íntimos. Sentía que entre ellos había una conexión innegable y más fuerte ahora.

Roma brillaba bajo el cielo nocturno mientras las luces de la ciudad reflejaban la elegancia y el glamour de la gran fiesta de Versace. Al entrar al espectacular lugar, decorado con el lujo y el estilo inconfundible de Donatella Versace, Evelyn se sintió transportada a un mundo de moda y sofisticación. Todo el evento tenía una atmósfera mágica, con ídolos y celebridades internacionales caminando entre las columnas antiguas del salón romano, cada uno de ellos luciendo sus mejores galas.