Capítulo 11

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Dipper abrió lentamente los ojos, o eso creía hacer, pero la luz del cuarto lo lastima, cada parpadeo era doloroso

—¡Doctor, doctor despertó!— grito Mabel rompiendo el silencio del cuarto

Él escuchó pasos acercándose y con esfuerzo, distinguió la silueta de su tío Stan

—No te esfuerces demasiado— le dijo Stan en tono firme pero amable— Has tenido mucha suerte muchacho, un golpe tan fuerte como ese te hubiera hecho perder la vida

Con esfuerzo, Dipper abrió los ojos un poco más y notó que Mabel y Stan estaban junto a su cama, mirándolo con evidente preocupación. Intento sentarse, pero un dolor profundo recorrió su cuerpo, obligándolo a detenerse

—Que no te esfuerces— le reclamó Mabel

—¿Qué.. qué fue lo que pasó?— preguntó sentándose— Lo último que recuerdo es..— hizo una pausa, frunciendo el ceño intentando recordar— ¿Estábamos con Candy? Algo me golpeó.. o tal vez caí. Todo está confuso

Stan suspiró y le dio una palmadita en el hombro

—Tranquilo muchacho, no te preocupes por eso ahora. Lo importante es que estás aquí y eso es lo que cuenta

En ese momento, la puerta del cuarto se abrió y Candy entró, claramente aliviada pero aún con preocupación en el rostro.

—¡Dipper! Al fin despiertas— exclamó, acercándose rápidamente— ¿Cómo te sientes?

Mabel miró a Stan y ambos se retiraron discretamente

—Vamos con Ford, debemos resolver el pago del tratamiento— le dijo Stan, y salieron del cuarto dejándolos solos

Candy miró a Dipper, su semblante mostrando una mezcla de sentimientos encontrados, realmente no quería confesarle la verdad, ella realmente quería tenerlo que no de esa manera. Cuando le contó todo la mirada de Dipper hizo que el corazón se le rompiera, este parecía no creer lo que escuchaba. Cuando estuvo cerca de él, se quitó el anillo para entregárselo, él solo lo cogió mirándolo en la palma de su mano, sus lágrimas empezaron a caer, no entendía que estaba pasando, quería detener todo.
Él cerró sus ojos tratando de procesar todo lo que había escuchado

—Dipper..— murmuró una voz su nombre entrando al cuarto

—Pacífica— susurró apretando el anillo en su puño

Pacífica se acercó para rodearlo en un abrazo. Finalmente lo había recuperado, o al menos eso quería creer. Él levantó su mirada hacia Candy que miraba a un lado de la habitación y enseguida él la apartó de su cuerpo mirándola con una frialdad que parecía haber resurgido en él, como si cada sentimiento estuviera oculto bajo una máscara de indiferencia

—Basta de shows, vete

Aquella palabras hicieron que Candy levantara la mirada a él, ella le confesó todo, hasta Pacifica parecía fuera de sí, ella no entendía nada, ¿Por qué él actuaba así? ¿Acaso el golpe no lo había hecho recordar? él prometió amarla siempre, ¿Por qué estaba haciéndole esto? ni siquiera se detuvo a pelear un momento, al parecer, aquel amor era tan falso como el de su exesposo, ella bajo la mirada apretando sus manos, ¿Qué había hecho mal para merecer esto? respiro profundo y entonces sonrió aunque se veía tan falso como una novela antigua

—Esta bien.. creo que me equivoqué. Lamento molestarlos— dijo Pacífica para salir rápidamente de aquel cuarto, quería ir a casa, quería encerrarse, ya no lo soportaba. Cuando se casó era muy joven, realmente creyó ser amada, al igual que ahora, pero estaba totalmente equivocada

—Mabel, le confesé todo, lo juro— decía viendo a Mabel que había presenciado todo apoyada en la puerta del cuarto mirándola con total seriedad

—Candy dice la verdad— habló de repente— Por lo que me contó y por el golpe que recibí, recordé todo. He recordado cada momento vivido hasta hoy

