Al bajar las escaleras, Maddie notó de inmediato la figura de Charlie en el sofá. Estaba arropada en una manta, con el rostro pálido y su respiración pesada. Maddie se acercó con cuidado, inclinándose junto a ella mientras la observaba dormir. No había visto nunca a Charlie así de vulnerable, y el contraste con su usual energía la hizo fruncir el ceño.
—Charlie… —murmuró en voz baja, colocando una mano suave sobre su hombro.
Charlie abrió los ojos lentamente, desorientada y con una expresión de incomodidad evidente en su rostro. Al verla, intentó sonreír, pero rápidamente cerró los ojos, como si hasta ese esfuerzo le costara demasiado.
—Maddie… —su voz apenas era un susurro, y en su mirada se veía la fatiga—. ¿Ya… tienes que irte a la escuela?
—Olvídate de eso, Charlie. ¿Qué te pasa? Te ves terrible —respondió Maddie, sentándose en el borde del sofá y colocando su mano en la frente de Charlie. El calor que sintió le confirmó sus sospechas—. Estás ardiendo en fiebre… ¿Por qué no me dijiste que te sentías mal?
Charlie se encogió de hombros levemente, cerrando los ojos otra vez.
—Pensé que solo era cansancio… pero parece que fue más que eso. —Intentó reírse, pero la risa se convirtió en una leve tos que hizo que Maddie frunciera el ceño aún más.
—Está claro que no deberías haberte esforzado tanto ayer. Ni siquiera tenías que cambiar esa llanta sola —le reprochó Maddie, aunque en un tono suave. Tomó una respiración profunda, intentando controlar la preocupación que la invadía—. Espera aquí, voy a buscarte algo para la fiebre.
Sin esperar respuesta, Maddie fue a la cocina y preparó una taza de té caliente, y luego buscó algo de medicamento en el botiquín. Regresó y se sentó junto a Charlie, ofreciéndole la taza con una mirada firme.
—Toma, esto te hará sentir mejor —dijo, ayudándola a incorporarse un poco para que pudiera beber el té—. No voy a ir a la escuela hasta asegurarme de que te sientes mejor.
Charlie levantó la vista, sorprendida por las palabras de Maddie, pero se limitó a sonreír agradecida.
—No tienes que preocuparte tanto, Maddie. Solo necesito descansar un poco…
—Deja de decir tonterías, Charlie —replicó Maddie, tomando una de sus manos entre las suyas y dándole un apretón suave—. Tienes que cuidar de ti misma de vez en cuando. No puedes hacer todo sola.
Charlie la miró en silencio por un momento, como si quisiera decir algo, pero simplemente asintió y cerró los ojos de nuevo, dejándose llevar por el confort de la manta y la calidez de la presencia de Maddie a su lado.
Maddie no se movió, permaneciendo allí, asegurándose de que Charlie estuviera cómoda y segura.
Maddie permaneció sentada al lado de Charlie, observando cómo su respiración se iba suavizando y su expresión parecía relajarse poco a poco. Sentía una mezcla de alivio y preocupación, al ver a Charlie vulnerable de esa forma. Pasaron unos minutos en silencio, y Maddie se quedó pensando en todo lo que Charlie había hecho por ella, desde llevarla al partido hasta cambiar esa llanta en medio de la noche. Se dio cuenta de que, aunque intentara restarle importancia, Charlie siempre estaba ahí para ella.
Finalmente, cuando vio que Charlie había caído en un sueño más profundo, Maddie decidió levantarse con cuidado para no despertarla. Fue a la cocina, preparó una bandeja con agua y toallas húmedas para bajarle la fiebre y colocó un termómetro cerca para controlar su temperatura después. Acomodó la manta de Charlie, asegurándose de que estuviera bien arropada, y luego se sentó de nuevo a su lado, en el suelo, mientras repasaba mentalmente lo que debía hacer para ayudarla.
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I WANNA BE YOURS -MADDIE ROONEY-
ФанфикCharlie viaja a Wisconsin solo por un propósito: volver a ver a su mejor amiga, Liv Rooney. Después de meses sin verse, Charlie le dará una increíble sorpresa a la rubia. Pero al llegar, la actitud y competitividad de la gemela, Maddie, llamará la a...