Durante el camino de regreso a la falda de la montaña Shiro le explicó al pequeño dragón la razón por la que había ido hasta allí; incluyendo, por supuesto, que no fue coincidencia su encuentro. Efectivamente él estaba buscando a alguien, sólo que no al dragón. Le contó sobre su padre, sobre los estudios de los dragones que Thomas había hecho, también le habló sobre el diario y sobre cómo todo eso lo había llevado hasta el lugar dónde lo encontró.
Los ojos azules del pequeño dragón brillaban con esplendor cuándo escuchaba toda la historia, estaba impresionado de todo lo que Shiro le decía y trataba de interrumpirlo lo menos posible mientras hablaba. Su voz se le hacía extrañamente familiar, aunque apenas había nacido, sentía que lo conocía desde hace mucho tiempo.
Shiro igualmente se dio cuenta mientras hablaba de que, de alguna forma extraña, sentía mucha confianza con el dragón, la suficiente para contarle toda su historia.
Después de un par de horas de caminata, Shiro recordó que no había comido nada, pues su cena se había visto interrumpida por todo el incidente de la cueva. Y su última barra de granola se la había dado al dragoncito. Así que decidió que lo mejor era hacer una pausa.
Sacó su bolsa de dormir, armó una fogata improvisada y cuándo estaba a punto de encender el fuego, recordó que no tenía un encendedor para iniciar la llama. Sus ojos brillaron con viveza y le dijo al pequeño dragón.
- Bueno Tommy, necesitaremos fuego para mantenernos calientes esta noche – y le sonrió inquisitivamente. –
- Es cierto, ya está empezando a hacer frío – respondió inocentemente el dragón.
- Y... tú eres un dragón... -
Tommy aún no sabía a dónde quería llegar Shiro con esas afirmaciones. Era obvio que hacía frío, y aún más obvio que él era un dragón.
Shiro lo miró extrañado y entendió que el dragón no había captado su mensaje.
- Y los dragones pueden lanzar fuego por la boca, ¿o no? – terminó esta frase con un dejo de sugerencia, pero más cómo una orden.
Los ojos azules se oscurecieron un poco, y el pequeño dragón miró con asombro y pena a Shiro. Luego bajó la cabeza lentamente cómo entristecido y un destello plateado descendió sobre la mejilla del dragoncito, cómo una lágrima de pena.
- Es cierto, sólo que... Yo no sé cómo se hace. Ni siquiera sé si yo pueda hacerlo –
Ver a ese pequeño dragón llorando conmovió profundamente a Shiro. Sintió culpa de haberle pedido eso sin antes haber preguntado, y se prometió a sí mismo que la próxima vez sería más prudente al preguntarle algo a Tommy, al fin y al cabo, era un dragón recién nacido.
- No te preocupes Tommy – dijo acariciándole la cabeza con cuidado. – Estoy seguro de que con el tiempo aprenderás a lanzar fuego y hacer muchas otras cosas asombrosas de dragones. Y yo te ayudaré a aprender.
El dragón levantó la cabeza y sus miradas se cruzaron en una sonrisa tierna de apoyo, comprensión y unidad.
- Y cuando aprendas, estoy seguro de que sí hacemos una competencia, vas a lanzar fuego mejor que yo – remató Shiro con viveza.
Ambos se rieron, y aunque no lograron encender la fogata esa noche, se acomodaron cerca el uno del otro y así se mantuvieron lo suficientemente calientes para pasar una buena noche.
Al día siguiente, cuándo Tommy abrió los ojos, ya Shiro estaba levantado revisando las anotaciones del diario de Thomas. Había algo que le había llamado la atención. Entre los muchos datos, mencionaba la ciudad de Haruno, que por fortuna no quedaba muy lejos de dónde estaban. Haruno había sido en el pasado, y según la investigación de Thomas, una antigua ciudad de dragones, allí su padre había hecho grandes avances. No decía exactamente qué había encontrado, pero Shiro decidió que, sí quería continuar con la búsqueda de las pistas del paradero de su padre, ese debía ser su próximo destino.
- Levántate Tommy, iremos a la ciudad de Haruno – dijo Shiro con decisión, mientras ayudaba al dragón a levantarse. Tommy se sacudió el cuerpo, se puso de pie y se dispuso a continuar el camino. – Sé que mi padre estaba investigando algo muy importante, y si esa ciudad era importante para él, también debe serlo para nosotros –
Shiro y Tommy emprendieron entonces el viaje hacia la ciudad. Decidieron ir por una ruta diferente a la que había llegado a la montaña. Aunque el camino no era particularmente peligroso, en su mayor parte era un frondoso bosque que iba a orillas de un riachuelo, se sentía en el ambiente una sensación de peligro, cómo si algo o alguien los estuviera observando o siguiendo.
En medio del camino, algo sorprendente e inesperado pasó. El Monte Fuji empezó a rugir con fuerza, la tierra tembló y los árboles empezaron a sacudirse con extrema fuerza. Shiro y Tommy voltearon a ver hacia la montaña que hace sólo dos días habían dejado atrás para ver con asombro que el volcán estaba haciendo erupción a la distancia.
Habían pasado más de 300 años desde la última vez que el Fuji había hecho una erupción, y en Japón se tiene la idea a causa de la leyenda, de que las erupciones del Fuji, además de la clara devastación que trae consigo un volcán y su fuerza natural, traen también consigo malos augurios y malas noticias.
Shiro y Tommy se refugiaron entre los árboles más grandes, se mantuvieron ahí mientras pasó la erupción que duró extrañamente sólo unas cuántas horas. Y cuándo todo estuvo nuevamente calmado y tranquilo continuaron su camino a través del espeso bosque.
![](https://img.wattpad.com/cover/379658400-288-k399815.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El Último Dragón: Los Secretos del Fuji
Fantasy"El último dragón" es una saga de fantasía épica ambientada en el Japón actual. La historia sigue a Shiro, un joven que descubre un legado ancestral el día de su 18° cumpleaños. "Los Secretos del Fuji" es el primer libro de la trilogía: Al recibir...