Capítulo 1. Una sorpresa de cumpleaños (Segunda Parte)

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-Sé que durante años has alimentado la idea de que tu padre nos abandonó, que se fue sin decir por qué o a dónde. Pero te aseguro que Thomas era un buen hombre Shiro- así inició Mimi su discurso - Tenía un corazón noble, era increíblemente carismático y precavido. El hecho de que hoy hayas recibido estos valiosos regalos de su parte lo prueban.

-Mimi, ¿sabes todo lo que habríamos podido hacer si hubiéramos podido tener acceso antes a esta herencia? Podríamos haber hecho las remodelaciones y las ampliaciones que siempre habías soñado hacer a la tienda. Podría yo haber empezado a estudiar en la universidad sin tener que estar sufriendo por reunir el dinero. ¡Hasta podríamos habernos mudado hace muchos años a un lugar mejor, a una ciudad con más oportunidades para los dos! –

- ¡Ay Shiro!, Fujinomiya ha sido mi hogar por más años de los que me gustaría admitir que tengo - y esbozó una dulce sonrisa de broma – Acá conocí a tu padre, acá naciste tú y acá he sido más feliz de lo que alguien podría imaginar. No puedo, ni quiero pensar, en una vida diferente a la que he vivido. Es importante que dejes de pensar en el pasado, o en lo que no pasó y empezar a pensar en el futuro. En lo que quieres hacer. En lo que quieres ser. Hay un gran potencial en ti hijo, siempre lo he sabido. Pero sólo tú puedes hacer que ese potencial se vuelva en algo maravilloso. –

Mimi abrazó a Shiro con lágrimas, besó su frente y ambos se miraron con aprobación.

-Vamos y almorzamos juntos por tu cumpleaños Shiro, hoy es un día de celebración y no de tristeza- Se limpió las lágrimas, tomó sus cosas y agarrando a Shiro del brazo lo sacó de su ensimismamiento y de su casa.

El resto del día transcurrió con cierta normalidad. Comieron un delicioso almuerzo juntos, saludaron a los vecinos en la calle, hasta se cruzaron con la señora Mei, quién les reclamó por no haber abierto temprano para comprar sus manzanas. Fue un buen día, en realidad. Aunque todo el día le estuvo rondando en la cabeza su padre, su sorpresiva herencia y todo lo que Sieger y Mimi habían dicho de su padre.

Al regresar a casa Shiro subió a su cuarto con el diario de su padre y empezó a hojearlo. Era un viejo cuaderno con lomo de cuero, hojas amarillas por el paso del tiempo y una primera hoja marcada por el nombre de su padre "Thomas Schwarzwald".

Thomas era un arqueólogo de medio renombre, había estudiado en la Universidad de Gutenberg en Alemania, era reconocido porque había dedicado su vida y trabajo a demostrar la existencia de los dragones. Tenía la clara convicción de que todas las historias y leyendas que se contaban sobre ellos no podían ser sólo ficción y había dedicado su tiempo a demostrar la existencia de esos seres llamados mitológicos. 

A pesar de su padre y su apellido alemán, Shiro nunca había aprendido a hablar el idioma, ni había visitado nunca Alemania; de hecho, nunca había salido de Fujinomiya.

Las primeras páginas del diario estaban en un enredado alemán difícil de entender para él sin usar traductor y, además traducir todo eso le iba a llevar más tiempo de lo que estaba dispuesto a invertir, pero había palabras que podía conocer, mencionaba ciudades japonesas, lo que parecía una ruta que su padre había seguido, y de repente, dragones. Imágenes de ellos, bocetos, dibujos y lo que parecía ser la imagen de un templo antiguo.

En la última página había un dibujo impresionante representando su ciudad Fujinomiya, el monte Fuji y lo que parecía una marca en una zona superior de la ladera izquierda. No es que a Shiro le impresionara la vista del Fuji, pues había crecido viéndolo todos los días, ya que desde su habitación tenía una perfecta visión del monte y su esplendor, pero ese dibujo estaba sorprendentemente bien hecho, marcaba una ruta para llegar desde el pueblo hasta el lugar que se marcaba en el volcán.

Shiro se sentó al borde de su ventana, viendo desde allí la montaña completa y por primera vez en todo el día sintió verdadera paz y tranquilidad. Los colores que adornaban la montaña la hacían verse aún más hermosa. Ni el brillo o el estruendo de los fuegos artificiales anunciando el año nuevo, ni las voces de la gente en las calles celebrando y festejando, ni siquiera las llamadas de sus amigos a que saliera con ellos, nada de eso pudo sacarlo de su habitación y del momento que estaba viviendo.

Y, de repente, con su mirada puesta en el Monte Fuji, Shiro vio cómo una pequeña luz empezó a titilar en la montaña. Cómo una señal, cómo una llamada, que parpadeaba al mismo ritmo que los latidos de su corazón. Fue rápidamente por el diario de su padre y descubrió que aquella luz brillaba en el mismo punto marcado en el dibujo. En ese momento Shiro sintió una intensa curiosidad, y de pronto abrió los ojos y señaló a la montaña gritando emocionado cómo cuándo alguien descubre una gran verdad, bajó corriendo hasta dónde su madre y con sus ojos azules brillando de emoción le dijo:

 - ¡Mimi! ¡Ya sé dónde está mi padre! –

El Último Dragón: Los Secretos del FujiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora