En cuanto llega la tarde, Lia y yo nos encerramos en mi habitación, listas para lo que promete ser un largo y divertido proceso de preparación. Entre las risas, los chismes y los retoques finales, la habitación se llena de una energía animada, como si por un momento todas mis dudas y preocupaciones sobre este lugar quedaran fuera de la puerta.
—¿Estás nerviosa? —pregunta Lia, mientras con sus manos enredadas en mi pelo, me da vueltas para lograr unas ondas que, según ella, "se verán fabulosas".
—Bueno... —me encojo de hombros, aunque la verdad es que sí lo estoy—, un poco. Es decir, no suelo... arreglarme tanto.
Lia sonríe con entusiasmo, dando un tirón suave en mi cabello que me hace reír.
—Pues te acostumbrarás rápido, estás en Eldoria, chica. Aquí cada evento se convierte en un despliegue de estilo. Y bueno... la mitad de la academia te ha echado el ojo, créeme.
Suelto una risa, tratando de no tomar en serio el comentario. Pero admito que me siento bien. Hacía mucho que no me emocionaba por un evento social, y parte de eso es gracias a Lia.
La puerta se abre de golpe y Nimble entra con una bolsa de terciopelo negro que parece brillar bajo la luz. Levanta la bolsa con aire triunfal y una sonrisa traviesa.
—Damas, sus trajes han llegado. —Nos lanza la bolsa, que cae en mis manos, y se cruza de brazos, claramente orgulloso de su última adquisición—. No preguntéis de dónde vienen, solo agradeced mi talento.
—¿Qué has hecho? —le pregunto, abriendo la bolsa con curiosidad y, al mismo tiempo, un toque de suspicacia.
Dentro, veo un par de vestidos preciosos. Uno, el mío, es de un negro profundo que brilla como si estuviera hecho de seda líquida; el otro, en un tono negro mate para Lia, tiene detalles de encaje en los hombros que parecen encerrar pequeñas chispas de luz.
Lia suelta una exclamación de asombro y corre a coger su vestido, inspeccionándolo con una mezcla de emoción y sorpresa.
—Nimble, ¿de dónde los has sacado? —pregunta ella, con los ojos brillantes de ilusión.
Él sonríe, entrelazando sus manos detrás de la cabeza en un gesto despreocupado.
—Digamos que han llegado cortesía de una tienda de lujo. —Levanta una ceja y añade con aire inocente—: Consideradlo como mi aportación a la noche.
Lia y yo intercambiamos una mirada divertida, y mientras sostengo el vestido frente a mí, me inunda una emoción que no esperaba sentir. Desde que llegué a Solarian, pocas cosas me han hecho sentir tan bien recibida. Coloco el vestido con cuidado sobre la cama y me giro hacia Nimble.
—Eres un desastre, ¿lo sabes?
—Oh, por supuesto —responde con un guiño—. Es mi especialidad.
Cuando nos cambiamos y ambas estamos listas, me giro para ver a Lia, y no puedo evitar sonreír al ver lo bien que le sienta el vestido. Su cabello rubio y lacio cae en suaves ondas, y su sonrisa refleja alegría. Ella me observa de arriba abajo y, al verme también lista, me toma de las manos y me da un apretón, como si quisiera decirme algo sin palabras.
—¿Sabes? Me alegra que hayas venido a Solarian —me dice de repente.
La sinceridad en sus palabras me toma por sorpresa, y aunque intento ocultar mi emoción, sé que mi sonrisa me delata.
—A mí también... Lia. —La miro agradecida—. La verdad, sin ti, todo esto sería mucho más difícil de soportar.
Nimble, que ha estado observándonos en silencio, carraspea para captar nuestra atención. Luce una sonrisa traviesa con unos ojos brillando con malicia.
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Las crónicas del legado
FantasyAyla siempre ha sentido que no encaja en el mundo real, atrapada en una vida monótona en el pequeño pueblo donde vive. Pero todo cambia el día que, durante un paseo por el bosque, se ve atrapada en un misterioso ritual que la arrastra a un reino de...