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La emoción de la boda parecía haber cubierto a todos los involucrados, envolviéndolos en un frenesí de preparativos y expectativas.

Sin embargo, mientras el gran día se acercaba, Jungkook comenzó a sentir un creciente malestar en su interior, una sombra de dudas que no podía ignorar.

El peso de las decisiones, las expectativas de su familia y la presión de hacer todo perfecto comenzaron a asfixiarlo. Aunque amaba a Sujin y se había comprometido con ella de todo corazón, no podía evitar que algo en su mente le susurrara preguntas incómodas.

Esa noche, incapaz de dormir, Jungkook salió de su habitación, el sonido de sus pasos amortiguado por el silencio de la casa.

Decidió tomar su carro y conducir sin rumbo, buscando la claridad que el hogar no podía brindarle.

Las luces de la ciudad parpadeaban a medida que avanzaba, y la brisa nocturna le ofrecía una calma momentánea.





Después de un largo rato, se encontró estacionado frente a un café que solían visitar él y Jimin en sus días de universidad.

Sin saber por qué, sintió que Jimin era la persona con la que necesitaba hablar. Sabía que Jimin estaba profundamente involucrado en la planificación de la boda, y, a pesar de todo, siempre había confiado en él como su confidente más cercano.

Sin pensarlo dos veces, sacó su teléfono y envió un mensaje.

"¿Estás despierto? ¿Podemos hablar?"

Minutos después, Jimin respondió, aceptando encontrarse en un pequeño parque cercano.





Cuando llegó, Jimin estaba allí, esperando bajo un árbol, con las manos en los bolsillos y una expresión curiosa.

Al verlo, Jungkook sintió una oleada de alivio y culpa a la vez. Jimin, tan dedicado a hacer de la boda algo especial, no merecía ver las dudas en los ojos de su mejor amigo.

—Gracias por venir, Jimin —dijo Jungkook mientras se acercaba.

—Siempre estaré aquí para ti, lo sabes —respondió Jimin, notando de inmediato la tensión en los hombros de Jungkook.

Caminaron en silencio unos minutos, disfrutando de la tranquilidad del parque vacío. Finalmente, Jungkook suspiró profundamente y confesó lo que había estado guardando.

—No sé si puedo hacer esto —dijo, deteniéndose para mirar a Jimin a los ojos—. Quiero decir… sé que amo a Sujin, pero siento que algo no está bien. Me siento… atrapado, como si no estuviera siendo completamente honesto conmigo mismo.

Jimin mantuvo la calma, aunque en su interior un torbellino de emociones amenazaba con romper su compostura.

Sabía que este momento llegaría tarde o temprano, pero escuchar las dudas de Jungkook de primera mano hacía que todo se sintiera mucho más real. Intentando mantenerse neutral, asintió y le dio una palmada en el hombro.

—Es normal tener dudas, Jungkook. Especialmente con algo tan importante como esto. Pero… ¿te has preguntado qué es lo que realmente te hace dudar?

Jungkook miró al suelo, claramente inseguro de cómo expresar lo que sentía. Parecía estar buscando palabras, tratando de definir algo que aún estaba borroso en su mente.

—Creo que es… la presión de todo esto. No quiero decepcionar a nadie, y quiero ser el hombre que Sujin merece, pero me asusta la idea de perderme en este compromiso. Me preocupa hacer todo solo por cumplir con las expectativas de los demás.

Jimin se sintió invadido por una oleada de empatía y tristeza.

Él mismo había pasado por años reprimiendo sus propios sentimientos, especialmente cuando se trataba de Jungkook. Verlo tan vulnerable le hacía desear poder decirle la verdad sobre sus propios sentimientos, pero sabía que no era el momento ni el lugar.

—Escucha, Jungkook —dijo finalmente, eligiendo cuidadosamente sus palabras—. Lo más importante es que seas honesto contigo mismo. Si amas a Sujin, como dices, entonces quizá solo necesitas recordar por qué decidiste casarte con ella en primer lugar. Pero si sientes que hay algo que no estás viendo, algo que te preocupa, no está mal tomarte un momento para reflexionar. Nadie debería presionarte para que tomes una decisión que no sientas en el fondo de tu corazón.

Jungkook asintió, aunque todavía parecía perdido en sus pensamientos.

La sinceridad en las palabras de Jimin le ofrecía consuelo, y saber que tenía su apoyo le recordaba que no estaba solo en este proceso.

—Gracias, Jimin. No sé qué haría sin ti —murmuró con una sonrisa cansada.

Sin embargo, Jimin no pudo evitar sentir una punzada de tristeza al escuchar esas palabras.

La ironía de estar ahí, ayudando a su mejor amigo a planear una boda cuando él mismo guardaba sentimientos no correspondidos, era dolorosa. Pero, al mismo tiempo, ver a Jungkook en paz era lo único que quería.

A medida que la conversación continuaba, Jungkook comenzó a abrirse más sobre su relación con Sujin. Explicó cómo, al principio, todo había sido tan fácil, como si estuvieran destinados a estar juntos.

Pero, últimamente, algo había cambiado, y no sabía si era por la presión o por sus propios miedos.

—No quiero herir a Sujin —dijo, pasando una mano por su cabello en un gesto de frustración—. Ella ha sido increíble conmigo, y no merece que dude de nosotros.

—A veces, amar a alguien también implica ser honesto con uno mismo —respondió Jimin suavemente, sus palabras cargadas de una experiencia personal que solo él conocía—. Si hay algo que necesitas resolver, hazlo antes de dar el siguiente paso. Sujin se merece que seas completamente sincero.

Después de un rato, decidieron regresar. Jungkook se sentía un poco más tranquilo después de hablar con Jimin, aunque las dudas seguían presentes.

Al despedirse, le dio un fuerte abrazo, uno que duró un poco más de lo habitual, como si temiera que esa fuera la última vez que tendría a su amigo tan cerca.

—Gracias, Jimin. De verdad, eres el mejor —le susurró Jungkook, sin darse cuenta de cómo esas palabras resonaban en el corazón de Jimin.

Jimin se quedó mirando cómo Jungkook se alejaba, su figura desapareciendo en la distancia. Sabía que había hecho lo correcto al escuchar y ofrecer apoyo, pero no pudo evitar sentir que se había acercado aún más al borde de un precipicio emocional.

Al final, él también estaba atrapado, con sentimientos que no podía expresar y un amor que nunca sería correspondido.





Al día siguiente, la rutina de la planificación de la boda continuó.

Ambos se mostraron profesionales y distantes, pero en sus corazones, las palabras no dichas y los sentimientos reprimidos seguían latentes, amenazando con estallar en cualquier momento.

Una boda entre tu y yo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora