La noche estaba en pleno apogeo en El Diván, uno de los bares más frecuentados de la Ciudad de México. Las luces tenues y la música estruendosa ofrecían el escape perfecto para todos los que buscaban olvidar, aunque solo fuera por unas horas. Gala Montes estaba entre ellos, con una copa de más y la mirada perdida en el fondo de su vaso, tratando de evadir una realidad que siempre la perseguía. La risa y los gritos de gente borracha la rodeaban, todos brindando y felicitándola en su cumpleaños 27.
Gala vestía una blusa de satén negra que dejaba al descubierto un hombro y unos jeans ajustados que delineaban su figura; su cabello caía en suaves ondas sobre sus hombros, y aunque su sonrisa iluminaba su rostro, sus ojos mostraban un brillo que delataba una tristeza profunda y un vacío que la acompañaba a pesar de la fiesta a su alrededor. Había bebido mucho, demasiado quizá, y esa noche sus pensamientos parecían centrarse en una persona.
De repente, un toque en el hombro la sacó de su ensueño. Giró y se encontró con un hombre desconocido, con una sonrisa confiada y mirada intrigante.
—¿Vamos afuera? —le susurró al oído, inclinándose lo suficiente para que ella lo escuchara sobre el ruido del lugar.
Gala, entre risas, asintió y lo siguió, tambaleándose ligeramente al caminar. Sin embargo, antes de llegar a la salida, se detuvo abruptamente, tambaleándose levemente.
—creo que dejé mi bolsa en el baño, —murmuró con voz pastosa—. ¿Podrías ir por ella?
Él accedió, desapareciendo entre la multitud, mientras Gala esperó en la entrada del bar. Fue entonces cuando sintió el peso de su propia bolsa colgando de su hombro. Riendo entre dientes, sacó su teléfono sin saber bien por qué, pero con una mezcla de nostalgia y valentía etílica marcó un número que conocía de memoria. Después del tercer tono, una voz familiar, la única que podía hacerla sentir tanto en tan pocas palabras, respondió.
—¿Gala? —preguntó Karime, entre sorprendida y preocupada.
—Kari... —susurró Gala, dejando escapar un suspiro largo mientras dejaba caer la cabeza contra la pared—. Kari, te extraño... No tienes idea de cuánto.
Al otro lado de la línea, Karime permaneció en silencio por un instante, y en ese breve momento percibió el tono de Gala, su voz quebrada y la confesión que se escapaba de sus labios. Era evidente que no estaba bien.
—¿Dónde estás? —preguntó Karime, con un tono firme, pero sereno—. ¿Estás bien, Gala?
Gala intentó concentrarse en la pregunta, pero el alcohol nublaba sus pensamientos.
—No sé, creo que sí. Estoy en... —hizo una pausa, mirando el letrero de luces rojas sobre el bar— El Diván, sí, eso. Aquí con... unos amigos... pero no tiene caso. Estaba a punto de irme con alguien. Ya sabes,—hizo una pausa, bajando la voz— Pero me siento tan vacía, Kari. Nada ni nadie me llena... No importa cuánto lo intente.
Karime suspiró al otro lado del teléfono, sus sentimientos divididos entre la frustración y la compasión.
—No te muevas de ahí. —la voz de Karime sonó firme y directa—¿me oyes? No te vayas con nadie. Estoy cerca y llegaré en cinco minutos.
Gala sonrió levemente, asintiendo a pesar de que Karime no podía verla.
—Mmm... está bien, —respondió Gala, aunque ya no estaba completamente atenta a la conversación.
En ese momento, el hombre regresó, algo molesto, y le dijo que no había encontrado su bolsa. Gala soltó una risa y alzó la que tenía colgada en su hombro, diciéndole que ya la había encontrado. .
Se dirigieron hacia la salida, justo entonces, un auto negro se detuvo frente al bar. La puerta trasera se abrió y Karime apareció, luciendo un suéter ajustado de color gris oscuro y jeans negros, sencilla pero con una elegancia natural. Karime miró al desconocido con firmeza, y sin decir una palabra, le indicó al guardia que se quedara en la entrada mientras ella tomaba el brazo de Gala, ayudándola a subir al coche con suavidad pero sin dudar. Gala no puso resistencia; su expresión era un revoltijo de sorpresa, ternura y alivio.
—Vámonos de aquí—le dijo Karime, mirándola con una mezcla de alivio y preocupación.
Ya dentro del vehículo, Gala se dejó caer en el asiento, apoyó la cabeza en el asiento y cerró los ojos. Karime la observaba de reojo, notando el agotamiento en su rostro y el leve rubor de su piel.
—¿Por qué saliste sola? —preguntó Karime suavemente, sin dejar de mirarla.
Gala sonrió, sin abrir los ojos, y murmuró—Quería festejar mi precumpleaños, aunque sea sola —Hizo una pausa —Y creo que... simplemente necesitaba olvidarme de todo, solo por una noche.
Karime no respondió de inmediato, pero en su interior, las palabras de Gala resonaban con fuerza. Después de todo este tiempo, aunque sus vidas habían tomado rumbos diferentes, aquella conexión entre ellas seguía presente. La misma conexión que la había impulsado a venir a buscarla en cuanto escuchó su voz vulnerable al teléfono.
Karime la miró, sus propios sentimientos enredados entre la preocupación y el amor que aún llevaba por Gala, aunque lo disimulara con años de práctica.
—Gala, estás borracha —dijo en voz baja, acariciando su mano con delicadeza.
Pero Gala sacudió la cabeza, sosteniendo la mano de Karime entre las suyas, como si temiera que se desvaneciera en cualquier momento.
El silencio se rompió cuando el coche aparcó frente al departamento de Karime y, con ayuda del guardia, subió a Gala hasta su habitación, acomodándola en la cama. Gala, medio adormecida, la miró mientras Karime la arropaba con ternura mientras Gala murmuraba incoherencias.
—Intenté olvidarte... de verdad lo intenté, —dijo Gala, su voz sonando más vulnerable de lo que había sonado en mucho tiempo—. Salí con gente, con alguien diferente casi cada semana... —soltó una risa amarga —y aún así, nunca sentí nada. —Gala respiró hondo, sus ojos empezando a llenarse de lágrimas—. Tú eres lo único que me hace sentir... todo, Karime.
Karime cerró los ojos, sintiendo que esas palabras removían cada pared que había levantado para protegerse. Sabía que era el alcohol hablando, pero también sabía que, detrás de esa confesión borracha, había una verdad que ambas compartían. Se inclinó hacia ella y le susurró suavemente.
—Si realmente sientes eso, dímelo mañana, cuando estés sobria.
Gala apenas la escuchó, ya sumida en un sueño profundo, mientras Karime apagaba la luz y salía de la habitación con un suspiro. Sabía que los sentimientos que ambas compartían eran complejos y no tan fáciles de enfrentar, pero en ese momento, solo podía esperar que Gala despertara con la misma claridad con la que había hablado esa noche.
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Fuera de cámaras || Garime
FanfictionTras el éxito de La Casa de los Famosos México 2, donde Gala Montes y Karime Pindter se convirtieron en el "ship" sáfico más famoso de la televisión mexicana, las dos deben enfrentarse a la realidad fuera de cámaras. La presión de los medios, los ru...