ONE SHOTS SONGFICS

ERES HERMOSA ASÍ COMO ERES

El gimnasio estaba lleno de actividad mientras algunos de la clase 1-A entrenaban. Mineta, sin embargo, no podía dejar pasar la oportunidad de hacer uno de sus comentarios despectivos hacia una de sus compañeras que durante semanas había estado molestando.

—¿De qué sirve ser tan inteligente y fuerte si ni siquiera puedes verte bien en un uniforme? —se burló Mineta, riéndose con desprecio.

Antes de que Momo pudiera responder, Sero, Denki y Kyoka se acercaron rápidamente, indignados por las palabras de Mineta. Kyoka la abrazó mientras Sero y Denki la defendían.

—¡Cállate, Mineta! No tienes derecho a hablarle así a Momo —exclamó Denki, su voz llena de furia.

Sero asintió, con una expresión seria.

—Exacto. Deja de menospreciar a los demás solo para sentirte mejor contigo mismo —dijo Sero, su voz firme.

—Solo digo la verdad

Mineta se encogió de hombros y se dio la vuelta, dispuesto a irse del gimnasio. No dio ni diez pasos cuando el lugar se llenó de electricidad y el de cabeza de bolas quedó electrocutado en el suelo.

Iida estaba por regañar a Kaminari por usar su don en un compañero. No lo hizo. Los ojos de Kaminari irradiaban enojo por doquier. Se quedó en su lugar.

Momo, aunque agradecida por ser defendida, sentía las lágrimas brotar en sus ojos. Seguía afectada por las palabras hirientes, que durante semanas, Mineta había hecho hacia ella. Decidió alejarse y buscar refugio en su habitación. Kyoka la observó preocupada.

—Mineta ha rozado la gota que colmó el vaso esta vez.

Kaminari seguía sacando pequeñas cantidades de electricidad en sus manos. Jirou se acercó a él y lo abrazó. Ambos estaban saliendo en secreto. Sero, al ver como su amigo se calmaba al instante, levantó una ceja. ¿De qué se había perdido?

Entró, cerrando la puerta detrás de ella. La habitación de Momo estaba decorada con esmero, reflejando su amor por la organización y el orden. Los estantes estaban llenos de libros y materiales de estudio, y las paredes estaban adornadas con fotografías de sus amigos y momentos especiales en la UA. Una lámpara de escritorio proporcionaba una luz cálida y suave, creando un ambiente acogedor pero, en ese momento, Momo solo podía ver su reflejo en el espejo. Reflexionando sobre lo que Mineta había dicho. Sus palabras resonaban en su mente, haciéndola dudar de su valía. Las lágrimas empezaron a caer mientras más se miraba, sintiéndose más vulnerable que nunca.

Examinando su reflejo, solo con ropa interior —dejó la ropa en la enorme cama—, con una mezcla de tristeza y autocrítica. "¿De qué sirve ser tan inteligente y fuerte si ni siquiera puedo verme bien en un uniforme?" Las palabras de Mineta volvieron a su mente, golpeándola con fuerza. Empezó a cuestionar cada aspecto de su apariencia, buscando defectos donde no los había.

¿Es esto lo que ven los demás? ¿Solo una chica que no encaja? Es cierto que tenía un busto bastante pronunciado y que, por culpa de su don, debía mostrar parte de él. Pero era solo eso. Cada vez que miraba su reflejo, las palabras de Mineta resonaban en su cabeza, cada vez más alto.

La habitación, normalmente un refugio para ella, se sentía de repente opresiva. Las fotografías en las paredes, que antes le traían alegría, ahora parecían recordarle los momentos en los que no se sentía suficiente. Los libros en los estantes, su pasión y su orgullo, no podían consolarla en ese momento.

Se dejó caer frente al espejo, sintiendo cómo las lágrimas rodaban por sus mejillas. Quizás Mineta estaba en lo cierto. Tal vez nunca será lo suficientemente buena como un superheroína.