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Eran las dos de la mañana cuando finalmente logré conciliar el sueño. El encuentro con los encapuchados me había dejado en un estado de inquietud que parecía imposible de calmar. Después de aquel extraño y silencioso acercamiento con Daxen, él decidió que lo mejor era regresar a la academia. No hizo ningún comentario al respecto, solo se dio la vuelta y señaló el camino, como si nada hubiera sucedido, como si aquella breve tregua y esa extraña sensación de cercanía nunca hubieran existido. El regreso fue un trayecto incómodo y helado; el frío me calaba hasta los huesos, y Daxen, por supuesto, no hizo ni el más mínimo intento por aligerar el ambiente. Ni una palabra cruzamos en todo el camino.

Finalmente, llegamos a la academia. Ni siquiera nos despedimos; él se dirigió directamente a la zona de habitaciones de los profesores y mentores, mientras yo, muerta de cansancio y con el cuerpo aún tembloroso, fui a mi habitación. Cuando entré, estaba completamente exhausta, y no pude evitar notar a Nimble dormido en mi cama. Seguramente había estado esperándome, y al final se quedó dormido, acurrucado en una esquina como un niño. Lo tapé suavemente, asegurándome de no despertarlo, y me deslicé en la cama a su lado, procurando no hacer ruido. Me quedé observando su rostro relajado durante un momento antes de finalmente rendirme al sueño. Todas las preocupaciones por que no se despertara fueron en vano, ya que no habían pasado ni diez minutos desde que me había dormido, cuando me despertó exigiendo que le contara todo lo que había ocurrido.

Los primeros rayos de la mañana entran por las ventanas, filtrándose entre las cortinas y proyectando líneas de luz sobre la habitación. Abro los ojos lentamente, intentando recordar dónde estoy y, por un momento, esperando que todo lo de anoche fuera un mal sueño. Pero no lo es. Siento el peso de la noche pasada todavía sobre mí, y sé que el encuentro en el bosque no fue ninguna pesadilla.

—¿Estás despierta? —Nimble me pregunta con su voz cargada de curiosidad.

Me levanto y lo veo sentado en la silla de mi escritorio, balanceando los pies con ese aire despreocupado que siempre lleva, aunque sus ojos brillan con curiosidad.

—Te he contado todo lo que pasó anoche —le digo, con un tono cansado mientras me acomodo en la cama, desperezándome lentamente.

Nimble me mira con una ceja levantada con unos ojos llenos de expectativa.

—Sí, sí, me lo contaste, pero necesito los detalles —me insiste, inclinándose hacia adelante con una sonrisa curiosa—. No puedes simplemente decirme que aparecieron encapuchados y dejarlo ahí. Quiero saber cómo te sentiste, qué pensaste, cada detalle.

Me río suavemente, a pesar de lo exhausta que estoy. Nimble siempre ha tenido una manera de hacerme hablar más de la cuenta, y su insistencia, aunque a veces exasperante, es también reconfortante. Al menos él está aquí para escucharme.

—Está bien —digo, acomodándome contra la cabecera de la cama, resignada a darle los detalles—. Pues... fueron unos momentos realmente aterradores. Creo que no había sentido ese tipo de miedo nunca. —Respiro hondo, tratando de recordar cada segundo de esa escena en el bosque—. Eran... figuras altas, encapuchadas, que flotaban como si no tocaran el suelo. Llevaban algo consigo, una criatura, muerta. No pude entender lo que estaba pasando, solo recuerdo sentir el miedo subiendo por mi pecho.

Nimble asiente, sus ojos cada vez más atentos. Su mirada me obliga a seguir hablando, a sacar cada pequeño detalle que tengo guardado.

—¿Y el troll malhumorado? —pregunta, con cierto desdén—. ¿El príncipe arrogante te protegió con esa pose de "mírenme, soy importante"?

Ruedo los ojos, pero no puedo evitar sonreír ligeramente ante su comentario. Me inclino hacia adelante, bajando la voz como si fuera un secreto.

—Bueno... —empiezo, sintiéndome extraña al recordar ese momento—. En cierto modo, sí. No sé si fue protección o simple control de la situación, pero hubo un momento en el que me calmó, como si realmente le importara... —mi voz se desvanece, dudando de cómo interpretar lo que pasó.

Las crónicas del legadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora