Capítulo 7: Un Respiro Peligroso
Ángel sentía el peso de los días acumulados en la mansión como si fueran cadenas invisibles atadas a su cuerpo. Cada rincón, cada habitación le recordaban su situación. Respiraba profundo, tratando de encontrar la valentía suficiente para pedirle a Kalen lo que tanto anhelaba: un respiro, aunque fuera solo por un momento.
Con paso vacilante, se dirigió hacia el despacho de Kalen, intentando mantenerse firme. Cuando llegó, Kalen lo miró, dejando de lado los documentos que revisaba, y lo observó con una mezcla de curiosidad y frialdad.
—¿Qué quieres, Ángel? —preguntó, con un tono que parecía una amenaza velada.
Ángel tragó saliva, sintiendo que las palabras se atascaban en su garganta.
—Quisiera… salir. Solo un momento. No puedo seguir encerrado aquí, necesito aire. —Intentaba que su voz sonara firme, pero no pudo ocultar un leve temblor.
Kalen alzó una ceja, y una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios. Se levantó despacio y caminó hacia él, sus pasos pesados llenando el silencio de la habitación. Cuando estuvo frente a Ángel, lo tomó de la barbilla con fuerza, alzándolo para que lo mirara a los ojos.
—¿Salir? —repitió, con un tono burlón y cruel—. ¿Y qué esperas encontrar ahí afuera? No tienes a nadie, no tienes a dónde ir. ¿O acaso…? —Acercó su rostro al de Ángel, su aliento cálido acariciando sus labios—. ¿Acaso planeas abrirle las piernas al primer imbécil que se cruce contigo?
Ángel se estremeció, bajando la mirada, pero Kalen no se lo permitió. Apretó aún más su barbilla, provocándole un dolor punzante que le hizo jadear.
—No… no tengo a dónde ir, Kalen. No hay nadie. —Su voz era apenas un susurro, llena de resignación.
Kalen lo observó en silencio por un momento, sus ojos oscuros recorriendo el rostro de Ángel. Luego, sin previo aviso, se inclinó y presionó sus labios contra los de él en un beso brusco, invasivo, sin dejar espacio para la protesta. Sus manos se aferraron a la nuca de Ángel, profundizando el beso de una forma tan agresiva que casi le cortaba la respiración.
Era un beso ruso, fuerte y dominante, como si quisiera dejar en claro a quién pertenecía. Su lengua exploraba sin piedad, reclamando cada rincón de su boca, y Ángel no podía más que rendirse a ese momento. Cuando finalmente se separaron, ambos estaban jadeantes, aunque Kalen mantenía su semblante frío y controlado.
—Disfruta tu pequeño momento afuera, Ángel —murmuró, y una sombra de amenaza oscureció su expresión—. Pero si intentas algo, si intentas escapar, no te alcanzará esta vida ni la siguiente para arrepentirte. —Su voz se transformó en un murmullo gélido—. ¿Entiendes?
Ángel asintió rápidamente, con el corazón latiendo desbocado, y Kalen soltó su barbilla con un último apretón que le dejó una sensación de ardor en la piel.
Kalen llamó a dos de sus guardias y, con un tono autoritario, les ordenó:
—Llévenlo afuera. No quiero que le quiten la vista de encima ni un solo segundo.
Cuando finalmente cruzó los muros de la mansión y salió a los jardines, Ángel sintió una libertad efímera, casi irreal. El aire fresco rozaba su piel, y una paz momentánea llenó su corazón. Caminaba despacio, permitiéndose disfrutar del cielo abierto, de la brisa, de cada pequeño detalle que parecía nuevo después de tanto tiempo encerrado.
A medida que avanzaba, los guardias parecían relajarse también. Uno de ellos se apoyó en un árbol, observando sin demasiado interés, mientras el otro se distrajo conversando. Ángel intentaba ignorarlos, concentrándose en disfrutar de su entorno. Por primera vez en días, sentía algo cercano a la felicidad, algo que parecía escaparse de su realidad sombría.
Sin embargo, su tranquilidad duró poco.
Desde la sombra de los árboles, una figura desconocida se acercaba, moviéndose con sigilo y precisión mortal. Los guardias de Ángel no se percataron de la amenaza hasta que fue demasiado tarde. Con movimientos rápidos y letales, el hombre se deshizo de ellos uno por uno. Ángel se quedó petrificado, observando cómo caían sus protectores, incapaz de moverse mientras la sombra avanzaba hacia él.
El pánico lo invadió cuando el último guardia cayó, y la figura oscura levantó su mirada hacia él. Los ojos fríos del desconocido se clavaron en los suyos, y Ángel sintió que el miedo le robaba el aliento. Retrocedió un paso, tropezando y cayendo al suelo.
—Así que nos volvemos a encontrar, ¿eh? —La voz del hombre era suave, casi burlona, y una sonrisa sádica se dibujó en su rostro—. Qué decepción… pensé que serías más fácil de alcanzar.
Ángel trató de levantarse, pero el hombre ya estaba frente a él, inclinándose lentamente. Su respiración era suave, pero sus ojos reflejaban una crueldad que parecía inhumana.
—¿Qué quieres? —logró preguntar, su voz temblando de terror.
El hombre sonrió, y con un movimiento rápido le sujetó la barbilla, alzándolo para que lo mirara directamente.
—¿Qué quiero? —repitió, con un tono entre divertido y despiadado—. Quizás debería recordártelo, Ángel. Porque parece que no me recuerdas.
Ángel sintió un escalofrío recorrer su espalda. Esa voz, esos ojos… había algo familiar y aterrador en ellos, algo que su mente intentaba bloquear pero que su instinto reconocía como un peligro mortal.
Sin darle tiempo para reaccionar, el hombre acercó sus labios a los de Ángel, y lo besó de forma cruel y posesiva, un beso que no era más que una muestra de dominio. Su boca se movía sobre la suya con una agresividad casi salvaje, y Ángel sintió que el miedo lo paralizaba. Quería resistirse, pero su cuerpo no respondía.
Cuando el hombre se apartó, aún mantenía su agarre en la barbilla de Ángel, sonriendo con una satisfacción oscura.
—No te preocupes, Ángel… —susurró, con una voz llena de malicia—. No voy a dejar que olvides quién soy. Y esta vez, no habrá nadie que pueda salvarte.
La risa fría del hombre resonó en la noche, mientras Ángel sentía cómo la desesperación lo consumía, atrapado una vez más en una pesadilla de la que no podía escapar.
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Sangre bajo el Crepúsculo (omegaverse Bl)
Fanfiction-N-no lo h-haga- Decía el chico mientras protegia su vientre.- Señor, se lo suplico -Deberias ver está hermosa vista.- Tomo su delicada mano-Quiero comerte