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Era una tarde tranquila en Seúl. El sol comenzaba a ocultarse tras los edificios altos, pintando el cielo con tonos cálidos de naranja y rosado. El bullicio de la ciudad seguía su ritmo frenético, pero para Jungkook, esa tarde era diferente, y no solo por el clima. Había algo en el aire, una mezcla de emoción y nerviosismo que lo hacía sentir un nudo en el estómago. Había convocado a sus amigos más cercanos a una cena en su apartamento, y aunque para ellos parecía una reunión más, él sabía que esa noche cambiaría las cosas para siempre.

La primera en llegar fue Sujin, su novia. Ella se movía por el apartamento con una naturalidad que solo se obtiene tras meses de convivencia, arreglando pequeños detalles en la mesa, ajustando las flores que había elegido para la ocasión. Su estilo siempre impecable reflejaba su trabajo como diseñadora de interiores. Era meticulosa en todo lo que hacía, desde la decoración hasta la forma en que hablaba, siempre eligiendo las palabras adecuadas para cada momento.

—¿Crees que lo sospechan? —preguntó Sujin con una sonrisa tímida mientras colocaba los platos en la mesa.

Jungkook negó con la cabeza, pero su sonrisa nerviosa lo delataba.

—No creo que lo imaginen. Pero aún así... no puedo evitar sentirme un poco nervioso —confesó, rascándose la nuca, un gesto que hacía siempre que se sentía ansioso.

Sujin se acercó a él y le tomó las manos, dándole un apretón suave.

—Va a salir bien. Ellos te apoyan, y sé que estarán felices por nosotros —le aseguró con esa confianza que siempre lograba calmar a Jungkook.

La puerta sonó, interrumpiendo el momento, y Jungkook fue a abrir. Uno a uno, sus amigos fueron llegando. Primero, Taehyung y Hoseok, quienes siempre traían consigo una energía vibrante y ruidosa. Luego, Jin, que había insistido en traer un pastel que había hecho él mismo, aunque todos sabían que sus habilidades culinarias no eran las mejores. Finalmente, llegó Jimin, el último en aparecer, como de costumbre.

—¡Por fin llegas! —bromeó Hoseok mientras Jimin entraba—. Pensé que te habías perdido.

—Tráfico infernal —se disculpó Jimin, quitándose el abrigo y sonriendo con ese encanto natural que siempre tenía. Su mirada se cruzó con la de Jungkook, y por un breve instante, hubo una chispa de algo que ninguno de los dos supo identificar. O tal vez sí, pero no querían reconocerlo.

Jimin era uno de los amigos más cercanos de Jungkook. Se conocían desde hacía años, y su relación había pasado por altibajos, pero siempre habían permanecido unidos. Jimin, con su carácter amable y comprensivo, siempre había sido un apoyo para Jungkook, aunque a veces esa cercanía le hacía sentir cosas que no sabía cómo manejar.

—Bueno, ya que estamos todos aquí, ¿qué te parece si nos dices por qué nos reuniste hoy? —preguntó Taehyung, siempre directo al punto, mientras tomaba asiento en el sofá.

Jungkook miró a Sujin, quien le devolvió una mirada alentadora. Este era el momento. Respiró hondo antes de hablar.

—Bueno... hay algo que quiero compartir con ustedes —comenzó, su voz ligeramente temblorosa, pero llena de determinación—. Sujin y yo... hemos decidido casarnos.

El anuncio cayó como una bomba en la habitación. Hubo un silencio momentáneo, como si todos intentaran procesar lo que acababan de escuchar. Jin fue el primero en reaccionar, con un grito de sorpresa.

—¡¿Qué?! —exclamó, sus ojos abiertos de par en par—. ¿En serio? ¡Eso es increíble!

Pronto, la sala se llenó de felicitaciones y abrazos. Taehyung y Hoseok empezaron a hacer planes sobre la despedida de soltero, mientras Jin insistía en que él debería ser el encargado de hacer el pastel de bodas, a pesar de las miradas de duda que le lanzaron todos los demás.

Una boda entre tu y yo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora