𝐈𝐖 | A Victoria nunca le dieron una razón para encomendar, conjeturar o realmente concederse el derecho de abrirse ante los distintos individuos que pretendieron encaminarse dentro de su costosa lealtad.
Desde su nacimiento, distintas figuras la c...
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Sus ojos se aguaron, pero era incapaz de llorar.
De un momento a otro, se había convertido en esa niña aterrorizada de su única familia conocida. Se había encogido a esa muñeca de cristal dentro de un corazón de hierro tan rígido al que le era impensable abrirse ante los otros.
—¿Qué te he dicho siempre, Vasya?
Los pasos de su madre se acercaban a ella, quien se encogía ante la mirada penetrante de Aleksandra. Sus labios comenzaron a temblar, y no se permitió corresponderle la mirada.
Necesitaba a su papá.
Sus palabras, sus consejos. Sus caricias y sonrisas.
Hundirse en su pecho y olvidarse de su existencia, sentirse protegida, quería y hasta amada. Lo necesitaba tanto que era capaz de gritar su nombre por más de que el jamás vendría.
Y Aleksandra siempre veía tras ella, siempre sabía que decir para romperla.
—Que no llore.. —su voz se quebró cuando la mano de su madre se posó bajo su barbilla—.
—Exacto. ¿Y qué estás haciendo?
—No estoy llorando.
El agarre en su barbilla se hizo más fuerte, al punto donde la menor soltó un quejido de dolor y una lágrima terminó saliendo de sus horrorizados ojos cafés.
—Ahora sí. —indicó, Vasya se soltó abruptamente de ella y caminó—.
—¿Qué es lo que quieres? —dijo defensiva, secando sus lágrimas con la manga de su suéter—. No tengo tiempo para tus juegos, Aleksandra, ¿Entendiste?
—Vamos, Vasy, ¿Qué no quieres pasar tiempo con Mamá?
—¡No! ¡No quiero! —exclamó, acercándose peligrosamente a ella, quien era más alta que la menor—. No quiero verte ni escucharte.
—Accediste a hacerlo.
—¡Porque quiero que salgas de mi maldita vida! ¡Quiero que me des respuestas, Ivanov! ¡Respuestas! —su voz se quebró nuevamente en un intento fallido de gritar—, ¡¿Por qué no paro de soñar lo que el sueña?! ¡¿Por qué siento cuando el lo hace?! ¡¿Por qué el?!
