Alegría, rencor y arrepentimiento

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Mi querido Tore:

No puedo recordar exactamente cómo fue que te conocí... Pero el registro más antiguo que tengo sobre ti en mis diarios es del 25 de noviembre de hace ya casi diez años, tanto tiempo ha pasado desde ese primer encuentro.

Ni siquiera quiero que leas qué fue lo primero que escribí sobre ti porque es bastante vergonzoso...

Ahora me pregunto...

¿Te acuerdas de cómo nos conocimos?

Sería bueno saber sobre eso... Saber tu punto de vista sobre toda esta historia...

Hace mucho que me hice a la idea de que nunca lo sabría... Y estoy bien con ello.

Solo escribo estas cartas que sé perfectamente que nunca llegarán a tus manos porque es lo más cercano que tengo de ti ahora.

Ha pasado un tiempo desde que me di cuenta de que te habías ido, sigo sin entender la razón, y me sigue doliendo...

Pero también he entendido que no puedo seguir pensando en un asunto que yo no puedo controlar, no puedo seguir atrapada, dándole vueltas a todo este asunto qué sea como sea… Ya ocurrió.

Estoy continuando con mi vida, así como seguramente tú continuas con la tuya.

Todo lo que te he dicho hasta ahora... Son las cosas que mi corazón no pudo confesar, he intentó reprimir.

Si algún día te encuentras con estas letras... Intenta verlo desde mi perspectiva, que sé que puede ser difícil, pero bueno.

Cuando han sido fáciles las cosas entre nosotros.

Leyendo mi diario, otra vez, encontré algo interesante.

Un conejo y un oso...

No puedo creer que lo olvidé, sobre todo porque ese conejo que me obsequiaste como regalo de despedida al finalizar la primaria sigue adornando mi estante de libros.

El oso que te regalé... ¿Aún lo conservas?

No importa en realidad, cada uno guarda en su corazón aquello que ha vivido, y que ha significado para cada persona.

El tiempo seguirá fluyendo tanto para ti, como para mí.

No te enfades por exponer esta historia nuestra que tal vez, solo sea mía al final de cuentas, porque puede que todo esto solo yo lo haya malinterpretado, ya que, como reitero muchas veces, nunca hablé contigo de esto, nunca pregunté.

Los errores es lo que nos hace aprender al final del día.

Y de ti, más que enseñanzas por mis muchas fallas y tus muchos errores, también me llevo aprendizaje.

Ojalá no hubiese tenido que perderte para poder entender la lección más importante de todas, pero así ha tenido que ser.

Solo así, ahora sé que no puedo continuar con mi Síndrome de Sanintentaloluego, y que no puedes esperar a que aparezca una oportunidad, porque eso puede nunca pasar.

Hay que crear nuestras propias oportunidades, y luchar por lo que nuestro corazón desee.

La vida es tan corta que perder el tiempo es un crimen.

No volveré a cometer una falta de juicio semejante.

En este mundo impredecible... Conocernos el uno al otro fue como un sueño, se sintió como un sueño.

Agradezco la fortuna de haber coincidido contigo en este tiempo, este mundo... Esta vida.

Y por el periodo de tiempo que haya sido, agradezco haberte querido, y haberme sentido querida por ti. 

Mi recuerdo del primer amor... Es todo para ti, por supuesto, no lo negaré más.

Continuaremos, vendrán personas maravillosas, más amores, y si tenemos la suerte, llegará el verdadero amor.

Espero que tanto tú como yo lo podamos reconocer y apreciarlo por lo que es.

Este pasado... No hay que buscar mantenerlo en el corazón si después de diez años ya no se siente más la soledad.

No atesores estas cartas de alegría, rencor y arrepentimiento, no es lo que en ti debe durar sobre mí.

Tengo la certeza de que, un día... Tal vez cuando seamos unos ancianos y ya no tengamos nada que perder en la vida... Tú y yo nos reencontraremos.

Y hablaremos de todo lo que ha quedado pendiente.

Por siempre una parte de mi tuya: Danna Castillo Florencia.

Agradecimientos y capitulo extra en la versión física del libro.

Cartas para ToreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora