Una boda entre tu y yo

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El día de ver el vestido de la novia llegó, y Jimin se encontraba en una boutique de alta costura en el centro de Seúl, un lugar conocido por sus impresionantes diseños y la exclusividad que ofrecía a sus clientes.

Las luces brillantes reflejaban en los espejos y creaban un ambiente cálido, casi mágico. Jimin se había convertido en el planner de la boda de Jungkook y Sujin, y aunque eso debería hacerle sentir orgulloso, la realidad era muy diferente.

Mientras observaba el lugar, sentía una mezcla de emoción y tristeza. La idea de que su mejor amigo, el chico por el que había tenido sentimientos durante tanto tiempo, se estaba casando con otra persona, era abrumadora.

Jimin respiró hondo, tratando de apartar esos pensamientos y concentrarse en la tarea que tenía entre manos. Sujin, la novia, lo había elegido a él para encargarse de cada detalle de su gran día. Era un honor, pero al mismo tiempo, un recordatorio constante de lo que había perdido.

Sujin llegó poco después, y su rostro iluminó la habitación con su sonrisa. Era una mujer hermosa, de cabello largo y oscuro, y una personalidad vibrante. Tenía un aire de elegancia que la hacía destacar.

Jimin se sintió obligado a recordar que estaba allí para ayudarla a encontrar el vestido perfecto, no para sumirse en sus propios sentimientos.

—Hola, Jimin. ¿Estás listo para ayudarme a encontrar el vestido de mis sueños? —preguntó Sujin, su voz melodiosa llenando el espacio.

—Claro, estoy aquí para eso —respondió Jimin, tratando de sonar más entusiasta de lo que realmente se sentía.

Juntos comenzaron a explorar la boutique, con Sujin probándose una variedad de vestidos, cada uno más impresionante que el anterior. Jimin admiraba su belleza, y cada vez que Sujin se miraba en el espejo, su corazón se encogía un poco más.

No era solo que Jungkook iba a casarse con ella, sino que también Jimin no podía evitar sentir que el amor que había tenido por Jungkook se desvanecía entre las risas y la felicidad de Sujin.

Finalmente, Sujin se probó un vestido que le quedó como un guante. Era una creación etérea de encaje y seda, con un escote sutil que realzaba su figura de manera hermosa.

Cuando Jimin la vio en ese vestido, su respiración se detuvo. Era el tipo de vestido que haría que cualquier persona se detuviera a mirar.

—Oh, Jimin, ¿qué piensas? —preguntó Sujin, girando frente al espejo.

—Es... es impresionante —respondió Jimin, sintiendo un nudo en su garganta—. Te queda perfecto.

Sujin sonrió, pero Jimin pudo ver una sombra de preocupación en su expresión.

—¿Estás bien? Te noto un poco distante —dijo Sujin, frunciendo el ceño.

—Sí, estoy bien. Solo... es un día emocionante para todos nosotros —intentó desviar la conversación.

Sujin no pareció convencida, pero decidió no insistir. Se giró nuevamente hacia el espejo, observando su reflejo. Jimin la miraba con una mezcla de admiración y pena.

En ese momento, comprendió que era mucho más que un simple planner de bodas; se había convertido en un espectador del amor que nunca podría tener.

Mientras Sujin seguía probándose otros vestidos, Jimin luchaba con sus emociones. Pensamientos sobre Jungkook se arremolinaban en su mente. Recordaba momentos de su infancia, cómo se habían hecho amigos, las travesuras que habían compartido y los secretos que habían guardado. La idea de perder a Jungkook para siempre lo llenaba de tristeza.