la llegada a Mystic Hollow

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El trayecto del grupo fue largo, ya que Mystic Hollow estaba ubicado en los pueblos más alejados, en la entrada a la carretera que conectaba todos los pueblos escondidos en las montañas, como Villa Aldres, Whispering Pines y Silverthorn. Esto significó varias horas de viaje. Durante todo el trayecto, el joven Andrew dormía en el asiento trasero del auto, agotado por el dolor en su brazo y el cansancio acumulado. Mientras tanto, tanto Milo como Jesús se encontraban en sus propios asuntos. Jesús conducía en silencio, mientras Milo estaba sentado en una especie de meditación, sumido en sus pensamientos.

Mientras todos estaban callados, una luz en el auto indicó algo que rompió el silencio dentro del vehículo.

Jesús:

Maldita sea, nos estamos quedando sin gasolina.

Milo abrió sus ojos en ese momento y dejó de meditar para ver qué pasaba.

Milo:

¿Qué sucede ahora?

Jesús:

Pues que estamos quedándonos sin gasolina para seguir el trayecto.

Milo:

Era de esperarse, digo, este viaje ha sido muy largo por lo que tiene sentido.

Jesús:

Bien, ¿y ahora qué hacemos?

Milo:

Bien, si te metes en la siguiente cuadra a tu derecha, estará una gasolinera. Debes entrar rápidamente para apartar el puesto y despertar al animal de atrás para que pague la gasolina.

Jesús:

Vale, me agrada que tus habilidades sean útiles.

Jesús hizo caso a Milo y siguió sus instrucciones al pie de la letra, llegando a la gasolinera. En esta solo estaba un señor y un auto con una familia bastante alegre que estaban preparados para un viaje por todo el equipaje que tenían encima del vehículo al momento en que el grupo de brujos ingresó al área.

Jesús:

Bien, tú pon a llenar el tanque y yo me encargo del delincuente.

Milo:

Como usted desee, ratón de biblioteca.

Dijo el brujo bajando del vehículo, riéndose de forma ligera pero macabra.

Jesús:

Bien, hora de despertar a este mugroso.

Jesús salió del vehículo y abrió la puerta trasera del auto para despertar a Andrew.

Jesús:

Muy bien, delincuente, ya es hora de que despiertes.

Dijo al mismo tiempo que agarró sin remordimiento la parte herida del brazo del joven, el cual se despertó abruptamente gritando por el dolor que le causó. El grito alertó a todos, pero Milo, sin remordimiento, solo sonrió de forma demente y, al igual que con el bar, hizo que todos los presentes menos los brujos estuvieran bajo su control nuevamente. Mientras, Jesús, sin mostrar empatía, jaló al joven fuera del auto, apretándole el brazo para lograr sacarlo y dejarlo caer en el suelo mientras este se retorcía del dolor.

Villa Aldres: Secretos de AquelarresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora