DUELE EL AMOR

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Izuku Midoriya y Ochaco Uraraka habían estado juntos durante años. Su relación, que había comenzado en la UA, había superado innumerables desafíos y dificultades. Sin embargo, con el tiempo, ambos comenzaron a sentir la presión y el peso de sus responsabilidades como héroes, y la distancia entre ellos se fue haciendo cada vez más grande.

Una noche, después de una larga jornada de trabajo, Izuku encontró a Ochaco en su apartamento, sentada en el sofá con una expresión de tristeza con el álbum de fotos de su boda. Sabía que algo iba mal, y su corazón se hundió al ver las lágrimas en los ojos de Ochaco.

—Ochaco, ¿qué sucede? —preguntó Izuku, su voz llena de preocupación.

Ochaco levantó la vista, y las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.

—Izuku, he estado pensando mucho en nosotros... en nuestra relación. Y duele decirlo, pero siento que nos estamos alejando cada vez más —dijo Ochaco, su voz temblando.

Las luces tenues de la sala de estar proyectaban sombras suaves en las paredes, creando un ambiente melancólico y silencioso. Las cortinas estaban parcialmente cerradas, dejando entrar solo un rayo de luz de la luna que iluminaba el rostro de Ochaco.

Izuku sintió un nudo en la garganta. Sabía que Ochaco tenía razón, pero no quería aceptarlo.

—Izuku, he estado pensando mucho en nosotros... en nuestra relación. Y duele decirlo, pero siento que nos estamos alejando cada vez más —repitió Ochaco, su voz temblando—. Tú siendo el héroe número uno y yo la número seis... Tienes demasiadas responsabilidades y creo que yo te estoy frenando en tu camino.

Izuku la miró con sorpresa, incapaz de creer lo que estaba escuchando. ¿Frenándolo? ¿En serio pensaba eso su mujer, quien lo había ayudado a superar su situación de la escuela media? Izuku intentó interrumpirla, pero Ochaco levantó una mano, pidiéndole que la dejara continuar.

—No quiero ser una carga para ti, Izuku. Quiero verte alcanzar todo tu potencial, sin sentir que estás sacrificando algo por mí. A veces siento que nuestro amor es un ancla que te impide volar tan alto como podrías. Quizás dejarlo aquí es lo mejor para los dos.

Ochaco continuó, sus ojos llenos de lágrimas.

—Ochaco...

Izuku sintió un nudo en la garganta, las palabras de Ochaco resonando en su mente con una dolorosa claridad. Sabía que había verdad en lo que decía, pero el pensamiento de perderla era insoportable.

—Ochaco —se agachó, agarrando sus manos—, tú eres mi mundo entero, sin ti no hubiera logrado todo. ¿Cuándo ha sido que te he fallado y hecho daño?

—Sé que esto es difícil, y te aseguro que me duele más de lo que puedo expresar, pero creo que necesitamos tiempo y espacio, los dos. No quiero que nuestra amistad acabe por un matrimonio fallido.

Izuku no quería perderla, pero si eso era lo que ella necesitaba, lo iba a aceptar. Solo quería lo mejor para ella y si eso significaba pasar por un divorcio lo haría.

Izuku la abrazó con intensidad, sabiendo que este momento marcaba el final de una etapa, pero también el inicio de un nuevo camino para ambos.

Ochaco escondió su cara en el pecho del peliverde, sus lágrimas cayendo libremente ahora, mientras escuchaba los latidos de su mejor amigo, Ninguno de ellos era culpable de aquella situación. Ojalá pudieran retroceder en el tiempo para poder compensar todo el daño que habían tenido que pasar desde sus proclamaciones en el ranking de héroes. Comprendieron que aunque el amor a veces doliera, también era lo que les daba la fuerza para seguir adelante.

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⏰ Última actualización: 16 hours ago ⏰

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