Después de las semanas en las que regresaron a Londres, Alexandra estaba en su escuela, rodeada de sus amigas. Mientras almorzaba, escuchó, como siempre, las noticias que hablaban sobre su familia. Esa vez, era un anuncio acerca de su padre, el príncipe Carlos, que mencionaba que iba a pedirle matrimonio a Camila. Sin embargo, lo que más le llamó la atención fue que, en todo el informe, no se mencionaba ni a sus hermanos, ni a ella, ni a su madre, ni a ningún otro miembro de la familia real. Era como si, de alguna forma, ella y sus hermanos no existieran en ese momento.
Alexandra sintió un nudo en el estómago al darse cuenta de que su vida personal y sus sentimientos no parecían importar a los medios. De repente, sintió que todos en el comedor la miraban, y aunque no podía ver sus rostros claramente, sabía que estaban hablando de ella. La incomodidad la invadió.
Se levantó abruptamente de su asiento y, sin decir mucho, se dirigió hacia sus amigas.
—Chicas, nos vemos en clase —dijo, con tono neutral, antes de salir del comedor rápidamente.
En cuanto llegó a su dormitorio, se acomodó en su cama, sintiéndose un poco abrumada por todo lo que acababa de pasar. Necesitaba estar sola, sin la presión de las miradas ni los comentarios.
Justo cuando se acomodó, hubo un golpe suave en la puerta.
—Adelante —respondió Alexandra, sin esperar quién podía ser.
La puerta se abrió, y apareció su tutora, una mujer amable y comprensiva que siempre sabía cómo hacerla sentir mejor.
—Alexandra, querida, ¿todo bien? —preguntó con una sonrisa cálida, notando enseguida que algo no iba bien.
Alexandra levantó la mirada, un poco sorprendida, pero no dijo nada al principio. Sabía que la tutora estaba allí para ayudarla, como siempre lo hacía.
—Solo... siento que no puedo escapar de todo esto*—dijo Alexandra, mirando al suelo. —Hoy en el comedor, todos me miraban... —su voz se quebró un poco al recordar el momento incómodo.
La tutora se sentó a su lado en la cama y la miró con una expresión comprensiva.
—Entiendo cómo te sientes, Alexandra. La gente hablará siempre, y en ocasiones será difícil no dejar que eso te afecte. Pero debes aprender a tener la mente abierta, a no dejar que las opiniones ajenas definan tu vida —le explicó, con tranquilidad. —A veces, las personas afuera no entienden lo que realmente sucede. Lo que importa es lo que tú sabes y lo que sientes dentro, y eso es lo que cuenta. Nadie los conoce de verdad, solo tú y tus amigos más cercanos. Ellos son los que te entienden y te apoyan.
Alexandra la miró atentamente, absorbiendo sus palabras, y por primera vez en mucho tiempo, sintió que quizás no estaba tan sola en todo esto. Era cierto, las personas afuera no sabían lo que pasaba en su familia o lo que sentía en su interior.
—Gracias, tía... —dijo finalmente, sintiéndose un poco más tranquila, aunque aún con muchas preguntas en su mente.
La tutora sonrió y le dio un leve abrazo.
—Siempre estoy aquí para ti, Alexandra. Recuerda, lo importante es que tú sepas quién eres y lo que realmente quieres. Nada de lo que digan los demás debe cambiar eso.
Alexandra asintió, con la sensación de que, aunque las cosas no siempre serían fáciles, al menos podía contar con su familia cercana para navegar las aguas turbulentas de la vida real.
Era un fin de semana tranquilo en Clarence House, donde Su Alteza, la Princesa Alexandra. había planeado pasar tiempo con su familia, pero por alguna razón su padre no se encontraba allí. En su lugar, estaba acompañada por su cuidadora, su dama de compañía, su asistente privado y su maestra de francés. Aunque no estaba particularmente molesta, la situación de estar rodeada de tantas personas sin la presencia de su padre, que siempre parecía estar ausente, hacía que se sintiera un poco sola.
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Alexandra's Life
FanfictionSPINOFF DE LIEFDE || La vida de Alexandra Desde la infancia hasta su vida actual, Alexandra: La Princesa que Forjó su Propio Camino es la historia de una princesa cuyo corazón estuvo marcado por la ausencia de su madre y la constante mirada del públ...