𝐈𝐖 | A Victoria nunca le dieron una razón para encomendar, conjeturar o realmente concederse el derecho de abrirse ante los distintos individuos que pretendieron encaminarse dentro de su costosa lealtad.
Desde su nacimiento, distintas figuras la c...
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INCIDENT IN LAGOS ________
1996, Sokovia.
En una fila horizontal, frente a una televisión algo anticuada, múltiples niñas veían a Madame B, que, por su parte, estaba posada a un lado del aparato, mirándolas a cada una con una perceptible frialdad.
Los labios de dicha mujer se fruncieron.
—¿Saben por qué están aquí?
Ninguna respondió.
—Están aquí, porque hoy verán a nuestro mejor soldado, el asesino que cumplió con su tarea sin importar cual sea. Hoy vamos a ver la muerte de Howard y María Stark.
El video comenzó a reproducirse.
Una motocicleta estacionaba cerca de un vehículo. De esta salió un hombre con un brazo de metal, que llevaba grabada una estrella roja. Su cabello le llegaba por los hombros y su mirada lucía vacía.
Vasya no pudo evitar cerrar en un puño su nueva mano, que era del mismo tono metálico y, de igual forma, poseía esa estrella de un vivo rojo en su dorso.
El vehículo cae impactó en un brusco accidente, un hombre con cabello canoso se arrastraba fuera del móvil cuando el soldado tomó de la piel de su nuca para hacer que lo mire.
—Sargento Barnes.. —murmuró Howard—.
—Howard.. —susurró María—.
Un golpe movilizó el rostro del mayor a raíz del brazo metálico del soldado, los gritos de su esposa infestaban el ambiente cuando el sargento lo arrastró nuevamente al coche.
La mano de carne rodeó el cuello de la mujer que susurraba piedad para luego apuntar a la cámara que los veía y disparar, provocando el fin del archivo.
Todas aplaudieron, excepto Vasya, que seguía analizando en su cabeza el video. Cuando una de las instructoras solicitó que las menores se formaran para continuar con su entrenamiento, la voz de Dreykov hizo que Ivanov alzara su mirada.
—Ven. —dijo—.
Ella se paró lentamente y su figura de siete años se acercó a él, quien la tomó por la barbilla y la hizo mantener un firme contacto visual, mientras sus jóvenes ojos nunca cortaban la mirada de ambos.
