Después de quedarse sin Pierre, o su ángel, como ella llamaba, Margarita fue llevada a una casa hogar. Casi sentía perder su magia, porque todo le había sido arrebatado, pero con esa cabecita alborotada, volvió a darle sentido a su historia. Si no era por ella, al menos le sonreiría a la vida y a los niños, que como ella, no tenían más una familia. Así, con esa dulzura especial, conoció a su hermano del alma, Pipe. Él la protegía de la maldad y de aquellas cosas, que en su inocencia, Margarita no podía ver o simplemente evitaba conocer. No era una chica tonta, pero parecía que cada que abría los ojos por las mañanas, un cuento de hadas comenzaba. Tampoco era eso mentira, la adolescente se aferraba a aquellas creencias y valores que le acariciaban el alma. También tenía sus haditas y aunque le hacían burla por ello, sabía perfectamente el poder tan fuerte que estas tenían.
Por otro lado estaba Juan. Él vivía de complicación en complicación. A veces, cuando no había nadie en casa, sacaba una guitarra debajo de su cama y por un momento se olvidaba de ese mundo tan cruel que lo rodeaba. Rey, como mejor conocían en San Nicolás, vestía una coraza de orgullo combinado con ego. Su altura le añadía seguridad y fortaleza, pero tenía el corazón más frágil y sentimental del mundo. Una vez que cantaba, las caretas y fachadas se despedazaban, pero si su padre aparecía, sabían muy bien que la dureza era el mejor escudo para continuar con su día.
No hace falta suponer, porque es más que obvio que sus caminos se cruzarán, pero lo interesante está en ser testigos de aquel desarrollo tan lindo que llegan a tener. Desde un punto de vista individual y compartido.
No hay mucha ciencia, solo hay que arriesgarse y entrar.
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Enredados
Fanfic"Margaritas hay en todos lados", decía con una sonrisa. "Margaritas y bonitas, solo conozco una", el ladrón de corazones confesó.