Capítulo 2

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Al día si siguiente, la noche llegó más rápido de lo esperado, todos en la cabaña nos estábamos preparando para ir a esa extraña fiesta, me vestí formal y por la insistencia de mi hermana no me quedó más remedio que invitar a Candy como mi acompañante. Cuando llegamos a la mansión, la multitud era impresionante, parecía que todo el pueblo había asistido, habían muchas parejas regadas por todo el lugar, los hombres vestidos con terno y las mujeres con los vestidos más hermosos que seguro encontraron en la tienda

Algo que me sorprendió y me hizo recordar viejos tiempos fue ver aquella alfombra que unos años atrás había ensuciado junto con Pacifica, era la misma, las manchas seguían ahí aunque apenas perceptibles, yo al menos las notaba

—¿Qué tanto miras el suelo?— preguntó Candy viéndolo también

—Nada, solo la alfombra.. es bonita

—Si, todo aquí luce impecable

De lejos pude ver al viejo McGucket por lo que dejé a Candy con Mabel y Grenda para ir a conversar con él, se emocionó mucho al verme y me contó que los Noroeste volvieron a comprarle la mansión, él aún seguía teniendo dinero pero prefería invertirlo y pasar desapercibido viviendo en su antiguo hogar de siempre; todo estaba bien hasta que la ceremonia al fin comenzó, el señor Preston Noroeste llamo la atención de todos en el lugar tocando con una pequeña cuchara su copa

Y ahí estaba ella, luciendo esa belleza y superioridad que la caracterizaba, agarrada de la mano de un chico que estaba junto a ella.

—Está noche queremos compartir con ustedes la feliz noticia, mi única hija, Pacífica Noroeste, está comprometida con el príncipe Felipe de Escocia. Un joven digno de nuestro respeto y sobre todo del cariño de nuestra hija— dijo y los aplausos llenaban el salón

Miré a Pacífica buscando alguna señal de duda, pero su expresión era tranquila, serena. ¿De verdad estaba enamorada de ese príncipe? Y lo peor, ¿por qué me molestaba tanto?. Las horas pasaron, la noche transcurría con normalidad, yo estaba recargado contra una pared, con una copa de vino en la mano, ni siquiera había probado un sorbo de aquel líquido, solo la había cargado por varios minutos, mientras mis ojos estaban puestos en ella, a lo lejos la observaba bailando con su prometido

No era que me importara, pero si me intrigaba aquella extraña relación en donde más bien parecían sacados de una mala comedia romántica, al menos yo lo veía así. Un par de horas más y podría largarme de allí.
Sin notarlo lleve aquella copa a mis labios y bebí del contenido; dejé la copa en la bandeja de un mesero que pasaba y comencé a vagar por el salón buscando matar el tiempo hasta poder irme. El ruido y la multitud me estaban volviendo loco, ya no soportaba estar ahí, así que subí al segundo piso para buscar un poco de tranquilidad; abrí la primera puerta que encontré y para mi sorpresa, era la habitación de Pacífica

Muy cliché

Estaba por irme, pero algo me detuvo, había un balcón; caminé hacia él y me apoyé en la baranda mientras soltaba un suspiro cansado. La vista era hermosa, el cielo estaba lleno de estrellas y una suave brisa acariciaba mi rostro.
Por primera vez en toda la noche, sentí que podía respirar

—¡Dipper Pines!

—Carajo— murmuré dándome la vuelta hacia aquella voz femenina, encontrándome con el rostro sorprendido de la rubia

—..¿En verdad eres tú?

—Lo siento, no debí entrar a tu habitación. Ya me iba.. toda tuya— respondí avergonzado

Pase por su costado golpeándome mentalmente mientras iba hacia la puerta "¿Toda tuya?" Que imbécil

—Espera.. —me detuvo tomándome del brazo— No sabía que habías regresado, ¿Cómo has estado?

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