3: Firmar

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1999, Sokovia

Tomada de la mano de Madam B, Vasya caminaba con una oculta emoción hasta una habitación desconocida. La niña apretaba su mano de metal contra la de la mujer con fuerza, pues sus pies dolían y no quería tropezarse y caer —como ya había sucedido en repetidas ocasiones—, para así llegar a dicho cuarto.

La entrada tenía una estrella roja grabada, y un escalofrío recorrió su cuerpo. Las metálicas puertas se abrieron, y, en una silla, un hombre estaba sentado.

Comprendía de una especie de máscara negra, un chaleco y pantalones del mismo color y uno de sus brazos estaba hecho de metal, también poseyendo una estrella. Ivanov y Madame se acercaron, la menor se mantenía un poco más atrás, algo intimidada por el masculino frente a ambas.

—El es El Soldado Del Invierno, Vasya. —indicó la mujer—. Tú estás echa para acompañarlo, para ser parte de él. —explicó, tomando su mano de metal—. Como ves, ambos poseen la estrella.

Los ojos cálidos de la menor se encontraron con los fríos del soldado, quien mantenía su mirada clavada en ella, con una determinación inexplicable. La mujer, no obstante, reflejaba orgullo en sus ojos.

Destino.

—¿Estoy conectada con el?

Involuntariamente, la palma de Vasya se acercó a la del soldado, quien por una extraña razón imitó el movimiento. Sus palmas chocaron, el sonido de metal invadiendo sus oídos mientras mantenían su contacto visual.

Por alguna razón, se sentía intimo, como si compartieran el mismo dolor.

—Oh, lo estarás. No te preocupes. —replicó Madame—. Ven, acompáñame un rato más.

La llevo a un cuarto paralelo a este, las manos de ambos separándose. Esta era mucho más fresca y se sentía vacía. En ella, una silla se posaba en medio. Donde se suponía que ella debía apoyar sus brazos tenía cables y una muñequera de metal abierta. La mujer le indicó que se sentara y así lo hizo.

—¿Qué es esto? —inquirió la niña, algo asustada—.

Sus muñecas quedaron apresadas, envueltas en el metal de las rígidas muñequeras, lastimándola.

—¿Querías estar conectada con el, cierto, Vasya?



En una de las salas de estar, todos estaban discutiendo el mismo tema, los acuerdos presentados. Victoria estaba sentada en la Isla de la cocina, piernas cruzadas mientras su pulgar trazaba la estrella roja de su mano de metal. Sus pensamientos estaban revueltos, pero estaba segura de que había que enfocarse en el conflicto actual.

IRON WIDOW | MCUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora