Capitulo 2: Su obsesión.

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La mañana siguiente al suceso, Harry había permanecido en la enfermería, descansando lo mejor que podía después del ataque.

Sus heridas no eran profundas, por lo que Madam Pomfrey no tuvo problemas al momento de sanarlo, dejando su piel intacta. Aún así, la medi-bruja insistió en qué debía quedarse en reposo, en ese lugar. Pues la sala común de Gryffindor no era un buen sitio para descansar, con tanto estudiante alborotado y con energía sin fin.

Harry definitivamente no estaba de acuerdo.

Odiaba esto, detestaba el blanco de la enfermería, la sensación de la magia curativa y atenciones innecesarias. Pero sabía que no sería dejado ir tan fácil. Aunque aún esperaba encontrarse con el cabron que lo atacó, le daría una dura revancha, sin duda alguna.

Dumbledore lo visito el tercer día, pidiéndole que no dijera nada sobre el atacó, Harry no lo tenía en buena estima, pero debido a que era viejo mentor de su padre, no le quedó de otra que aceptar y quedarse en silencio, memorizando la excusa que daría para explicar su estadía en la enfermería.

No fue hasta el quinto día que se le permitió salir, dejando que se reuniera con sus amigos. Odiaba mentirle a Ron y Hermione, pero no quería que la información se extendiera, prefiriendo que todo quedará entre los pocos adultos que estaban enterados y ese asesino.

Ese desconocido.

Harry había pasado todas las noches en la enfermería, pensando seriamente en aquella voz, tratando de relacionarla con alguien. Pero parecía ser imposible.

¿Como era que este sujeto se escondía tan bien?

Debía ser jodidamente bueno.

- Fíjate por donde vas. - Se quejó Malfoy, cuando Harry se estrelló contra él, de camino al salón de pociones. - Siempre tan distraído Potter.

Si alguien le pidiera describir a Draco Malfoy en una palabra, respondería: irritante.

Este chico había sido molesto desde el primer día en Hogwarts. Insultando a su amigo, Ron Weasley, burlándose de él. El niñato todavía se atrevió a pedirle ser su amigo y Harry le dio un rotundo no.

Por lo que, durante los siguientes años, Malfoy no había hecho más que molestarle.

A veces solía pensar que solo deseaba ser su amigo, como una forma desesperada de que el padre de Harry, James Potter, ayudará en el caso de Narcissa Black. Sacándola de ese encierro domiciliario al que estaba atada.

Pero en opinión de Harry, si quería algo, debía ganárselo. No ir insultando a quien se le cruzará.

- Estaba pensando en que tu estúpido perfume apestara todo el salón. - Finalmente respondió.

- Pff, te encantaría oler como yo. - Dando media vuelta, Malfoy se adentro al salón.

Harry no tardo en seguirlo, sentándose en la misma banca donde siempre compartía lugar con Ron, pero este aún no llegaba.

Mientras acomodaba sus libros, no pudo evitar ver de reojo al rubio, encontrándose con que parecía estar sobando sus brazos, como si tuviera una molestia en ellos.

- ¿Te sucedió algo? - Se atrevió a preguntar.

- No es de tu incumbencia, Potter.

Aunque Harry deseaba indagar más, su conversación se vio cortada por la entrada de los demás compañeros, al igual que el profesor. Quién dio inicio a la clase unos segundos después.

Y aún así, no había podido prestar atención a las palabras del oscuro hombre durante aquella hora, porque los pensamientos de Harry rondaban alrededor de lo que Malfoy podia tener.

SCREAM: La Obsesión Del Ghostface. [DRARRY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora