Dipper estaba al borde de la desesperación, Candy había comenzado a ignorar sus llamadas, no aparecía cuando la buscaba y ni siquiera respondía a sus mensajes. Cada vez que la citaba en algún lugar, ella no llegaba. ¿Qué está pasando? ¿Por qué ese dolor que sentía se estaba haciendo tan familiar, tan constante? No era solo la incomodidad de una simple migraña; era algo más profundo, algo que le hacía llorar de impotencia, retorcerse en su cama cuando el dolor se volvía insoportable. Mabel fue la primera en notar que algo estaba mal, ella siempre había tenido esa habilidad para percibir los cambios en su hermano, y esta vez no fue la excepción
—Dipper, ¿Qué pasa? No eres el mismo— le dijo una noche cuando lo encontró sentado en el sillón de la sala, con la cabeza entre las manos
—Es Candy— murmuró, sin levantar la vista. Mabel lo miró con preocupación y se sentó a su lado
—¿Qué pasa con ella? Desde que volvimos de California ella ya no confía en mí y no me cuenta que le pasa, no seas como ella, sabes que puedes confiar en mí
Dipper no respondió de inmediato, lo que sentía era difícil de explicar. Candy lo estaba ignorando, si, pero había algo más que no entendía, algo que lo confundía hasta el punto de sentirse completamente perdido
—Sé que puedo confiar en ti Mabel.. pero no lo sé, es como si ya no la conociera
Mabel miró en silencio, conocía bien a Candy y sabía que había algo más detrás de todo esto, decidida a descubrir que estaba pasando, Mabel comenzó a investigar por su cuenta y fue directamente a la mansión Noroeste.
[...]
Al siguiente día, Dipper no soporto más esa confusión, si estaba enamorado de Candy no iba a quedarse de brazos cruzados, tenía que luchar por ella. Aquella noche, rebuscando entre sus cosas, encontró el anillo que había comprado hacía un tiempo, esta vez la enfrentaría, le haría darle una razón de su rechazo. Salió de la cabaña para ir al apartamento de ella, no le importaría si la encontrara con alguien, quería que se lo dijera de frente, que no huyera como esa vez en el restaurante, estaba dispuesto a aceptar cualquier cosa, pero quería preguntarlo una vez más.
Mientras tanto, Candy estaba en su apartamento caminando de un lado a otro con el teléfono en la mano; llevaba un buen rato hablando pero su tono estaba lejos de ser feliz
—¡Ya basta! He hecho todo, si tú no has dado los pasos que debes pues entonces lo siento, no puedo ayudarte más— gritó al teléfono un poco exaltada— No, no vengas, no tengo nada que hablar contigo, ¿entiendes?— sin más corto la llamada tirando su teléfono al sofá
Ella ni siquiera tenía que ver ahí pero era de las más perjudicadas, ¿Por qué había tenido que aparecer una tercera persona entre ella y Dipper? Si Pacífica no hubiera aparecido, entonces no hubiera tenido que hacer nada de lo que pasó, estarían felices juntos, no en ese maldito pozo del cual no podía salir.
Se sentó en el sofá, no iba a derramar ni una sola lágrima, ya no más, solo trago pesado para darse las fuerzas suficientes. Pero todo volvió a derrumbarse al escuchar su puerta abrirse, se levantó de golpe mirando a quien había entrado—¿Qué haces aquí Dipper?— verlo a él la calmaba, pero su corazón dolía cada vez más
—Candy por favor, sé que sientes algo por mí, ¿Por qué estás haciendo esto?— dijo, su voz rota por la incertidumbre. Necesitaba una respuesta, un sí o un no definitivo
—Vete.. por favor— suplicó ella, intentando mantener la compostura, pero la barrera emocional que había construido empezaba a desmoronarse
—Pero realmente te amo— dijo acercándose a esta totalmente decidido
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𝔻𝕒𝕞𝕟 𝕄𝕖𝕞𝕠𝕣𝕪 ᯓ Dipcifica
FanfictionY vivieron felices para... ¿No? Una serie de choques casuales y algunos no tan casuales, causará que entre ellos pueda surgir algo, o quizás no.