Una noche en New York.

207 12 9
                                    

Nueva York era una ciudad que nunca dormía, una ciudad que ofrecía oportunidades a quienes sabían aprovecharlas, y ella lo sabía muy bien. Evelyn Carter, una exitosa ejecutiva de marketing, había decidido mudarse a esta ciudad para expandir su carrera y crear conexiones más allá de lo que su pequeña ciudad natal podía ofrecerle. Con su cabello castaño largo y ondulado, sus ojos verdes, casi miel, y una belleza natural que no necesitaba adornos, Evelyn era el tipo de mujer que capturaba miradas sin esfuerzo. Pero eso no la preocupaba; su foco estaba siempre en su trabajo, donde se movía con una seguridad y determinación que impresionaba a todos los que la conocían.

Aquella noche, Evelyn tenía una reunión importante. Había sido contactada por Richard Hale, el dueño de "The Boom Boom Room", uno de los bares más exclusivos y codiciados de Manhattan, frecuentado por estrellas y empresarios influyentes. Hale buscaba la forma de renovar la imagen del lugar, modernizar su estrategia de marketing para atraer a nuevas generaciones sin perder la exclusividad que lo hacía tan famoso. Evelyn, con su experiencia en campañas de alto nivel, era la persona perfecta para el trabajo.

Evelyn avanzaba por las calles de Manhattan con paso firme, vestida impecablemente. Llevaba puesto un elegante traje beige de dos piezas; el blazer entallado destacaba su figura de manera profesional pero sofisticada, mientras que el pantalón de corte recto y la blusa de seda blanca completaban su look. Unos tacones del mismo tono y una cartera estructurada de diseñador le daban ese toque final que reflejaba tanto su estilo como su éxito. Sabía que su apariencia era tan importante como su trabajo, y siempre se aseguraba de proyectar la imagen correcta.

Con esa seguridad, entró al bar. El ambiente era elegante, con música suave y luces tenues que creaban una atmósfera íntima, reservada solo para aquellos que sabían cómo llegar a ese tipo de lugares. El guardia de seguridad en la puerta, un hombre alto y con aire serio, la detuvo momentáneamente.

-El señor Hale está ocupado en este momento. -dijo en un tono educado pero formal-. Le recomiendo que se siente en la barra mientras lo esperamos.

Evelyn asintió sin decir mucho. Era una mujer acostumbrada a manejarse en ambientes exclusivos, así que nada de aquello la intimidaba. Caminó hacia la barra, su andar elegante y su porte seguro no pasaban desapercibidos para quienes estaban alrededor. Pidió un trago delicado, uno que reflejara su personalidad sobria y profesional.

-Un French 75, por favor. -pidió, sabiendo que el cóctel con champán, ginebra y un toque de limón era perfecto para esa ocasión. Ni muy fuerte, ni demasiado suave.

Mientras esperaba la llamada del dueño, sacó su celular. Siempre había algún asunto que resolver. Esta vez se trataba de un cliente anterior que necesitaba un ajuste en una campaña publicitaria, y ella se sumergió en el correo electrónico, repasando cada detalle con la misma atención que ponía en cada tarea.

El ambiente del bar estaba más animado de lo que esperaba, y en un momento, la música bajó, cediendo espacio a una presentación en vivo. Evelyn levantó la vista unos segundos. En el escenario, un joven alto con una presencia magnética comenzó a cantar. Tenía el cabello oscuro, ligeramente despeinado, y una expresión concentrada pero seductora. Su voz, profunda y llena de matices, se deslizaba con una facilidad impresionante a través de la canción, y cada nota parecía captar la atención de todos los presentes. El ritmo de la canción era cautivador, sensual, pero lo que más atrapó a Evelyn fue la forma en que él se movía. Su baile era fluido, con movimientos precisos pero llenos de pasión, como si cada paso estuviera perfectamente sincronizado con la música.

Durante su actuación, los ojos de Evelyn se encontraron con los de él. Fue un momento breve, pero suficiente para que una chispa de reconocimiento pasara entre ellos. Aunque ella no sabía quién era él, el contacto visual la hizo sentir algo inusual. Por unos instantes, Evelyn quedó absorta en la actuación. Su voz, su baile, todo parecía parte de una coreografía cuidadosamente orquestada. Sin embargo, ella no tenía idea de quién era ese hombre. Aunque se sentía intrigada, volvió a concentrarse en su celular. No estaba allí para disfrutar de la música; tenía una reunión importante.

" Entre Estrellas Y Realidades"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora