Dragón Derribado [Chimuelo x Male reader]

XI

La quinta semana había llegado con rapidez, un mes se había cumplido desde la sorpresiva llegada del furia nocturna, quien había puesto sus vidas de cabeza con su simple presencia. Valka ya llevaba una semana entera yendo y entrando en la arena, ahora con la completa aceptación del reptil, que no hacía más que descansar en el centro del recinto, disfrutando los cálidos rayos del sol.

Entre sus visitas, parte del comportamiento del furia nocturna había cambiado, sus miradas ya no eran de simple cautela, sino de curiosidad y aceptación. Desde el tercer día entrando en la arena, el dragón se mantenía sereno mientras la veía andar hacia su lugar habitual, sentándose ahí en cada visita. Ya al cuarto día había dejado de alzar sus manos al entrar a la arena, algo que con rapidez había sido comprendido por el dragón, aunque sus manos no estuvieran alzadas, ella no lo lastimaría.

Para su sorpresa, el dragón aprendía con rapidez.

Tanta que en poco tiempo había entendido que su bastón no era una amenaza, no era un arma que podría utilizar en su contra. Lo había comprendido gracias a la práctica, ya que Valka lo había dejado a sus cercanías, todo para que él pudiera inspeccionarlo por su cuenta. Desde ese momento, su bastón se había vuelto un juguete más para el dragón, el cual disfrutaba de las vibraciones involuntarias de sus materiales. Valka se lo había entregado los últimos días, le encantaba ver al dragón feliz, jugando con su bastón como si fuera lo más entretenido del mundo.

Poco a poco, el furia nocturna comenzaba a mostrarle su verdadera personalidad.

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Valka caminaba hacia la arena, tranquila y segura de su próximo movimiento. Con la confianza del dragón, era momento de utilizar unos cuantos trucos para que lograra acercarse sin temer por completo, sería una nueva experiencia, una llena de paciencia y premios. A su costado, llevaba consigo un pequeño bolso con pedazos de pescado, hierba dragonica y un pequeño espejo, como le había recomendado su hijo.

Tarareaba una suave melodía cuando llegó a la arena. El sol del mediodía acariciaba su rostro con calidez, a su vez, se concentraba en el cuerpo del furia nocturna, que se encontraba al centro de la arena, esperando recostado y con los ojos entrecerrados, como lo habitual. Era como si estuviera esperando su llegada, un hecho que hizo que Valka sonriera con ternura.

En la entrada, Valka dejó apoyado su bastón contra la pared, dejándolo fuera del alcance del dragón para tener toda su atención. Ingresó a la arena para luego agacharse y golpear el suelo con suavidad, generando suficiente ruido para captar su atención. El golpeteo de su palma contra el piso resonó en el espacio, y el dragón alzó la cabeza, clavando sus ojos color ámbar en ella. El furia nocturna se sacudió en su sitio para luego levantarse y extender sus alas, agitándolas con armonía, al igual que su cuerpo, dejando en claro que estaba feliz por su presencia.

—Hoy cambiaremos nuestra rutina grandote, espero estés listo —murmuró, rebuscando en su bolso, llamando la atención del reptil, que comenzó a olfatear el aire. En poco tiempo, Valka sacó un pedazo de pescado— mira lo que tengo, ¿lo quieres?

El dragón sacudió su cabeza, gorgojeando emocionado, la hembra le había traído comida.

Valka meneo el pedazo de pescado, admirando como el dragón miraba fijamente su alimento. Finalmente, la mujer lanzó el alimento hacia él, esperando que lograra atraparlo entre sus fauces, y así lo hizo, frente a ella, el reptil consumió el pescado rápidamente, relamiendo sus belfos.

El furia nocturna gorgojeo, pidiendo por más, esperando que la hembra volviera a lanzarle un trozo de pescado. Valka volvió a arrojarle alimento, esta vez más cerca que antes, haciendo que el dragón se acercara para consumirlo. Finalmente, Valka sacó el último trozo de pescado de su bolsa.