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Sujin, cada vez más absorta en los detalles de la boda, comenzó a notar algo extraño, difícil de expresar en palabras.

Entre las largas reuniones y discusiones sobre colores, música y la disposición de las mesas, observaba a Jimin con una mirada nueva, un escrutinio que no había existido antes.

Jimin, siempre tan concentrado y meticuloso, parecía ocultar algo bajo su profesionalismo, una tensión constante apenas visible.





Aquella tarde, mientras se reunían en la oficina de Jimin para discutir los arreglos florales, Sujin se permitió observarlo detenidamente.

Él hablaba con Yeonwoo, la florista, sobre las tonalidades que dominarían el salón principal. Sus ojos se enfocaban en cada pétalo con una intensidad casi dolorosa, como si necesitara esa concentración para mantener algo más profundo bajo control.

—Podríamos complementar las con un toque de lavanda —sugirió Jimin, acariciando con delicadeza una muestra de pétalos—. Ese tono suave aportará calidez y encajará perfecto con el estilo de la ceremonia.

Yeonwoo asintió, aprobando la elección, pero Sujin notó algo más en el tono de Jimin, algo vulnerable.

Al principio, pensó que era una impresión pasajera. Sin embargo, no pudo ignorarlo cuando vio que, cada vez que Jungkook entraba o era mencionado, una sombra de tristeza cruzaba fugazmente el rostro de Jimin, una expresión que desaparecía tan rápido como surgía.

Recordando las innumerables reuniones compartidas, Sujin repasó mentalmente esos momentos en los que había notado los cambios en la expresión de Jimin.

Era sutil, pero constante: había algo en sus gestos y en sus miradas prolongadas cuando Jungkook no estaba viendo, como si estuviera atrapado en una contradicción emocional.

Esa misma noche, durante una cena con Jungkook y sus padres, Sujin se percató de cómo Jimin evitaba los temas personales. Las conversaciones giraban en torno a los detalles de la boda, las expectativas y la formalidad de las familias, pero Jimin parecía cada vez más incómodo.

Cada vez que los padres de Jungkook insinuaban las "responsabilidades de una familia," Sujin veía cómo Jimin desviaba la mirada, bajando los ojos como si intentara proteger algo.

La verdadera revelación llegó unas semanas después, durante una tarde lluviosa.

Jimin y Sujin estaban en un estudio de modas, eligiendo detalles finales para el vestido de novia. El ambiente estaba lleno de murmullos y el sonido de telas rozando.

Probándose el vestido por última vez, Sujin se observó en el espejo mientras Jimin la miraba desde una distancia prudente.

—¿Qué te parece? —preguntó Sujin, girando ligeramente para ver su reflejo desde otro ángulo.

Jimin, con una sonrisa amable pero cargada de melancolía, asintió.

—Es perfecto para ti —respondió, en un tono suave que arrastraba una tristeza que Sujin no podía ignorar.

En ese instante, un pensamiento cruzó por su mente como un relámpago: ¿podía ser que Jimin estuviera enamorado de Jungkook?

La idea la sacudió profundamente. Trató de descartarla, diciéndose que era absurdo.

Sin embargo, cada vez que recordaba las miradas de Jimin y la manera en que parecía sufrir cada vez que Jungkook mostraba afecto hacia ella, sentía que esa idea cobraba fuerza.





A partir de ese momento, Sujin comenzó a observar a Jimin con una mezcla de curiosidad y desconfianza.

Decidió no confrontarlo directamente; en lugar de eso, optó por mantener una distancia prudente, permitiendo que la situación se desarrollara sola.

La idea de tener un "enemigo silencioso," alguien que albergara sentimientos no correspondidos hacia su futuro esposo, la inquietaba más de lo que quería admitir. No quería herir a Jimin, pero al mismo tiempo, no podía evitar sentir una especie de resentimiento.

Durante los días siguientes, Sujin trató de actuar con naturalidad, manteniendo la compostura. A medida que se acercaba el ensayo de la boda, se concentró en cada detalle posible, incluso en los más insignificantes, como el color de las servilletas o el aroma de las velas en el salón.

Sin embargo, cada vez que interactuaba con Jimin, sentía un vacío, una barrera emocional que antes no existía entre ellos.





Una noche, mientras se encontraba sola en su apartamento, Sujin se sentó en el sofá y dejó que sus pensamientos fluyeran.

La sospecha sobre los sentimientos de Jimin hacia Jungkook la atormentaba, y por más que intentara ignorarlo, sabía que había algo oculto que no podía evitar enfrentar.

Se preguntó qué haría con aquella información, si debería hablar con Jimin o incluso, con Jungkook.

Sin embargo, el miedo a destruir el delicado equilibrio que existía entre ellos la paralizaba. ¿Qué pasaría si Jungkook se enteraba? ¿Podría esa revelación arruinar la amistad que tanto valoraba?

La sola idea la asustaba, pero también se sentía traicionada en cierto sentido. Había una tristeza en Jimin que no le correspondía, un anhelo oculto que parecía consumirlo.

Al día siguiente, mientras paseaba con Jungkook por el parque, decidió tantear el terreno, buscando alguna señal de que él también hubiera notado algo en Jimin.

Hablaron de la boda, de sus planes futuros, de cómo estaban ansiosos por empezar su vida juntos. Pero cuando intentó indagar más sobre su relación con Jimin, Jungkook parecía ajeno, como si su conexión con él fuera la de siempre.

—Jungkook, ¿alguna vez has pensado en cómo podría sentirse Jimin con todo esto? —preguntó, intentando sonar casual.

Jungkook frunció el ceño, un poco confundido.

—¿A qué te refieres? Jimin siempre ha sido mi mejor amigo, y estoy seguro de que está feliz por nosotros. Siempre ha apoyado cada decisión que he tomado —respondió, con una sonrisa tranquila.

Sujin asintió, pero no pudo evitar sentir un nudo en el estómago. La situación era más complicada de lo que había imaginado.

Sabía que no podía seguir adelante sin comprender los sentimientos de Jimin y el efecto que estos tendrían en su relación con Jungkook. Decidió que lo observaría más de cerca y, llegado el momento, confrontaría la verdad aunque le doliera.





Pasaron los días, y aunque Sujin intentaba continuar con los preparativos de la boda, la inquietud en su interior crecía.

Cada reunión con Jimin era como caminar sobre un suelo frágil; sentía que cualquier palabra o gesto podría hacer que esa tensión se rompiera. Empezó a notar cada gesto de Jimin con más atención, observando cómo sus expresiones, sus suspiros contenidos, y sus miradas, parecían siempre buscar a Jungkook.

Una noche, después de una cena con amigos, Sujin se encontró sola en la terraza de su apartamento, sumida en sus pensamientos.

Miró el cielo oscuro y respiró profundamente, intentando calmar su mente. No quería arruinar su vínculo con Jimin ni hacer que Jungkook sospechara algo que quizás era solo una ilusión.

Pero cada vez que recordaba el dolor en los ojos de Jimin, sentía que sus sospechas eran más reales de lo que quería admitir.

Una boda entre tu y yo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora