Capítulo 7: El Mensaje

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Valeria se encontraba en el corazón de la selva, rodeada por los indígenas que habían llegado a ser su nueva familia. Sin embargo, el sentimiento de pertenencia era agridulce. Las noches eran más oscuras y silenciosas, y los susurros de la selva se intensificaban.

Esa noche, mientras el grupo se reunía alrededor de la fogata, Valeria sintió una extraña inquietud. El fuego crepitaba, pero su mente divagaba, perdida entre los relatos de los ancianos y el sonido distante de la selva. Las historias sobre espíritus y guardianes de la selva resonaban en su interior, haciéndola sentir como si la naturaleza la estuviera observando.

"Hay un espíritu que cuida de nosotros," dijo uno de los ancianos, su voz profunda como el eco de las montañas. "Pero si no respetas a la selva, su ira puede ser feroz." Valeria sintió un escalofrío recorrer su espalda. ¿Podría realmente haber algo más en este lugar? ¿Algo que acechaba en las sombras?

A medida que el fuego danzaba, la curiosidad la llevó a levantarse. "Voy a buscar hierbas para el té," anunció, aunque en el fondo sabía que necesitaba escapar de la tensión que la rodeaba. Tigre, siempre alerta, la siguió sin dudar.

Al alejarse del campamento, los sonidos de la selva parecieron cambiar. Los animales estaban en calma, como si el aire se volviera denso con una anticipación inquietante. Valeria avanzó con precaución, sintiendo que cada paso era observado. La luna iluminaba el camino, pero a medida que se adentraba más, la oscuridad se hacía más intensa.

De repente, un suave susurro la detuvo. "Valeria..." La voz era un eco distante, casi un murmullo del viento. Se volvió rápidamente, buscando a su alrededor. "¿Quién está ahí?" preguntó, su corazón latiendo con fuerza.

Tigre se puso en guardia, ladrando suavemente, pero el silencio lo envolvió todo nuevamente. Valeria respiró hondo, tratando de calmarse. "Quizás solo es mi imaginación," pensó, pero un sentimiento persistente la empujaba a seguir adelante.

Al continuar su camino, encontró un pequeño arroyo. Se agachó para beber un sorbo de agua fresca y, al hacerlo, vio algo brillar entre las piedras. Era una pequeña piedra preciosa, de un azul profundo. "¿Qué haces aquí?" murmuró, sintiendo que había algo especial en ella.

En ese instante, un destello de luz iluminó el área, revelando un símbolo grabado en una de las rocas cercanas. "¿Es esto un mensaje?" Valeria se preguntó, sintiendo que el misterio se profundizaba. Miró alrededor, como si la selva estuviera a la espera de que descifrara su enigma.

Al regresar al campamento, la piedra en su mano, se dio cuenta de que la fogata aún ardía, pero la atmósfera había cambiado. Los indígenas estaban en un círculo, sus miradas fijas en el fuego, como si esperaran que algo sucediera.

Valeria sintió un tirón en su corazón. "Esto no es solo un lugar, es un organismo vivo," reflexionó mientras se acercaba al grupo. "La selva está comunicándose."

Con la piedra en la mano, decidió compartir su hallazgo. "Miren esto," dijo, mostrándola. "La encontré cerca del arroyo. ¿Qué significa?" Las miradas de los indígenas se tornaron serias, como si la piedra fuera un símbolo de algo más grande.

El anciano, quien había contado las historias, se acercó y tomó la piedra. "Esto pertenece a los guardianes de la selva," dijo solemnemente. "Es un llamado. Debemos prepararnos."

Valeria sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. "¿Prepararnos para qué?" preguntó, el eco de sus palabras resonando en el aire tenso. La selva parecía cobrar vida a su alrededor, como si estuviera respondiendo a su pregunta.

"Los espíritus no advierten sin razón," dijo el anciano, su voz grave. "Debemos honrar a la selva, o su ira se desatará." En ese momento, Valeria comprendió que su conexión con la selva iba más allá de su formación como veterinaria; estaba entrelazada con la esencia misma del lugar.

La noche se tornó más oscura, y mientras el grupo comenzaba a prepararse, Valeria sintió que el misterio de la selva la envolvía. Había más por descubrir, más por aprender. Su vida en este nuevo hogar no solo sería un viaje físico, sino también un camino hacia la comprensión de los secretos que la naturaleza guardaba.

Aislamiento: La Selva de los SusurrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora