Enamoramiento

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Era el verano de 2010, y Alexandra, ahora con 16 años, se encontraba en su casa disfrutando de un día libre, sin las preocupaciones de la escuela. Estaba en el salón, viendo la televisión y con un libro abierto en la mesa, aunque su mente no estaba completamente enfocada en la lectura. Había un silencio cómodo en la casa, hasta que su hermano William apareció en la puerta.

"¿Podemos hablar unos minutos?" preguntó William, su voz tranquila pero con algo de seriedad.

Alexandra apagó rápidamente la televisión, se levantó y dejó el libro en la mesa, enfocándose en su hermano. "Claro, ¿qué pasa?"

William la miró por un momento, parecía nervioso pero emocionado a la vez. "¿Qué pasaría si Kate se vuelve parte de la familia de manera oficial?" preguntó, sus palabras cargadas de incertidumbre, pero también de esperanza.

Alexandra se quedó en silencio por un instante, sorprendida, pero también una ola de felicidad la invadió. "¿Es lo que creo que es?" preguntó, casi sin poder creerlo.

William asintió con una sonrisa tímida. "Sí", dijo, con una mirada llena de expectativas.

Alexandra no pudo evitar sonreír ampliamente. Se acercó a su hermano y, abrazándolo con fuerza, le dijo: "¡Hazlo! Ella es la chica correcta para ti. ¡Hazlo, Will! Estoy tan feliz por ti". Su alegría era genuina, emocionada de ver a su hermano tan decidido, y también de que todo pareciera ir bien con Kate.

"¿Y cuándo se lo pedirías?" preguntó Alexandra, curiosa, todavía con una sonrisa en el rostro.

"Pronto", respondió William, pensativo. "Pero primero quiero saber que estás de acuerdo con algo", agregó, con una mirada seria pero llena de cariño.

Alexandra lo miró, preguntándose qué podría ser tan importante. "¿Con qué?"

William tomó una respiración profunda antes de decir: "Quiero elegir el anillo de nuestra madre. Es algo que tiene mucho significado para mí".

Alexandra, con una expresión tierna y nostálgica, asintió rápidamente. "Sí, Will, hazlo. Ella es perfecta para ese anillo. Es lo correcto". En sus palabras había una mezcla de emoción y aceptación, como si, en ese momento, estuviera dando su bendición para lo que estaba por venir.

William sonrió, agradecido por el apoyo de su hermana. Sabía que no solo estaba pidiendo la aceptación de su familia, sino que también estaba buscando un momento especial para sellar su compromiso con Kate, una decisión importante que cambiaría su vida para siempre.

[..............]

La boda de su hermano William transcurría como un sueño, un evento de gran magnitud, lleno de emoción y una atmósfera solemne. Alexandra se encontraba sentada en su lugar, rodeada de su prima Beatriz y Eugenia, observando atentamente la ceremonia. Los ojos de Alexandra seguían cada movimiento de su hermano, desde que entró al altar hasta que se intercambiaron los votos. El espacio en la Abadía de Westminster estaba lleno de luz suave que provenía de los vitrales, y el aire estaba cargado de una energía cálida y amorosa.

Alexandra no podía dejar de sonreír, pero en su corazón había un sentimiento agridulce. Mientras veía a su hermano junto a Kate, con Harry como padrino, su mente no dejaba de pensar en su madre. Ella habría estado allí, si las circunstancias hubieran sido diferentes. Alexandra pensaba que a su madre le habría encantado estar presente, ver cómo su hermano daba este gran paso en su vida. Su madre siempre había soñado con un día como este, y aunque no estaba físicamente allí, Alexandra sentía que, de alguna manera, su presencia seguía siendo parte de su vida, especialmente en esos momentos especiales.

A lo lejos, en el altar, las palabras del sacerdote llegaron al clímax del momento. "¿Aceptas a esta mujer como tu legítima esposa?", preguntó el sacerdote a William, con voz firme pero amable. La multitud se quedó en silencio, esperando el "sí".

"Sí", respondió William, con una mirada llena de emoción y una sonrisa radiante. Y, en ese instante, Alexandra sintió una oleada de felicidad y paz al escuchar la respuesta de su hermano.

Finalmente, el sacerdote se dirigió a Kate. "¿Aceptas a este hombre como tu legítimo esposo?"

Con un brillo en los ojos, Kate asintió con seguridad. "Sí", dijo, su voz llena de amor y promesa.

Al escuchar los votos de ambos, Alexandra sintió una mezcla de alegría y nostalgia, sabiendo que su familia estaba creciendo de una manera hermosa. En su interior, pensó que su madre seguramente estaría sonriendo desde donde fuera, observando a su hijo en ese momento tan significativo de su vida.

El ambiente se llenó de aplausos y sonrisas cuando el sacerdote proclamó a William y Kate marido y mujer. Alexandra los miró y, por un momento, su sonrisa se hizo más amplia, con la certeza de que el amor, la familia y la memoria de su madre estaban entrelazados en ese hermoso día.

La recepción después de la boda estaba llena de risas, música y conversaciones animadas. Alexandra, a pesar de la multitud y de todo lo que sucedía alrededor, se sentía tranquila. Estaba disfrutando de la velada, especialmente al estar conversando con Pippa, la hermana de Kate, con quien se llevaba de maravilla. Habían compartido muchas charlas durante la noche, compartiendo risas y comentarios sobre lo hermosa que había sido la boda. Pippa, siempre amable y encantadora, tenía una forma de hacer sentir a todos cómodos a su alrededor, y Alexandra apreciaba mucho su compañía.

De repente, en medio de la conversación, alguien se acercó a Alexandra. Era **Hugh Grosvenor**, el amigo cercano de sus hermanos, conocido también como el **7º Duque de Westminster**. Aunque Alexandra lo conocía de vista, esta noche era la primera vez que tenían una conversación más personal.

"¿Te gustaría bailar?", le preguntó Hugh con una sonrisa encantadora.

Alexandra no pudo evitar sentirse un poco sorprendida, pero aceptó con gusto. "Claro, me encantaría", respondió, sonriendo mientras se levantaba de su asiento.

Cuando comenzaron a bailar, la música envolvía la sala, pero para Alexandra, el mundo parecía reducirse solo a ella y a Hugh. La conexión entre ellos era instantánea, como si hubiera una especie de magnetismo en el aire. Mientras danzaban al ritmo de la melodía, sus ojos se encontraban una y otra vez. Cada vez que sus miradas se cruzaban, Alexandra sentía una chispa, una sensación cálida que la hacía sentirse más viva, más presente que nunca.

Hugh, por su parte, parecía totalmente a gusto. No había prisa, solo un momento compartido en el que el tiempo parecía detenerse por completo. Alexandra notó que sus manos, aunque firmes y seguras al sostenerla, tenían una suavidad que la tranquilizaba. Y cuando sus ojos se encontraron una vez más, algo dentro de Alexandra se removió. No era solo la química evidente, sino también la conexión que sentía, como si todo a su alrededor hubiera desaparecido y solo quedaran ellos dos en esa pista de baile.

"¿Sabes?", dijo Hugh suavemente mientras los dos seguían bailando. "No todos los días me siento tan tranquilo."

Alexandra sonrió, sintiendo que había algo más en esas palabras, algo que sugería más de lo que él había dicho. Sin embargo, en ese momento, Alexandra ya sabía lo que sentía. Con una simple mirada, algo dentro de ella había comenzado a cambiar. Se estaba enamorando, lentamente, casi sin darse cuenta, pero con una certeza que la invadió mientras danzaba junto a él.

Alexandra's LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora