Capítulo 37

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Jungkook se inclinó sobre la camilla de Jimin, sus manos temblando ligeramente mientras le pasaba un pañito húmedo por el rostro. Lo hacía con un cuidado reverente, temiendo lastimarlo. Ya había pasado una semana, y cada día sin que Jimin abriera los ojos le pesaba como una eternidad.

Su corazón estaba sumido en una inquietud sofocante, y la espera era casi insoportable. Jimin, su primer amor, su esposo, permanecía en ese estado de silencio frágil y vulnerable, y él solo podía observarlo, impotente.

―Vamos, Jimin... ―murmuró, con la voz apenas audible― Amor, despierta, por favor―

Lo peor era el saber que, a pesar de que sus signos vitales estaban en perfecto estado, y aunque ya respiraba por sí solo, Jimin no daba señales de volver en sí. Y ahora, para colmo, el Consejo exigía un informe detallado.

Jungkook sentía que la situación le estaba arrancando las entrañas, presentarse ante ellos significaba poner a Jimin en el centro de una tormenta de especulaciones y dudas, un blanco fácil para aquellos que solo verían en él una herramienta.

En ese instante Seokjin entró en la habitación, observándolo con la mirada comprensiva. Jungkook sintió su presencia, pero no se giró, centrado en terminar de limpiar cada pequeña parte del rostro de Jimin, como si eso pudiera despertarlo.

―Es hora ―anunció Seokjin con voz suave―. Después de días de análisis y revisiones, el Consejo espera un informe sobre el estado de Jimin. Debemos presentarnos―

Jungkook mantuvo su semblante serio, asintiendo lentamente, aunque sus manos apretaron con fuerza el pañito que sostenía. Sabía que se enfrentaría a su padre, Jeon Gongyoo, un hombre que vería en Jimin solo una amenaza, un arma que podía aprovecharse.

Y, sin embargo, no podía mostrar debilidad, no frente a aquellos que buscarían cualquier excusa para dañar lo que él más amaba.

―¿Crees que realmente intentarán comprenderlo? ―preguntó, sin apartar la mirada de Jimin.

―No lo sé ―admitió Seokjin― Pero yo estoy comprometido a mostrar al Consejo lo que Jimin realmente es: un ser lleno de inocencia y luz. No permitiré que lo etiqueten como una amenaza sin dar la batalla primero―

Jungkook respiró hondo, manteniendo su rostro sin una sola mueca de inseguridad, como el comandante que era. Sin embargo, sus pensamientos estaban llenos de temor. Recordó las palabras de Seokjin, recordándose a sí mismo que debía mantener la calma, que esa era la forma de proteger a Jimin.

Era el comandante Jeon Jungkook, el líder de Cerbero. Todos confiaban en él.

Seokjin, viendo el leve temblor en las manos de Jungkook, le apretó el hombro ―Mantente fuerte, tienes que ser fuerte por los dos―

Jungkook asintió en silencio, aunque su voz se mantuvo calmada y firme, en su interior solo tenía una súplica ―Despierta pronto, Jimin... porque en el caos de la vida, solo tú y tu amor me trae paz ―

Con una última mirada al cuerpo dormido de Jimin, Jungkook se giró hacia Seokjin, listo para enfrentar el Consejo.

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El comandante Jeon y el doctor Kim avanzaban por los fríos pasillos rumbo al edificio del Consejo. A su paso, los soldados detenían sus actividades, saludando a Jungkook con respeto y admiración, firmes en sus posiciones. Era el comandante de Cerbero, el futuro líder del Consejo y del mundo en ruinas que quedaba. Para todos ellos, Jungkook representaba una esperanza de orden en el caos, un emblema de fuerza inquebrantable.

Aunque Jungkook mantenía su rostro inexpresivo, bajo la superficie sentía una mezcla de nerviosismo y rabia, emociones que no podía permitirse dejar ver. Siguió caminando con la cabeza en alto, impasible, hasta llegar a la sala donde se llevaría a cabo la reunión. Allí tomó asiento en uno de los puestos, adoptando la misma postura de fría neutralidad que su padre siempre le había exigido.

Star Dust  ♡KookMin♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora