Revelaciones al Amanecer.

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La noche siguió su curso, pero la conversación entre Duxo y Aquino había encendido una chispa que no podían ignorar. Se sentaron en el parque, sus manos entrelazadas, sintiendo el calor de su conexión en la fría brisa nocturna. Las estrellas brillaban sobre ellos, como testigos silenciosos de su promesa.

—Entonces, ¿cuál es nuestro primer paso? —preguntó Duxo, con un destello de nerviosismo en su voz.

Aquino lo miró, sus ojos resplandecían con determinación. —Creo que deberíamos empezar a ser más abiertos con nuestros amigos. Necesitamos su apoyo, y si realmente queremos hacer esto, no podemos seguir ocultándonos.

Duxo asintió, pero la incertidumbre lo envolvía. —Sí, pero... ¿qué pasa si no lo entienden? ¿Y si se sienten traicionados?

—No podemos vivir con miedo. Si son verdaderos amigos, deberían apoyarnos. Y si no... bueno, eso será algo que tendremos que manejar. —Aquino se encogió de hombros, tratando de mantener la conversación ligera, pero Duxo pudo ver la seriedad en su expresión.

Después de un momento de silencio, Duxo dijo: —Tienes razón. No quiero que esto se convierta en un secreto que nos consuma. Pero, ¿cómo lo hacemos? ¿Qué les decimos?

—Podemos ser directos. No hay necesidad de complicarlo. Simplemente podemos decirles que estamos juntos, que nos importamos el uno al otro. Y que queremos que lo sepan. —Aquino tomó una respiración profunda, como si se estuviera preparando para un gran salto.

Duxo sintió que el miedo comenzaba a apoderarse de él nuevamente. —¿Y si hay reacciones negativas? Ya hemos hablado de esto, pero... no estoy seguro de que esté listo para enfrentar eso.

Aquino apretó la mano de Duxo. —Sé que es difícil. Pero también sé que lo que tenemos es real y vale la pena. ¿No lo sientes?

—Sí, lo siento —respondió Duxo, su corazón latiendo con fuerza—. Solo necesito un poco de tiempo para procesar todo esto.

—Está bien. No hay prisa. Podemos hacerlo cuando estés listo. —Aquino sonrió, su voz suave y comprensiva.

Decidieron que, al menos por esa noche, no pensarían más en el futuro inmediato. Pasaron el resto del tiempo hablando de recuerdos compartidos, riendo sobre anécdotas pasadas y disfrutando de la compañía del otro. Pero, a medida que la noche se desvanecía y el amanecer comenzaba a asomarse, el peso de la decisión que debían tomar seguía presente.

A la mañana siguiente, Duxo se despertó con el corazón aún agitado. Se sentó en la cama, reflexionando sobre lo que había hablado con Aquino. Sabía que debía enfrentarse a la realidad de su relación, y aunque quería hacerlo, el miedo persistía.

Decidió hacer algo que lo distraería. Se conectó para hacer un stream, un intento de normalizar las cosas y despejar su mente. Cuando Aquino se unió a la transmisión, el aire se volvió más ligero, y las sonrisas se hicieron más naturales. Sin embargo, había un hilo de tensión entre ellos, una comprensión silenciosa de que pronto tendrían que abordar la verdad.

Durante el stream, el chat estaba al rojo vivo. Los seguidores notaron la química entre ellos, lanzando comentarios juguetones que hacían reír a ambos.

—¿Sabes qué sería épico? —dijo Aquino, guiñando un ojo a la cámara—. Un reto de besos en el juego.

Duxo se sonrojó, pero decidió seguirle el juego. —¡Eso sería muy divertido! Pero, ¿qué pasa si te gano?

Aquino se rió, la energía entre ellos era contagiosa. —Eso nunca pasará. Estoy listo para dejarte sin palabras.

El chat estalló en risas y emojis, disfrutando del coqueteo evidente. Pero, aunque se divertían, Duxo sentía que las miradas virtuales estaban presionando sobre ellos. Se preguntó si había algo que la audiencia ya sospechaba.

𝙲𝚘𝚖𝚘 𝚞𝚗 𝚊𝚖𝚒𝚐𝚘 𝚖á𝚜 (ᗪᑌ᙭IᑎO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora