Samantha caminaba por el patio de la escuela con los audífonos puestos, aislada del bullicio. La música la ayudaba a ignorar todo, especialmente los dramas. Estaba tan metida en su mundo que no notó de inmediato el grupo de chicos gritándole a alguien. Al final, alzó la vista y vio a varios rodeando a Memo, coreando su nombre.
Se quedó mirándolos desde lejos, con una sonrisa irónica. Sabía que a Memo no le gustaba el centro de atención, y ahora le tocaba soportarlo. Sin más, decidió entrar al salón.
Dentro, el ambiente estaba tenso. Todos cuchicheaban sobre la pelea de Alex y Marifer en la fiesta del viernes. La cosa había terminado en que Marifer lo dejó en ridículo frente a todos, insinuando que era gay. Ella no se apareció en todas la mañana y los rumores no hacían más que crecer. Samantha notaba cómo Memo estaba distante, esquivándola cada vez que intentaba hablarle, y eso le empezaba a molestar.
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En el descanso, Memo estaba en el patio con Daniela, comiendo papitas, cuando dos chicas se le acercaron, sonriendo de más.
—Memo, ¿vas a ir a la tardeada del domingo? Si quieres, te conseguimos boleto —le dijeron, con el típico tono interesado.
Él las miró confundido.
—¿Quiénes eran? —le preguntó a Daniela, aún sorprendido.
—Ni idea —contestó Daniela, mirando cómo se alejaban. —A mí nunca me invitan a esas cosas. Y si llego a ir, seguro ni me dejan entrar.
Memo suspiró, incómodo.
—No me está gustando esto, Dani. Ahora todo el mundo quiere hablarme, y no sé por qué.
Daniela se encogió de hombros, pero miraba el suelo con una especie de nostalgia.
—No te quejes, Memo. Eso es lo chido de ser popular: puedes hacer lo que quieras y andar con quien quieras, sin tener que esconder nada.
Memo notó la tristeza en su voz y frunció el ceño.
—¿Estás bien? ¿Te pasa algo? —preguntó.
Daniela dudó un segundo, pero luego le lanzó una mirada seria.
—Te puedo contar algo, pero prométeme que no se lo dices a nadie... a nadie, Memo.
Memo asintió, un poco nervioso, y escuchó cómo Daniela le confesaba que se veía a escondidas con Diego.
—¿Y? ¿No vas a decir nada? —preguntó Daniela, esperando una reacción.
Memo bajó la vista, incómodo.
—Es que... Diego tiene novia.
—Sí, lo sé. Por eso lo acabo de cortar. Y además creo que tuvo algo con Samantha. ¿Te imaginas si se entera que andaba conmigo?