Era el primer día de clases, y como siempre, la escuela vibraba con la energía de cientos de estudiantes que llenaban los pasillos. Félix, el profesor de inglés, observaba con una mezcla de calma y orgullo cómo los estudiantes se adaptaban a sus nuevos horarios y aulas. Con su figura alta y mirada segura, tenía la presencia de alguien que inspiraba respeto, pero también era conocido por su bondad y su disposición a ayudar.
Esa misma mañana, llegó un nuevo maestro de matemáticas, un hombre delgado, de cabello castaño claro, rostro amable y sonrisa tímida. Su nombre era Jhonatan. Al contrario de Félix, era reservado, casi frágil en su forma de moverse y expresarse, como si estuviera cuidando cada palabra que decía. Vestía con elegancia, con un estilo pulcro y algo bohemio que reflejaba su amor por los números y la lógica.
Durante el receso, mientras Félix acomodaba algunos libros en su mesa, Jhonatan llegó al área de profesores buscando la sala. Su expresión mostraba un poco de nerviosismo y desorientación, como si no supiera exactamente dónde estaba.
—¿Te perdiste? —preguntó Félix con una sonrisa amable, cruzando los brazos.
Jhonatan alzó la vista y se encontró con aquel hombre de presencia fuerte y mirada cálida. Algo en su interior se estremeció al ver la seguridad de Félix, como si aquel hombre irradiara una confianza y estabilidad que lo tranquilizaban.
—Ah… sí, bueno… soy nuevo aquí. Estaba buscando la sala de profesores —respondió Jhonatan, intentando no mostrarse demasiado nervioso, aunque era difícil ocultarlo.
Félix soltó una risa suave, que resonó en el ambiente.
—Es fácil perderse el primer día. Ven, te acompaño —le dijo con un gesto de la mano, invitándolo a seguirlo.
Jhonatan asintió agradecido y caminó a su lado. Durante el trayecto, Félix intentaba hacer la conversación amena, preguntándole sobre su vida y cómo había decidido dedicarse a la enseñanza de matemáticas. Al hablar, notaba cómo la expresión de Jhonatan se iluminaba al mencionar su amor por los números y cómo disfrutaba de resolver problemas.
—Así que, ¿matemáticas? —preguntó Félix finalmente, al ver cómo el rostro de Jhonatan se llenaba de entusiasmo al hablar de su materia.
—Sí, siempre he creído que las matemáticas son como un lenguaje universal. Enseñar matemáticas es una manera de ayudar a los estudiantes a comprender el mundo que los rodea —explicó Jhonatan, con un brillo especial en los ojos.
Félix no pudo evitar pensar que aquel brillo le quedaba bien, que transformaba su rostro de una manera sutil y encantadora. Hubo un momento de silencio, en el que ambos se miraron y algo en el aire pareció cambiar, como si un hilo invisible los conectara.
Al llegar a la sala de profesores, Félix abrió la puerta y se apartó para dejar pasar a Jhonatan, quien se detuvo por un instante en la entrada, mirándolo con una leve sonrisa.
—Gracias, Félix. No muchos se tomarían el tiempo para ayudar a alguien nuevo como yo —dijo Jhonatan, bajando un poco la mirada.
Félix solo asintió, sintiendo un impulso repentino de decir algo, pero sin encontrar las palabras. No era hombre de expresar mucho, pero había algo en Jhonatan que le hacía desear conocerlo más.
—Para lo que necesites, aquí estoy —respondió finalmente, con una sonrisa cálida.
Mientras Jhonatan se adentraba en la sala, Félix permaneció un instante más, observándolo. Aunque no sabía exactamente por qué, sentía que aquel encuentro no había sido una simple coincidencia.
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Un amor inesperado
Roman d'amourUna historia entre dos maestros que al principio solo son colegas. A medida que trabajan juntos, surgen debates y malentendidos entre ellos.Y quien sabe, Quizás hay mas que una simple amistad