Capitulo 4

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El sol apenas comenzaba a elevarse sobre Konoha, iluminando las calles con una cálida luz dorada. Lily, atrapada en el cuerpo de Obito, salió del departamento con una camisa gris y un pantalón negro, arrastrando los pies mientras avanzaba lentamente por las calles vacías.

Las ojeras profundas se marcaban bajo sus ojos, el cansancio y la ansiedad acumulados le habían robado el sueño durante la noche.

No había forma de calmar la tormenta de pensamientos en su cabeza, y sentía que con cada paso que daba, el peso de la responsabilidad la aplastaba un poco más.

Se llevó una mano al cuello, sintiendo la sequedad de su garganta.

No había comido ni bebido casi nada en días, demasiado atrapada en el pánico de su nueva realidad. Sabía que tenía que alimentarse, pero incluso eso parecía una tarea imposible cuando todo lo que podía pensar era en el entrenamiento con Minato, Kakashi y Rin. ¿Cómo iba a enfrentarse a ellos sin saber siquiera cómo usar chakra?

Después de un rato caminando sin rumbo, encontró una pequeña tienda y entró para comprar algunas verduras.

Algo ligero para cocinar más tarde, se dijo. Tal vez la comida le ayudaría a pensar con más claridad, a encontrar una excusa para evitar el entrenamiento.

Si le decía a Minato que no se sentía bien, tal vez podría ganar algo de tiempo. Pero el problema más grande era que ni siquiera sabía dónde encontrarlo.

Mientras pagaba sus compras, Lily miró alrededor del lugar con una mezcla de desconcierto y nerviosismo.

Konoha, el lugar que tantas veces había visto en el anime, ahora parecía extrañamente desconocido en la vida real. Todo era más grande, más vivo, y más intimidante.

Cada calle le parecía un laberinto, y aunque sabía en teoría dónde estaban algunos lugares clave, caminar por ellos era otra historia. Era como si la distancia entre la pantalla y la realidad fuera mayor de lo que había anticipado.

Mientras tanto, a lo lejos, Minato Namikaze observaba la escena. Había salido temprano de su casa, como solía hacer, para llegar al campo de entrenamiento con tiempo de sobra.

Le gustaba revisar los detalles antes de que llegaran sus estudiantes, asegurarse de que todo estuviera preparado para el día. Pero en su camino, había visto a Obito deambulando por las calles. Algo no estaba bien.

Minato lo observó por un momento, sus ojos azules captando cada detalle. Obito caminaba de manera insegura, arrastrando los pies y mostrando una debilidad inusual.

Las ojeras bajo sus ojos no pasaban desapercibidas, y su postura era la de alguien que llevaba un peso demasiado grande. Desde que había ido a buscarlo a su departamento días antes, Obito no parecía haber mejorado. Si acaso, estaba peor.

Con un suspiro silencioso, Minato decidió acercarse. No podía ignorar la evidente angustia de su estudiante, y sabía que algo más profundo estaba afectándolo.

Mientras avanzaba hacia él, pensaba en cómo abordar la situación.

Minato siempre había sido paciente, sabía cuándo presionar y cuándo ofrecer apoyo, y esta situación requería un enfoque cuidadoso.

Lily no se dio cuenta de que Minato la estaba observando hasta que lo vio acercarse desde el otro lado de la calle. Sintió que su estómago se retorcía en un nudo de nervios. “Dios, no ahora”, pensó, deseando poder desaparecer en ese mismo instante.

No estaba preparada para enfrentarlo, ni siquiera había tenido tiempo de inventar una excusa convincente.

—Obito —la voz suave y cálida de Minato resonó mientras se detenía frente a ella—. No esperaba verte por aquí.

Lily se forzó a mirar hacia él, tratando de ocultar el pánico que la invadía. Minato sonreía de manera amable, pero sus ojos reflejaban una profunda preocupación.

—Sensei... —Lily trató de mantener la compostura, pero su voz sonaba más débil de lo que hubiera querido.

Minato la miró detenidamente, estudiando su expresión y su postura con la habilidad de un ninja veterano. Sabía que algo estaba mal

Había encontrado a Óbito tal vulnerable aquel día y estaba profundamente preocupado y con demasiadas preguntas pero no quería presionarlo demasiado de inmediato. A veces, la mejor forma de ayudar era solo estar presente.

—Has estado un poco... desaparecido últimamente —comentó Minato con suavidad, pero sin perder el tono serio—. ¿Te sientes bien?

Lily tragó saliva. Esta era su oportunidad de decirle que no se sentía bien, de evitar el entrenamiento, de ganar más tiempo.

Pero las palabras no salían de su boca. No estaba bien, claro, pero decirle eso a Minato, una figura tan respetada y carismática, la hacía sentir aún más fuera de lugar.

—Estoy... —comenzó, pero no pudo terminar la frase. El cansancio y el estrés pesaban demasiado.

Minato frunció el ceño ligeramente. No le gustaba ver a sus estudiantes en ese estado, especialmente a alguien como Obito, que solía ser tan enérgico y optimista, a pesar de sus constantes retrasos.

Algo profundo estaba afectándolo, y aunque Minato aún no sabía qué era, no podía ignorarlo.

—Obito —dijo con más firmeza, pero sin perder el tono comprensivo—. Si hay algo que te preocupe, puedes decírmelo. No tienes que enfrentarlo solo.

Lily apartó la mirada. Las palabras de Minato la golpeaban con más fuerza de la que esperaba. Él no estaba siendo solo el sensei, estaba siendo alguien que realmente se preocupaba por su bienestar, y eso solo hacía que se sintiera más culpable por estar ocupando el lugar de Obito.

—Es solo que... —Lily hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas. No podía decirle la verdad, pero tampoco podía seguir fingiendo que todo estaba bien—. Me siento un poco... Cansado y algo enfermo últimamente.

Era una verdad a medias, pero era lo mejor que podía hacer en ese momento.

Minato asintió lentamente, como si estuviera procesando sus palabras. Sabía que había algo más detrás de esa confesión, pero también sabía cuándo no presionar demasiado.

Había visto muchas veces a jóvenes shinobis enfrentarse a situaciones difíciles, y a veces lo único que necesitaban era un poco de tiempo.

—Lo entiendo —dijo finalmente, su tono de voz lleno de comprensión—. Todos nos sentimos así en algún momento. Pero recuerda, siempre puedes contar conmigo, con el equipo. No tienes que cargar con todo solo.

Lily asintió débilmente, agradecida por la respuesta de Minato, aunque aún sentía el peso de su situación sobre sus hombros.

—Gracias...sensei —murmuró, sin saber qué más decir, se sentía tan extraño llamar a alguien por palabras japonesas, sin importar cuanto lo hubiera imaginado en su anterior vida

Minato observó a su estudiante por un momento más, y luego esbozó una pequeña sonrisa.

—Hoy no hay necesidad de apresurarse al entrenamiento —dijo, inclinando la cabeza ligeramente—. Ve a casa, descansa un poco, y cuando te sientas listo, únete nuevamente al entrenamiento. No voy a presionarte hoy, sin embargo quiero que estés listo para el siguiente

Lily sintió un inmenso alivio al escuchar esas palabras. Minato le estaba dando el tiempo que tanto necesitaba, sin siquiera preguntar más.

Minato asintió, dándole una palmada suave en el hombro antes de girarse y alejarse. Lily lo vio desaparecer entre las calles de Konoha, y solo cuando estuvo completamente fuera de vista, dejó escapar un largo suspiro.

Había logrado ganar algo de tiempo, pero sabía que no podía evitar el entrenamiento para siempre. Tenía que encontrar una manera de aprender lo básico, y rápido, antes de que las mentiras comenzaran a desmoronarse.

Pero por ahora, solo quería llegar a casa, cerrar la puerta y respirar.


Reencarne en Óbito UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora