Tobio se siente como un espía. O tal vez como una especie de hombre buscado.
La forma en que se apresura a escondidas a practicar sin duda se presta a la idea. Observa su entorno más que nunca antes. Sus ojos están constantemente buscando y escaneando el área; como si estuviera esperando que alguien salte de las sombras y lo bese hasta dejarlo inconsciente.
Es absurdo y estúpido, y sus mejillas arden por sus propias acciones.
Y también que no se opone tanto a la idea como podría haberlo hecho hace media hora, algo que no tiene intención de reconocer.
Los pasillos y los gimnasios de práctica están abarrotados de atletas, personal y fanáticos.
Tobio llega más temprano de lo habitual al gimnasio que le han asignado. Los asistentes y voluntarios apenas han comenzado a preparar el espacio de práctica cuando él llega. Como no quiere interponerse en su camino, encuentra un lugar a un costado y se deja caer lentamente en el piso del gimnasio, con la espalda apoyada contra la pared.
Piensa en Atsumu. En cómo aún le duelen la clavícula y los hombros, en las marcas de su piel cálidas y sensibles. Su ropa deportiva cubre la peor evidencia, pero Tobio se retuerce de vez en cuando.
¿Por qué había hecho Atsumu todo eso? Cuando Tobio se había permitido pensar que tal vez, solo tal vez, alguien podría besarlo durante este desafío, siempre había asumido que sería un beso rápido. Un beso apretado, luego una risa antes de que quienquiera que fuera lo dejara solo nuevamente.
Esto era diferente. No estaba ni un poco preparado para esto.
Atsumu no lo había besado en los labios, pero se había tomado libertades con otras partes del cuerpo de Tobio. Con los dientes ...
Tobio lleva las rodillas hasta el pecho y coloca la cabeza sobre ellas, enterrando el rostro que se calienta rápidamente.
Tiene que dejar de pensar en ello. Lo hecho, hecho está. Seguramente Atsumu sería el único que participaría en el desafío. Así es Atsumu: molesto y ansioso por causar problemas.
Resulta que en este caso ese sujeto es Tobio.
Suspirando, Tobio levanta la cabeza de sus rodillas.
Y mira directamente a los grandes ojos de Bokuto.
El grito que sale de la boca de Tobio es más fuerte de lo que jamás admitirá. Se encoge y retrocede contra la pared, casi golpeándose la cabeza en el proceso. Tobio se agarra el pecho, convencido de que si no lo hace, su corazón volará hacia afuera.
-¡Hola, Kageyama! -grita Bokuto, con una voz que se acerca más a un grito que a un saludo casual. Está agachado al nivel de Tobio, con los ojos bien abiertos y una sonrisa abierta en el rostro.
Tobio nunca pensó que Bokuto fuera aterrador, pero jura que esos ojos brillantes tienen el potencial de brillar en la oscuridad de la noche.
-Hola, Bokuto -responde finalmente Tobio, inhalando y exhalando, intentando calmar su pulso acelerado.
Bokuto inclina la cabeza hacia un lado. Prácticamente está rebotando, incluso agachado como está. "Entonces...", dice, "¿Ya viste a los demás? ¿Alguien fue... especialmente amable contigo?"
Tobio frunce el ceño ante la pregunta, confundido. Abre la boca para preguntarle a Bokuto qué podría haber querido decir, pero entonces lo comprende.
El desafío.
Los besos.
Bokuto lo sabe.
Tobio se levanta inmediatamente del suelo. Tiene las manos apretadas a los costados y un repentino nerviosismo lo invade. Bokuto lo mira, ahora confundido, mientras Tobio balbucea las palabras: "¿Quién te lo dijo?"
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Besando a Kageyama
AcakDespués de escuchar sobre la abismal falta de romance de Tobio en Río de Janeiro, Hinata le lanza un desafío durante su tiempo en los Juegos Olímpicos de Japón. Durante 24 horas, Tobio debe aceptar cualquier beso que le ofrezcan. Tobio cree que no t...