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La brisa suave de la tarde acariciaba el rostro de Jimin mientras caminaba hacia la cafetería donde había quedado con Sujin para hablar sobre los detalles de la boda.

La ciudad, que solía parecerle vibrante y llena de vida, ahora parecía un eco distante de su alegría. Cada paso que daba lo llevaba más lejos de la idea de lo que podría haber sido su vida si las cosas hubieran salido de otra manera.

Jungkook iba a casarse con Sujin, y la imagen de su mejor amigo, el chico con el que había compartido risas y secretos, iba a convertirse en el esposo de otra persona.

Mientras se acomodaba en una mesa junto a la ventana, sus pensamientos se desvanecían hacia el pasado, recordando un tiempo en el que todo era más sencillo.

Se le presentaban imágenes de su infancia, donde Jungkook era el compañero perfecto para jugar, el confidente que nunca lo juzgaba. Juntos habían explorado el mundo a través de su imaginación, construyendo castillos en el aire y soñando con futuros en los que siempre estarían el uno para el otro.

La primera vez que Jimin sintió un cambio en su relación con Jungkook fue durante su adolescencia. Recuerdos de días pasados llenaban su mente, como la tarde en la que Jungkook llegó a su casa después de una larga práctica de fútbol. Estaba sudoroso y sonriente, con una energía contagiosa que iluminaba la habitación. Jimin, que siempre había admirado a Jungkook, sintió un cosquilleo en su estómago al verlo así. La forma en que Jungkook se reía y lo miraba lo hacía sentir especial, como si fuera el único que importara.

Fue en ese momento que comenzó a darse cuenta de que sus sentimientos iban más allá de la amistad. La idea de que pudiera haber algo más entre ellos lo aterrorizaba. No sabía cómo manejar la confusión que sentía; cada vez que se encontraban, su corazón latía con fuerza y su mente se llenaba de pensamientos desordenados.

Era un amor prohibido, uno que nunca podría confesar. La inseguridad se apoderó de él, y a medida que pasaron los años, Jimin comenzó a construir muros a su alrededor, ocultando sus verdaderos sentimientos detrás de una fachada de amistad inquebrantable.

A pesar de su lucha interna, Jimin siempre estuvo ahí para Jungkook. Cuando Jungkook comenzó a salir con chicas en la secundaria, Jimin se esforzó por no dejar que su dolor se manifestara. Asistía a sus citas y a menudo se encontraba sonriendo mientras por dentro se sentía desgarrado.

Sin embargo, nunca le dio la espalda. Se convirtió en el mejor amigo que Jungkook necesitaba, apoyándolo en cada paso, incluso cuando eso significaba ocultar sus propios sentimientos.

Cuando Jungkook conoció a Sujin, Jimin sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. Recuerda aquel primer día en que Jungkook se acercó a él con una sonrisa radiante.

—Jimin, tienes que conocer a alguien— dijo, su voz llena de entusiasmo. Fue en ese momento que Jimin sintió un golpe en el corazón. La forma en que Jungkook hablaba de Sujin, con admiración y emoción, hacía que cada latido de su corazón se sintiera como un recordatorio de lo que jamás podría ser.

La relación entre Jungkook y Sujin se desarrolló rápidamente. Ella era todo lo que Jungkook parecía querer: hermosa, inteligente y talentosa. Jimin intentó ser feliz por su amigo, pero cada vez que veía a Jungkook con Sujin, sentía que una parte de él se desvanecía.

A menudo se encontraba imaginando lo que habría sido su vida si hubiera tenido el valor de confesarle sus sentimientos a Jungkook.

En las noches solitarias, se preguntaba cómo habría cambiado todo si hubiera dicho “te amo” en lugar de reír y cambiar de tema.

Mientras Jimin se perdía en sus pensamientos, la llegada de Sujin interrumpió su melancolía. Ella entró con una gran sonrisa, vestida de manera casual pero elegante, y su presencia iluminó la cafetería.

Una boda entre tu y yo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora