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TODO EL MUNDO QUERÍA SER COMO ELLA O BUENO, AVECES...—Samantha era la chica ideal: rubia, hermosa y rica. Criada en un mundo de privilegios por sus padres, dueños de una cadena de hoteles, había aprendido desde pequeña que la imagen lo era todo. Pero detrás de esa fachada perfecta, había un vacío que la consumía.
—Conocida como "El cisne negro de la familia", Samantha siempre se sintió fuera de lugar. Mientras sus hermanos mayores, Nicolás y Pablo, se enfocaban en el futuro empresarial de la familia, ella se sumergía en su verdadera pasión: la natación. Desde niña, había demostrado ser un talento natural en la piscina, donde podía ser ella misma. Sin embargo, en el ámbito académico, las cosas eran diferentes. No hacía tareas, llegaba tarde a clase y parecía desinteresada, pero cuando presentaba los exámenes, sorprendía a todos con sus calificaciones sobresalientes. Era un enigma, un talento desperdiciado en un mundo que no comprendía su verdadero potencial.
—Sus padres tenían planes claros para ella: seguir sus pasos en el negocio familiar. Pero Samantha soñaba con estudiar teatro en Nueva York y escapar del mundo de los hoteles. Cuando sus padres se negaron a apoyarla, tomaron una decisión drástica: bloquearon todos sus recursos económicos hasta que reconsiderara su futuro.
A pesar de estar rodeada de amigos populares, la compañía de Mariana, Paulina, Alex y Diego no la llenaba. Su grupo se desmoronó, y siempre había sentido una atracción por Diego, aunque nunca se atrevió a confesarlo. Él terminó saliendo con Mariana, cediendo a las presiones familiares. Alex, su amigo de toda la vida, se distanció tras la muerte de su madre, dejándola más sola que nunca.
Sin dinero y con un futuro incierto, Samantha necesitaba un plan. Creó una historia sobre haber donado su fortuna a una fundación, buscando captar la atención y el apoyo de sus amigos, pero pronto se dio cuenta de que no podría sostener esa farsa por mucho tiempo.
Un día, al salir de la preparatoria, se encontró con Tenoch, un chico becado de Oaxaca, apoyado en su coche. La curiosidad la llevó a preguntar:
—¿Y tú quién eres?
—Soy Tenoch, vamos en el mismo salón —respondió él, con una sonrisa relajada.
—¿Se te ofrece algo? —preguntó, intentando sonar despreocupada.
—No, pero quiero ofrecerte algo a ti.
Desconfiada, Samantha lo miró con recelo.
—¿Me estás proponiendo que venda tareas a los del salón?
—Exactamente. He visto que te va bien en historia, literatura e inglés, eres la única que lo habla bien —explicó Tenoch.
—Sabes que ni siquiera hago mis propias tareas, ¿verdad? —respondió, siendo honesta.
—Siempre hay un comienzo. Ganarías buen dinero. Hay más gente en esto, todos se apoyan.
—¿Ah, sí? ¿Quiénes?
—Está Marifer, Dani, yo, y Alex.
El nombre de Alex la sorprendió.
—¿Desde cuándo es bueno en algo?
—Él se encarga de cobrar —dijo Tenoch, confiado en que su conexión con Samantha ayudaría. —Es la cara del negocio. Si aceptas, podríamos hacerlo crecer; todos saben que conoces a toda la escuela.
Samantha consideró la propuesta. Aceptar significaba que podría demostrarle a sus padres que no los necesitaba. Así que se unió al plan. Su nivel académico mejoró; ahora no solo presentaba exámenes, sino que también empezó a hacer tareas. Mientras Tenoch manejaba la logística, ella utilizaba su influencia para atraer a más clientes. Con su inteligencia y conexiones, el negocio comenzó a despegar rápidamente.