En una fría mañana navideña, Gala se acomodó en su silla favorita de un café tranquilo, disfrutando de un latte mientras observaba las calles más vacías de lo habitual. Había elegido salir en Navidad precisamente por la paz que la ausencia de multitudes le ofrecía. No estaba de humor para rodearse de gente, así que ese respiro de soledad le venía bien. De repente, su teléfono vibró en la mesa, y sin mirar la pantalla, contestó.
—Sí, ¿diga? —murmuró mientras tomaba un sorbo de su café.
—¿Gala? —La voz al otro lado de la línea casi la hizo atragantarse. Era Karime. Al escucharla toser, su amiga se apresuró a preguntar—: ¿Estás bien?
—Sí, sí, es el frío, creo que me estoy enfermando —contestó Gala, intentando disimular la sorpresa y el nerviosismo que sentía—. ¿Pasó algo?
—¿Tiene que pasar algo para que te llame? —preguntó Karime, usando un tono juguetón que hizo a Gala sonrojarse.
—No, perdón —dijo Gala, castigándose internamente por su torpeza.
—Es broma, Gala. Te llamaba para saber si estás ocupada hoy —dijo Karime con una sonrisa en la voz. Gala abrió la boca, sorprendida, no esperaba que Karime le preguntara algo así—. La otra vez me pediste un rato para hablar sobre nuestro viaje y quería saber si podíamos reunirnos hoy.
—No, digo, sí —balbuceó Gala, intentando mantener la calma—. O sea, no estoy ocupada, y sí, podemos reunirnos —agregó, rogando que Karime no notara lo nerviosa que estaba.
—¿Te parece si nos reunimos en un café para comer algo y lo hablamos? —preguntó Karime.
—Sí, claro, por supuesto —respondió Gala, esforzándose por disimular la emoción que sentía.
Al colgar, Karime soltó el aire que no se había dado cuenta de que estaba conteniendo. Todavía se ponía nerviosa cada vez que hablaba con Gala. Deseaba volver a sentirse cómoda con ella, recuperar esa naturalidad que compartían. Por eso, antes de arrepentirse, había decidido llamarla usando el viaje como excusa, aunque en realidad quería confesarle lo que sentía. Esta vez, estaba decidida a decirlo, sin importar si Gala quería escucharla o no.
Un rato después, el timbre sonó, anunciando la llegada de Micky. Karime ya le había contado sus planes de reunirse con Gala esa tarde.
—Matrioshka, estoy muy orgulloso de ti —bromeó Micky, poniendo un tono dramático—. Tú puedes, campeona, conquista a esa fiera.
Karime rió mientras recogía su bolso y se despedía de Norris con una lluvia de besos para que le diera buena suerte.
—Gracias por cuidar de Norris —dijo, saliendo por la puerta.
—Lo que sea por el sobrino supremo —respondió Micky, alzando al gato y moviéndole la patita como si se despidiera de Karime.
El café que habían escogido tenía una atmósfera acogedora, decorado con luces suaves y un aroma a canela y café que envolvía el lugar en una calidez hogareña. Gala la estaba esperando en una esquina, con los ojos fijos en la puerta. Al verla entrar, se puso de pie, aunque sus movimientos fueron algo torpes.
—Hola —dijo Gala, dándole un beso en la mejilla que le hizo arder las mejillas.
—Hola —respondió Karime mientras tomaba asiento a un lado de ella.
Por unos segundos que se sintieron eternos, se creó una tensión en el ambiente, aunque por motivos distintos para cada una.
Una camarera se acercó con una sonrisa genuina y les dejó un vaso de agua a ambas sin que lo pidieran, aliviando un poco la tensión.
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Fuera de cámaras || Garime
Fiksi PenggemarTras el éxito de La Casa de los Famosos México 2, donde Gala Montes y Karime Pindter se convirtieron en el "ship" sáfico más famoso de la televisión mexicana, las dos deben enfrentarse a la realidad fuera de cámaras. La presión de los medios, los ru...