—¿Ves Mabel? Pero.. no entiendo qué sucede— dijo Candy angustiada

—Creo que..—volvió a hablar— Pacífica vino a mí solo porque descubrió mis sentimientos, sería demasiado humillante aceptarla solo por eso, no lo hace por amor verdadero— esta vez sonaba diferente, ya no con el mismo de antes, si no el que había sufrido y madurado al lado de Pacífica Noroeste— Gracias por cuidar de mí Candy.. el golpe me hizo recordar todo, pero no hacerme olvidar de quien siempre estuvo para mí

—Dipper..— habló Mabel

—Por favor, ahora déjenme solo. Necesito descansar

Mabel y Candy compartieron una mirada cargada de confusión. Candy permaneció en silencio mientras Dipper cerraba los ojos, en su mente se preguntaba si siempre sería así, un refugio temporal, un consuelo pasajero. Sabía que nunca había amado a nadie más que a él, y pese a todo, le permitiría usarla, pues sentía que no tenía otro propósito en su vida





[...]

Todo lo que quedaba era un cuarto gigante, lleno de cuadros con pinturas que ella había hecho, todo y cada uno de ellos reflejando cada recuerdo, todo destruyendo sus sueños.
En ellas se notaba a un chico de cabellos negros y una chica de cabello negro y largo, se notaban felices, siendo una pareja que cualquiera envidiaría

Durante los meses que pasaron. Pacífica pintó cientos de cuadros, ahogándose en su tristeza, encerrada en el ático de la mansión. Había perdido tanto peso que ya no se notaba su apariencia total, quería desaparecer, intentaba seguir a delante pero le era imposible. Rodeada de todas esas pinturas que reflejaban a Felipe y a su amante Julieta, sintiendo un abismo profundo que ya la había consumido, quiso destruirlo todo para ser feliz pero se terminó destruyendo ella.

Su última obra había sido terminada, pero este se mostraba una pareja diferente, era un chico de cabellos castaños al lado de una chica con gafas, ambos sonriendo, ambos siendo felices, sujetos de la mano muy despreocupados de la vida.
¿Cuál había sido su propósito desde un principio?.. ¿Solo eran palabras vacías?

Si las palabras se las lleva el viento, el papel se vuelve cenizas, todo había sido una vil mentira y ella había vuelto a cometer un error, tropezó la misma piedra dos veces, se ahogó en sus ilusiones. Lo Las lágrimas caían por las mejillas de Pacífica, tan pesadas y tan profundas, quizás aún más que la primera vez. No podía dejar de mirar su última obra, todos los recuerdos venían a su memoria, pero por alguna razón, el ver ese cuadro le afectaba más que los otros, ese mostraba a su amigo, los otros a su exesposo, y se dio cuenta que era tiempo de superar esa etapa, debía tirar todos los anteriores cuadros, era momento de levantar la cabeza, y con Dipper, ella sabía que definitivamente la había olvidado, se lo demostró, ella se desmoronó peor que cuando sucedieron todos los problemas con Felipe, pero ahora era por ella por quien debía luchar.

En ese momento salió del ático, para ir a ver a sus padres, debía valorar ahora lo que le quedaba en su vida, debía dejar de llorar, debía dejar de ser tan pasiva como lo era. Si Dipper al final jugó con ella, entonces ya no volvería a caer en algo como el "amor" ahora todo iba a cambiar, estaba segura

—Pacífica querida, el mayordomo me dejó esto, dijo que tenía que dártela apenas salieras de tu basurero— comentó su madre, mientras rebuscaba en su bolso la carta que Wilson le había dejado especialmente para ella

—No es un basurero mamá— respondió con una leve irritación, tomando la carta de las manos de su madre

Su curiosidad aumentó mientras rompía el sello y desplegaba la hoja dentro del sobre. Había un mensaje breve

"Asegúrate de estar en el 233 de la Calle Oeste, esta noche a las 8pm.
Candy Chiu."

¿Candy? Desde aquel día en el hospital, no se habían vuelto a ver, y el hecho de que le pidiera que la viera en un lugar tan específico la lleno de preguntas. La incertidumbre se transformó rápidamente en una curiosidad que no podía ignorar, estaba decidida, había madurado lo suficiente para afrontar lo que fuera que la esperaba en esa cita, así que iría sin dudarlo.
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