Capitulo 4: Desnudando el deseo (Parte 1)

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—Quiero verte...quiero ver cómo te ves—dijo Penelope.

Colin parpadeó, tratando de procesar lo que estaba escuchando de la chica que había conocido por años. Penelope se recostó en la cama, con los brazos ligeramente detrás de ella, mientras se inclinaba para mirarlo. Le llamó la atención la intimidad de la escena, la forma en que dejaba que su cuerpo se relajara cuando los dos estaban solos de una manera que nunca lo hacía durante los compromisos sociales.
Hacía solo una hora, Colin había estado bailando castamente con Penelope en el baile de su madre, y ahora estaba al tanto de la persona que era realmente cuando se despojó de esa máscara social.

—Ahora me estás mirando— dijo el con una sonrisa, tratando de distraerla lo suficiente como para pensar en las posibles consecuencias.

Penelope suspiró. —Deja de molestarme— dijo ella inclinando la cabeza y mordiéndose un poco el labio inferior de una manera que hizo que Colin quisiera empujarla hacia atrás en la cama y subir su cuerpo. —-¿Qué querías? Nunca antes he visto a un hombre desnudo— replicó ella.

—¡Espero que no!— intervino Colin, incapaz de detener esa repugnante sensación en el vientre ante la idea de que ella viera a otro hombre de esa manera.

—Quiero ver como eres— repitió ella, ignorando su arrebato. —Me preguntaste que más quería aprender ¿no es así?—

—Penelope, Pen...yo soy un caballero y tú eres una dama. Los dos estamos solteros y esto lleva las cosas demasiado lejos— replicó Colin.

—Colin, lo prometiste...si tan solo hubieras dejado que Theo...—

El la detuvo bruscamente cuando le acarició la barbilla y la obligó a mirarlo a los ojos. —No vuelvas a pronunciar su nombre—.

La voz de Penelope era tranquilamente decidida. —Theo prometió que me dejaría verlo...explorarlo, pero si tú te sientes incómodo, él todavía estaría dispuesto a ayudarme—.

Colin quería subirle las faldas y hacerla suya en ese momento. "Eres mía, solo mía". El pensamiento pasó por su mente tan rápidamente que casi pudo convencerse a sí mismo de que nunca había estado allí.

—Complacerte era una cosa, pero esto...Penelope, ¿no quieres conservar algo de tu inocencia? Una señorita como tú...ver la forma desnuda de un hombre...digo, no es apropiado—.

Penelope se sonrojó. —Solo tengo curiosidad Colin. A los jóvenes se les permite todo tipo de conocimiento, ¿por qué no se me ha de conceder el mismo privilegio?—.

Colin se dio cuenta de la injusticia que había en ello. Penelope era tan brillante como cualquier hombre, lo que era especialmente evidente cuando dejaba que su ingenio se mostrara con aquellos con quienes se sentía cómoda. Y para serse sincero, no creía que desnudarse para ella fuera más impropio que tocarla. Su principal preocupación era su propio autocontrol. Había una cantidad limitada de tentación que un hombre podía soportar.
Desde su primer encuentro en la posada, sus pensamientos habían estado llenos de todas las formas posibles en que podía complacerla. Si pasaban tiempo juntos completamente desnudos, estaría preocupado por su comportamiento y si podría contenerse.

Colin se recordó a sí mismo que había dado su palabra de que se encargaría de su educación. Y Dios no quiera que volviera a Theo si él le fallaba. Así que, realmente no tuvo más remedio que cumplir sus deseos.
Suspiró y dijo —muy bien, pero tú debes permanecer completamente vestida—.

Penelope lo miró confundida. —Pero el otro día...—

Colin se lamió los labios. —No quiero poner a prueba mi autocontrol demasiado—.

Un profundo color carmesí manchaba las mejillas de Penelope, bajando por su cuello hasta su escote. —Vaya, entiendo— dijo ella.

El extendió la mano, recorriendo la curva de su mejilla, pasando por la sensible piel de su cuello, y deslizando un dedo en la hendidura entre sus pechos. El pequeño jadeo que ella hizo mientras él acariciaba la curva de cada seno por encima de su vestido antes de retirar la mano lo encendió. —Tan hermosa, siéntate en la cama— dijo Colin casi como un murmullo.

Escándalo TentadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora