❛4. La mala suerte del Longbottom❜

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El sol acaricia su piel con una intensidad inesperada, un calor embriagador que se posa sobre su rostro como los labios de un amante furtivo

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El sol acaricia su piel con una intensidad inesperada, un calor embriagador que se posa sobre su rostro como los labios de un amante furtivo. Alban entrecierra los ojos, pero el fulgor es tan intenso que sus párpados apenas filtran el brillo abrasador. Se siente perdido en un espejismo dorado, y cuando intenta enfocar sus pensamientos, una punzada aguda atraviesa su cabeza, como una espina oculta en una rosa. Sus ojos laten, hinchados, acuosos, como si hubieran llorado en sus sueños. Su boca es un desierto árido, y en su pecho un peso invisible oprime cada respiración.

Alban parpadea, tratando de disipar la neblina que envuelve su visión. El mundo parece disolverse en destellos borrosos, donde la luz se expande y contrae, amplificando el dolor que se cuela en su cráneo. Intenta llevar una mano a su frente, en un acto reflejo de consuelo, pero una palma áspera y firme se posa sobre la suya, deteniéndolo.

—No, amigo, no te muevas —la voz, profunda y tranquilizadora, lo rodea como una manta en la penumbra de la madrugada. Aunque tiene un tono cálido, suena como el murmullo somnoliento de alguien que acaba de despertar—. No te preocupes, tu hermano llegará pronto. Está hablando con Draco.

¿Draco? La palabra se queda suspendida en el aire, resonando en los rincones más oscuros de su mente. ¿Quién es Draco? Alban intenta comprender, pero su mente es un laberinto sin salida, envuelto en sombras. A través de su visión turbia, vislumbra una figura difusa, un hombre mayor que él, aunque lo que alcanza a distinguir no es más que una forma nebulosa.

Algunos detalles, sin embargo, parecen cristalizar entre la bruma: una piel morena como la canela en un postre, aunque puede notar algunas partes más claras, cabellos oscuros y cortos, y unos ojos verdes que brillan como esmeraldas en la penumbra. Esos ojos lo miran con una intensidad hipnótica, y Alban siente que el aire se le escapa. La presencia de aquel hombre parece arraigada en el lugar como un árbol centenario, pero él mismo no sabe cómo llegó allí ni por qué lo está ayudando. Solo el dolor lo mantiene anclado a la realidad, como un lastre, y su queja resuena en la quietud, alertando al extraño.

—¿Qué es lo que te duele? —pregunta él, inclinándose hacia Alban. Su mano permanece suspendida en el aire, como un espectro incierto, hasta que Alban, con esfuerzo, la coloca sobre su pecho. El desconocido se queda quieto, permitiéndolo—. ¿El pecho? —murmura, más para sí mismo que para Alban—. Está bien, no te muevas. Draco vendrá en cualquier momento a verte.

Alban emite un murmullo de incomodidad, un suspiro frágil que parece desarmar al hombre, quien, con una dulzura inesperada, desliza una mano en su cabello, acariciándolo.

—Sabes, te pareces mucho a tu hermano —murmura el hombre, y su voz está cargada de una calidez antigua, una ternura enterrada bajo el peso de muchos inviernos—. Me pregunto... ¿por qué nunca nos habló de ti?

Alban escucha en silencio, cada palabra se cuela en su conciencia como fragmentos de una canción olvidada. Las palabras le traen una extraña paz, un calor, pero ese calor comienza a convertirse en una inquietud, un roce incómodo que crece en su pecho. De pronto, el dolor cobra una nueva forma, más profunda y arcaica, como si no se limitara al cuerpo, sino que proviniera de un lugar más recóndito. Siente su núcleo mágico retorcerse en su interior, una fuerza primigenia y rebelde que palpita y empuja contra las barreras de su ser, buscando escapar. Alban se esfuerza por contenerla, pero cada instante que la sujeta se vuelve un tormento, y el dolor crece en oleadas cada vez más feroces.

❛ 𝐒𝐎𝐔𝐋𝐌𝐀𝐓𝐄𝐒 ༄ 🌿                    Harry Potter x Male!ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora